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Entrevista

Shyamalan: “Ni por todo el dinero del mundo haría una película para una plataforma”

Javier Zurro

2 de febrero de 2023 23:15 h

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La llegada de M. Night Shyamalan al cine fue como la de un elefante en una cacharrería. Nadie le conocía y de repente, llega con una de esas películas que marcan el cine. Una historia de fantasmas con un giro final que tuvo al público comentando meses. Eran tiempos sin Twitter, si no, la sorpresa final de El sexto sentido hubiera corrido como la pólvora. Shyamalan se revelaba como un cineasta capaz de ofrecer nuevos enfoques a historias que ya conocemos. La historia de un niño que ve espíritus nunca había emocionado como entonces, y su éxito en taquilla (con nominaciones al Oscar incluidas) le colocaron como uno de esos directores con los que Hollywood cree haber encontrado una gallina de los huevos de oro.

La encontró durante otras dos películas que fueron éxitos absolutos, El protegido y Señales, revisiones del cine de superhéroes y de extraterrestres siempre atravesados por su seña personal y por tener en su centro historias humanas sobre la familia. Cuando Shyamalan empezó a despegarse de sus giros finales, la crítica y el público comenzaron a darle la espalda, un encontronazo que se materializó en su peor película, After Earth.

Pero Shyamalan seguía teniendo mucho que contar, y apostó por un modelo de películas de presupuestos muy moderados, producidas por él y en las que tenía total control creativo. Lo demostró con La visita, con la sorprendente Múltiple —que abrió de forma original un universo cinematográfico de El protegido— y hasta con la irregular Old. Ahora regresa con Llaman a la puerta, un relato que se basa en una premisa tan sencilla como hipnótica. Cuatro extraños aparecen en la puerta asegurando que llega el apocalipsis, y que solo se detendrá si un miembro de la familia que vive en esa cabaña es asesinado por el resto de miembros. Una vuelta de tuerca a las home invasion, películas sobre psicópatas que amenazan a la gente en una casa, que puede, incluso, desbancar a Avatar del número uno de la taquilla tras siete semanas de reinado.

Esta película se basa en una novela, igual que su anterior obra, algo que hasta ahora no era muy común en su filmografía, ¿cómo nace este proyecto?

Estos años han sido un poco raros, sí, porque Old se basó en una novela gráfica francesa que me regaló mi hija; y luego me llegó este guion para producírselo a unos cineastas que estaban haciendo una versión de esta novela, pero esa película nunca se llegó a hacer y el libro volvió a mí, y pensamos: ‘Amamos a la gente que posee los derechos y nos encanta su versión’. Así que me lo pensé y dije que lo dirigiría. Es una cosa muy inusual, pero eso ha tenido consecuencias, porque ahora sé cuáles van a ser mis próximas tres películas, las tengo en mi cabeza y son ideas propias. Esto es bueno, porque en el caso de que se me dejen de ocurrir películas, sé que al menos me quedan cinco o seis años haciendo cine.

Usted produce sus propias películas, ¿cómo de importante es para usted tener el control total sobre las decisiones creativas de cada obra?

No puedo hacerlo de otra manera. Simplemente, no puedo hacerlo. No es por soberbia, es para cuidar la salud. Yo soy mi propio objetivo. Le decía esto a mi hija, que ahora es cineasta y va a hacer su primer largometraje, todo va sobre ‘fallar de forma segura’. Creo que el proceso debería consistir en eso, en poder ‘fracasar con seguridad’. Ver si algo no funciona, pensarlo de nuevo, escribirlo de nuevo, intentarlo de nuevo, cambiemos la fotografía, montémoslo de nuevo… eso da seguridad. Prueba y escucha. No tienes que entrar en pánico, pon a personas en el proceso que te ayuden a llegar a la meta. Creo profundamente que el público responde positivamente a esto, a cómo haces la película y a por qué la haces. Si Llaman a la puerta tiene éxito es porque pueden ver la singularidad de su voz; y cuando no lo hacen pueden oler que algo fue prefabricado en una fábrica. Ahora tengo esta relación con la industria en la que hago películas esencialmente independientes que se ponen en el sistema porque el propio sistema cree que puede venderlas porque llevan mi nombre, o por la razón que sea. Fantástico. Además, las distribuyen y llegan a todo el mundo. Digamos que es como si la gente estuviera recibiendo comida casera en un supermercado. 

Sé cuáles van a ser mis próximas tres películas, las tengo en mi cabeza y son ideas propias. Sé que, al menos, me quedan cinco o seis años haciendo cine

Usted ha producido una serie para una plataforma, pero de momento no ha dirigido ninguna película para ellos, todas han ido a cine. No sé si tiene clara esa separación.

