“Estoy listo para empezar a beber”, dijo Bong Joon Ho al recoger su segundo Oscar y el que pensaba que sería el último de esta 92 edición de los premios de la Academia. Después de imponerse sobre las demás películas extranjeras -incluido sobre un Almodóvar que entendió que no hay dolor cuando uno se pasea glorioso por la alfombra roja de Hollywood- y haberse alzado en Mejor guion original, el director surcoreano dio por finalizada su ruta estadounidense.
Pero los tragos tuvieron que esperar, porque su labor tras las cámaras de Parásitos le ha hecho merecedor de los dos galardones más importantes de la noche: Mejor dirección y Mejor película. En total, cuatro. Lo que convierte a Corea del Sur en uno de los países internacionales más premiados y nominados a pesar de ser su primera incursión en la historia de los Oscar.
Aunque la sorpresa fue mayúscula, el aplauso también fue unánime en el patio de butacas, que llegó a vitorear a los asiáticos después de que Jane Fonda pronunciase una palabra en lugar de una cifra: 1917, favorita en las quinielas junto a su director y que finalmente tuvo que conformarse con tres apartados técnicos.
“Cuando era joven y estudiaba cine, había un refrán que me llegó directo al corazón y decía que 'lo más personal es lo más creativo', de nuestro genial Martin Scorsese”, concedió Bong Joon Ho con su tercera estatuilla entre las manos. Hasta ese momento parecía por sus discursos que estuviera agotado de éxito. Pero, con la sorpresa llegó la magia y, con ella, uno de los momentos más honestos e íntimos de esta soporífera gala.
El otro gran salvavidas fue Joaquin Phoenix, indiscutible ganador del Oscar por Joker y por un papel que le ha valido todos los reconocimientos y premios que no le habían llegado a sus 45 años. Después de haber lanzado un alegato por el medioambiente en los Globos de Oro y otro por la diversidad racial en los Bafta, restaba ver qué tenía el puertorriqueño guardado en la manga para la gran cita. Y, por suerte, el resultado no decepcionó.
“He pensado mucho en las incómodas cuestiones que enfrentamos, y ya hablemos de brecha de género, de racismo, de LGTB, de los animales, todo es una lucha contra las injusticias. Un pueblo, un sexo o una raza no tiene derecho a explotar a los otros con impunidad”, ha lanzado en un primer momento.
También ha hablado de redención evocando su histrionismo, y ha reconocido la difícil relación que eso ha generado con muchos de sus compañeros de profesión. “Mi hermano escribió este poema cuando tenía 17 años: 'Corre al rescate y la paz vendrá después”, ha terminado el intérprete con los ojos humedecidos mientras le envolvía un emotivo aplauso por el recuerdo del fallecido River Phoenix.
La de Mejor actor -que evidentemente no estaba escrito para Antonio Banderas- ha sido una de las pocas categorías en las que se mantuvieron las apuestas. No ocurrió así en la de su homóloga femenina, donde René Zellweger se impuso con su papel de Judy Garland sobre un cuarteto fantástico de mujeres.
La de Mejor actor de reparto para Brad Pitt, sin embargo, cumplió con lo esperado y sació las expectativas de ver al secundario de Érase una vez...en Hollywood sobre el escenario. Él, que a sus 56 años gana el primer Oscar como actor, le dedicó el premio a los especialistas y le dejó un recado a Trump tras el fallido impeachment en uno de los pocos momentos políticos de la gala.
Por lo menos aún quedaba alguna sorpresa; y más que los premiados, el bombazo lo dio Eminem subiéndose al escenario a interpretar el tema por el que dejó plantada a la Academia en 2002 cuando recibió el Oscar. Un interludio musical que animó a los presentes y a los que seguían la gala por remoto, pero que por su mohína mueca no le hizo mucha gracia a Martin Scorsese.
Por lo demás, la reivindicación más sonada fue la de las mujeres -incluso por encima de la racial que ha despertado airadas campañas en las redes sociales-. Una suma de voces que empezó en forma de capa sobre la alfombra roja y se hizo insoportable en el momento en el que Jojo Rabbit le arrebató el premio a Mujercitas y a Greta Gerwig en guion adaptado.
“Si tuviese la opción de darle mi Oscar a Greta, lo haría”, cuentan que criticó Laura Dern en el backstage. La actriz ganadora en la categoría de secundaria por su genial papel de abogada en Historia de un matrimonio recordó lo incomprensible que fuera que Gerwig no estuviera nominada como Mejor directora y que además solo recibiese el galardón a Mejor vestuario (toda una declaración de intenciones de estos premios).
Si hace dos años celebramos unos Globos de Oro en los que todo fue feminista y unos Oscar donde Frances McDormand puso en pie a todas las nominadas en sus butacas, poco hemos podido aplaudir en esta ocasión. Aquel auge se ha dado de bruces con la 92 edición de unos premios en los que las mujeres han brillado por su ausencia, salvo en el número especial de Frozen y en la túnica de Natalie Portman.
La otra gran protagonista femenina de la noche ha sido Hildur Guðnadóttir. La islandesa se ha coronado con el Oscar a la Mejor banda sonora original, por Joker. Era la única nominada de la categoría y se ha convertido en la cuarta mujer en la historia de los premios en recibir el reconocimiento. “A las chicas, a las madres, a las hijas que escuchan la música en sus adentros, por favor hablad, necesitamos oíros”, ha rogado.
La chelista recibió la distinción de manos de Sigourney Weaver, Brie Larson y Gal Gadot. O lo que es lo mismo: Capitana Marvel, Ellen Ripley y Mujer Maravilla. “Tú nos has abierto el camino a todas nosotras”, han reconocido a la veterana intérprete sus compañeras de entrega. La aludida ha compartido que, entre bambalinas, habían decidido empezar entre las tres su propio Club de la lucha.
“Hombres, estáis invitados pero sin pantalones cortos”, ha añadido Larson. Gadot, por su parte, ha explicado las reglas: “Quien pierda responderá a las preguntas de los periodistas sobre qué se siente al ser una mujer en Hollywood”. Weaver, por último, ha reivindicado que “todas las mujeres son unas superheroínas” antes de presentar a la que ha pasado a la historia como la primera batuta femenina en dirigir la orquesta de los Oscar, Eímear Noone.
Si de algo ha servido la 92 edición de los premios de la Academia es para saber que un par de hashtags no rompen una tendencia machista arraigada en el templo más conservador del cine. También para aceptar que todavía hay lugar para la sorpresa en unos “Oscar demasiado blancos” que han querido enmendar el error de sus nominaciones con un palmarés en surcoreano, lo que es de aplaudir y de agradecer.
Pero, como ha dicho Joaquin Phoenix, un buen gesto no puede servir para poner un parche a todo lo demás y para limpiarse las manos. “La lucha contra las injusticias” es larga y nunca excluyente, y en eso Hollywood tiene aún mucho que demostrar.