El cine realiza su propio juicio a los crímenes franquistas
Agosto de 1936. La fotografía revela una tapia llena de sangre y cadáveres desperdigados en el suelo. Son los cuerpos que quedan tras la masacre de Badajoz, acaecida entre el 14 y el 15 de aquel mes del verano en el que se inició la Guerra Civil, y de la que su máximo responsable fue el general del bando nacional Juan Yagüe. La matanza está considera hoy como un crimen contra la Humanidad, pero sus perpetradores nunca fueron juzgados. Murieron antes de ser denunciados en 2007.
El documental La causa contra Franco, de Dietmar Post y Lucía Palacios, que se estrena este 7 de septiembre en la sala Mirador de Madrid y que durante este mes recorrerá otras ciudades como Barcelona, Burgos, Sevilla, Málaga, Valladolid, Salamanca y Badajoz dentro del formato de cine ambulante, rescata estas imágenes y aborda la querella argentina contra los crímenes del franquismo presentada en 2010 y hoy en manos de la jueza María Servini.
En el metraje aparecen ella, la abogada Ana Mesutti, hijos de represaliados, fundamentalmente en los años cuarenta, pero también aquellos que fueron torturados ya en los sesenta y setenta como el sacerdote Julen Kalzada –formó parte del Proceso de Burgos- y la escritora y activista Lídia Falcón conformándose así un recorrido por los cuarenta años que duró la dictadura.
No es la primera vez que los directores ahondan en el franquismo ya que en 2010 culminaron el rodaje de Los colonos del Caudillo sobre los pueblos con nombre del dictador. Fue este trabajo y “la ruptura en la sociedad española” que todavía existía, según los cineastas, lo que les dio la idea sobre rodar un filme que fuera una especie de juicio al régimen. Esto les llevó al juez Baltasar Garzón, que en 2008 había iniciado el auto para investigar los crímenes durante la dictadura, y a documentarse sobre este tema que finalmente pasaría a la justicia argentina tras la inhabilitación del juez.
Víctimas y verdugos
Post y Palacios contactaron con querellantes como Darío Rivas, hijo de un alcalde de un pueblo de Galicia asesinado por defender la República, y el primer denunciante en Argentina, pero también con personas que defendieron el régimen como el exministro José Utrilla Molina –suegro de Alberto Ruíz Gallardón– y la hija del general Yagüe, María Eugenia Yagüe.
“Con Los colonos nos había quedado claro que para entender esa ruptura no bastaba con hablar con las víctimas y sus familiares, o con gente indignada por la situación. Había que hablar también con personas que defendiesen a Franco”, sostienen los realizadores que también intentaron contactar con otras autoridades como el rey Felipe VI, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y 20 de los 24 imputados por la jueza Servini, entre lo que se encuentran exministros franquistas, expolicías y antiguos jueces.
“Recibimos respuesta de la Casa Real y de la oficina del Presidente, agradeciendo la oportunidad que les brindábamos pero rechazando la invitación. Solamente el señor José Utrera Molina nos atendió”, comentan.
La presencia de Utrera Molina y la hija de Yagüe en el documental son importantes y significativas. Sobre todo al mezclarse con las declaraciones de víctimas como Ascensión Mendieta, hija de un republicano asesinado que encontró los restos de su padre en junio de este año, a los 91 años ya; o los hermanos Kalzada, que perdieron a su padre y que después sufrieron torturas y cárcel por su propia oposición al régimen. Tanto Yagüe como Utrera Molina, que según los directores hablaron con ellos abiertamente y sin problemas, niegan con vehemencia la participación en los crímenes.
En el caso de Yagüe hay, de hecho, una fervorosa defensa del padre. “Para un hijo, reconocer o admitir la posibilidad de que el propio padre fuera un criminal no debe ser fácil. No podemos entrar a opinar si mienten al decir que se sienten libres de toda culpa. Como documentalistas, tenemos la responsabilidad de hablar con todos involucrados en esta causa, nos gusten o nos nos gusten sus ideas u opiniones. Desde nuestro punto de vista, no haber intentado hablar con ellos habría sido un grave error”, insisten los directores.
