Es muy difícil hablar de Sharon Tate sin empezar por el final, por injusto que sea. Los zombies orquestados por Charles Manson no solo terminaron con su vida y la de su hijo, sino que también lo hicieron con su recuerdo. Ha pasado a la historia por haber sido una belleza, la mujer de Roman Polanski y aquella a la que apuñalaron estando embarazada de ocho meses. Pero, por supuesto, fue muchas otras cosas, algunas conseguidas a base de mucho trabajo.
La familia de Tate lleva desde su muerte luchando porque su figura se desvincule de la secta asesina. Primero fue su madre y ahora es su hermana Debra la que se encarga. “Y después de mí, será alguno de nuestros descendientes”, explica en el documental Sharon Tate: Murdered Innocence (Sharon Tate: inocencia asesinada) , dirigido por John Griffin. Este 2019 se cumplen 50 años del crimen y la efeméride se ha traducido en un tsunami de 'celebraciones' en la gran pantalla que ha hecho que la familia tenga que multiplicar sus esfuerzos.
Este año están previstos los estrenos de tres películas en las que Sharon aparece interpretada por otra actriz y su hermana solo ha dado el visto bueno completo a una, la dirigida por Michael Polish y protagonizada por Kate Bosworth. De hecho, es una de las productoras del filme, titulado Tate, que se aleja del aniquilamiento para mostrar lo que hizo estando viva.
Puede que sea la menos sonada del trío. La que ha levantado la expectación de todo el mundo es la de Quentin Tarantino, Once Upon a Time in Hollywood. Protagonizada por Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, con Margot Robbie haciendo de Tate, cuenta la historia de dos actores que intentan reavivar su carrera en Hollywood en el año 1969 y casualmente son vecinos de la malograda actriz.
Desde que el director dio las primeras pistas de lo que sería la película -en un principio iba a estar más centrado en el tema Manson, aunque después se desvió ligeramente- se despertó un interés exacerbado, también entre actores y actrices. Todo el mundo quería aparecer y, de hecho, la lista de secundarios y cameos es impresionante: Lena Dunham, Tim Roth, Dakota Fanning, Kurt Russell, Burt Reynolds o incluso Luke Perry son algunos de los integrantes.
Tanto la trama inicial como la fecha del estreno de la película, que Tarantino había fijado para el 9 de agosto (día exacto en el que se produjo la matanza), indignaron a Debra Tate, que acusó al director de “cutre” y “aprovechado”. Al final se reunieron y el lanzamiento será el 26 de julio y, según las declaraciones de Tate a TMZ, “la película no es lo que la gente espera al combinar los nombres de Manson y Tarantino”. Pero tampoco está 100% convencida.
La que ha recibido todo su desprecio ha sido The Haunting Of Sharon Tate, una historia de terror psicológico centrada en la masacre de Cielo Drive con Hilary Duff como protagonista. Según afirmó en la revista People (Debra no duda en contar su verdad allí donde se lo pidan), la trama es una invención total que no tienen manera de demostrar. Su hermana nunca tuvo una premonición acerca de cómo ella y su exnovio, el estilista Jay Sebring, iban a morir acuchillados en la garganta, como se muestra en una de las escenas principales de la película. “Todos se dan prisa para sacar algo con motivo del 50 aniversario de este horrible evento de una manera muy zafia”.
Pero quién fue Sharon
Hija de un coronel de los Estados Unidos y un ama de casa, nació en Texas en 1943. Su madre marcó su camino vital desde que a los seis meses la presentó al concurso 'Miss Tiny Tot of Dallas pageant' y lo ganó. A partir de ahí su victoria en competiciones de belleza en Estados Unidos se hizo frecuente. Con 17 años se mudó a Verona con su familia y estudió en un instituto para estadounidenses destinados a Italia, en donde se convirtió en la primera reina del baile de la historia de la institución.
Tate siempre fue consciente del poder de su belleza, y supo que si conseguía que alguien se fijase en ella conseguiría medrar en la industria. Acertó y consiguió un papel de extra en la película Adventures of a Young Man, donde el actor Richard Beymer detectó su potencial como actriz de Hollywood. Animada, se mudó a Estados Unidos y consiguió un contrato de siete años con Filmways, Inc. Fue uno de los últimos acuerdos de este tipo que se firmó, aunque habían sido muy habituales en décadas anteriores. Básicamente la productora invertía tiempo y dinero en formar a una joven para ser estrella a costa de tener la exclusividad de sus trabajos.