La responsabilidad de Alemania, Italia y Portugal
El archivo fílmico que muestra este documental también es destacable. Se pueden ver imágenes del juicio a los nazis en Nüremberg perteneciente al archivo de Robert Jackson, quien fuera el fiscal principal en este proceso. De ahí se extraen algunas reproducciones como el desfile de bienvenida a la Legión Cóndor en Berlín el 6 de junio de 1939 donde aparecen en el palco Yagüe y Queipo de Llano junto a Hitler y Hermann Göring, el jefe de la aviación alemana.
“¿Qué mayor prueba de la ”amistad“ entre la España de Franco y la Alemania nazi se puede encontrar?”, se preguntan los cineastas que en este película también responsabilizan a la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini y la Portugal de Salazar de la victoria franquista en la Guerra Civil. Igualmente lamentan que los responsables no fueran juzgados en Nüremberg por los sucedido en España.
“Göring, como jefe de la aviación alemana, usó la guerra española como campo para probar su armamento. Se suele reducir la participación alemana en la guerra al bombardeo de Gernika. Pocos conocen los bombardeos de Durango, Alicante, Barcelona, Madrid, y los muchos otros pueblos y ciudades que fueron bombardeados por la Legión Cóndor”, explican los directores. Y reprochan: “En el juicio de Nüremberg no se juzgaron los crímenes cometidos por los nazis en España”.
Los cineastas manifiestan que si se hubiesen juzgado esos crímenes “las cosas hubiesen tomado otro rumbo. Pero todos parecieron querer olvidar las barbaridades cometidas y que Franco había llegado al poder y se había mantenido en él gracias al aniquilamiento de una gran parte de españoles”.
A lo largo del metraje, las víctimas dan cuenta de las represalias que sufrieron. “La peor etapa fue la del golpe mismo, la guerra y la larga posguerra en los años 40, con ejecuciones, encarcelamientos, tortura, maltrato, expolio, trabajos forzados, exilio...”, señalan Post y Palacios. No obstante, no defienden la idea de que con el tiempo la violencia se suavizó y así se muestra en el documental con respecto a los últimos años del régimen.
“Son los años de palizas y torturas a opositores jóvenes en los calabozos de las cárceles o de lugares siniestros como la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol de Madrid. Los estados de excepción se suceden en los 60 y 70 debido a la formación de esa nueva oposición”, sostienen. De esta época es, precisamente, la ejecución de Salvador Puig Antich de la que habla su hermana Merçona, querellada en la causa argentina y la matanza de Vitoria de marzo de 1976 en la que murieron cinco personas por las balas de la policía armada.
Imputados muertos
El documental finaliza con un tono agridulce. No son pocos los que reconocen que la causa contra los criminales del franquismo no va a llegar a buen puerto. Además, muchos de los que participaron de aquello e, incluso, imputados por la jueza Servini, como el propio Utrera Molina, también han fallecido. Utrera fue despedido hace unos meses en una iglesia de Nerja (Málaga) al son del Cara el Sol.
Los directores del documental son conscientes de que“ la querella necesita a personas vivas. Y también con los imputados vivos hay que ver si los crímenes se podrán probar”. De momento, sólo el exministro de Franco y del primer gobierno de Adolfo Suárez, Rodolfo Martín Villa, ha accedido a declarar en Argentina.
En cualquier caso, las palabras finales de Servini y la abogada Ana Messutti intentan dejar algo de esperanza. “Es un país [España] que todavía tiene una gran cantidad de población que está muy dolorida. Gente que no ha sido feliz en su vida porque llevan una carga muy pesada”, afirma la jueza.
“Ascensión y todas estas personas han hecho justicia. En algún momento algo se conseguirá, pero cada uno de estos pasos es hacer justicia. Se va haciendo justicia al andar”, añade Messuti. El cine, por su parte, con este documental, ya ha hecho su propio juicio a los criminales.