Se alojó en la residencia femenina y católica Studio Club y tuvo pequeños papeles en series como The Beverly Hillbillies. Su primer papel importante fue en la película Eye Of The Devil, con David Niven y Deborah Kerr, en 1965. Un año antes había comenzado una relación con el estilista más importante de Hollywood, Jay Sebring. Vivían en una casa en Los Ángeles que había sido propiedad de Paul Bern, el marido de Jean Harlow, que se suicidó pegándose un tiro en la cabeza en su habitación.
En 1966 viajó a Londres para rodar El baile de los vampiros, donde conoció a Roman Polanski, del que se enamoró y con el que se casó, aunque Sebring sería una figura presente en su vida hasta el final (que compartieron). Polanski y ella vivían en la playa y por su casa pasaban la flor y nata de la industria del cine, todo era fiesta y disfrute, el final de los 60 en Estados Unidos.
Un año más tarde, en 1967, interpretó el papel con el que se empezaría a consagrar como estrella del cine, el de Jennifer North en El valle de las muñecas. La película, basada en el best seller de Jacqueline Susann, cuenta la historia de tres mujeres jóvenes que trabajan en el mundo del espectáculo en el cual sobreviven a base de alcohol y pastillas. Su personaje tiene mucho de ella, inocente e insegura de su talento (frases del guion como “se que todo lo que tengo es cuerpo” también las pronunció en la vida real alguna vez), pero que no se deja corromper por el ansia de fama.
Adiós a la prosperidad de los 60
Pese a las críticas que obtuvo la película -algunas terribles, como la de Susann, que la odió-, fue un bombazo en taquilla y a ella la nominaron para un Globo de Oro. Su nombre sonaba independiente al de Polanski en el plano profesional y su belleza ya no eclipsaba tanto a la intérprete. Un año más tarde se quedó embarazada, algo que llevaba deseando mucho tiempo. A su marido, que pasó su infancia en campos de concentración de los nazis, no le hacía mucha gracia el traer a otro ser humano a un mundo tan cruel, pero no le quedó otra que hacerse a la idea.
Se mudaron al 10050 de Cielo Drive, y ella se fue a Francia a rodar The Wrecking Crew, donde se hizo amiga de Bruce Lee, antes de que se le notase el embarazo. Su último trabajo fue en The Thirteen Chairs. La postproducción del largometraje se hizo en Londres y allí pasó unas semanas con Polanski, que estaba trabajando en El día del delfín. Tate compró pasajes para regresar a Estados Unidos en el barco Queen Mary II pero finalmente el cineasta tuvo que quedarse (según los cotilleos, para estar con una de sus múltiples amantes, relaciones que ella conocía).
Él fue uno de los que se libró de la masacre que se llevó por delante a la actriz. También Bruce Lee, la propia Jacqueline Susann y Debra, su hermana, a la que le dijo que no fuese a la casa con sus amigos. No tuvieron tanta suerte Jay Sebring, Voytek Frykowski, Winifred Chapman, Steven Parent y Abigail Folger. El crimen estremeció a la ciudad, Polanski se obsesionó con encontrar a los asesinos buscando entre amigos y conocidos y Charles Manson se convirtió en una superestrella maligna que nunca dejó de tener seguidores.
La escritora estadounidense Joan Didion sentenció que: “Muchas de las personas que conozco en Los Ángeles creen que la felicidad y prosperidad de los años 60 terminó ese 9 de agosto de 1969, exactamente en el momento en el que los asesinos, atravesando la ciudad como una bala de fuego, llegaron a Cielo Drive. De alguna manera es cierto: ese día la tensión se rompió, la promesa se cumplió”.
La figura de Tate se llenó de misticismo: se la relacionó con rituales satánicos (los medios sacaron fotos de la película Eye Of The Devil y escribieron sobre su fascinación por la casa en la que vivió con Jay Sebring y el suicidio de Bern), se dijo que Polanski lo había orquestado todo para acabar con ella y con el hijo que no quería tener y multitud de teorías conspirativas más que nunca se demostraron. Lo que no se puede negar es que ese asesinato truncó una carrera que se estaba consolidando, una maternidad deseada y la vida de una mujer que fue mucho más que una víctima.