Sí. Se puede hacer una película para una plataforma, pero es una forma menor. Imagina ver Llaman a la puerta en una plataforma, con tu perro lamiéndote, tu madre llamándote, la sopa calentándose en el microondas. Podrías hacerla y venir a verla a casa de mis padres, con una pantalla plana que está preestablecida para tener el color más horrible que te puedas imaginar… Si quieres que sea así tu película, adelante, toma el dinero, pero ¿de verdad crees que alguien va a poder conectar con esa historia? Es una forma menor de ver arte. ¿Quieres pagarme para hacer eso? Ni por todo el dinero del mundo. Esa es la respuesta, pero no finjas que ambas formas son equivalentes. Se lo dije una vez a una persona de un estudio que me preguntó si haría una. Le dije “claro, la haré, pero me prometes que vas a ver el resto de mis películas, y especialmente esta que voy a hacer, en casa de mis padres, en su televisor, con esos ajustes de mierda, mientras mi madre te da de comer y te habla de su vida en la India, porque así es como tú quieres que el resto del mundo consuma la película. Si no te has perdido cuando acabe de decir esto, firmo”. La persona se quedó en silencio y le dije “te perdiste, así que deja de preguntarme”.

En sus películas siempre hay un sello muy Shyamalan más allá del género. Un corazón muy humano. ¿Cómo consigue impregnar de ese sello cada historia?

Es inherente. No hay otro filtro. Soy yo quien toma todas las decisiones. Por ejemplo, escuché la música de Herdís Stefánsdóttir, una joven compositora islandesa en un programa de televisión y le dije que si quería componer su primera película, y ha hecho esta increíble partitura para Llaman a la puerta que suena como si fuera la versión femenina y de 2023 de Bernard Herrmann. No puedo evitar sentir que esa partitura también ofrece una versión de mí, de cosas que son importantes para mí. Todo es algo muy íntimo, porque en todas esas decisiones lo que estás viendo es una versión muy clara de quién soy yo. Cuando un fan se me acerca, siento que realmente me conoce. La relación con una celebridad normalmente es unidireccional, crees que conoces a alguien pero no es así, ellos solo interpretan a un personaje, pero en mi caso creo que ustedes sí que me conocen.

Esta película plantea el dilema sobre si hay que confiar en el ser humano o no.

Sí. Las grandes películas que admiro hablan sobre un gran tema y cada escena trata sobre ese tema. Como una especie de disertación, como si fueran las diferentes caras de un diamante, todo gira sobre la misma conversación, y eso las hace tan hermosas. Siempre trato de pensar de qué trata cada una de mis película. Puede que a veces no lo sepas, pero si lo sabes, la suma de las partes será mayor. Y efectivamente, esta película va sobre si creemos los unos en los otros. Cada escena versa sobre eso. La niña ve algo en Leonard al principio que le hace pensar que está diciendo la verdad, pero lo que está mirando es a un gigante que tiene miedo de algo. Y ella dice “él tiene miedo, eso es lo que me asusta, pero él no me asusta”. Ella tiene esta intuición, pero luego la pareja tiene que decidir, ¿creen en esos cuatro jinetes?, ¿creen los cuatro jinetes los unos en los otros?, ¿creen los esposos el uno en el otro?, ¿creen en las cosas que suceden en la pantalla de televisión? Y finalmente, ¿creemos en la humanidad o no? Así que todas las disertaciones tratan sobre el mismo tema.

Se cumple un año de un momento que fue histórico para el cine español, el Oso de Oro para Alcarràs. Usted fue el presidente del jurado que decidió el premio para Carla Simón, ¿cómo recuerda aquello?

Estaba pensando en ello el otro día. Fue realmente especial. Sabes, me sentí muy a gusto en esa situación, hablando sobre cine y sobre proteger el cine, dando cualquier consejo que pudiera dar a los otros cineastas sobre el cine. Estábamos admirando el cine. Y esa película fue tan hermosa, y había profundidad en sus interpretaciones. Sentí que todo era real, todos esos recuerdos familiares. Es increíble. Me he olvidado cuánto tiempo me dijo que estuvo haciendo el cásting, creo que como un año o algo así, para encontrar a todas esas personas reales. Menudo baremo, buscar tanto para buscar la calidad. La excepcionalidad de lo que logró es increíble.

Me acuerdo que aquí decíamos, quizás Shyamalan no es el director que mejor vaya a conectar con Alcarràs. Lo mismo que se dijo con Spielberg cuando en Cannes estaba de presidente del jurado, que había dudas sobre si se atrevería a premiar La vida de Adèle, y sí que lo hicieron ambos. ¿Cree que hay prejuicios de los espectadores hacia los directores?

Qué interesante… Sí, quizás puedo ver por qué pensabais que esa forma de narrar, cómo de escritura a mano, sin una estructura de narrativa, no encajaba con mis películas… Pero al final habla de la familia. Eso es lo que está en el centro. Y eso es algo muy mío. Y tenía alegría, y humor. Y ese cásting extraordinario. Esos niños increíbles. Bueno, todos los actores de todas las edades… Es una película profunda que habla sobre cómo no siempre podemos proteger a nuestra familia y eso realmente conectó conmigo. Pero creo que todos os sorprenderíais si vierais lo que hay en mi estantería de películas. A mí me encanta el cine que está completamente fuera del lenguaje que yo uso como narrador. De hecho, lo admiro porque yo no lo hago así, yo no sé pensar así.

Dígame algo que le haya gustado que no sea muy Shyamalan.

Todo a la vez en todas partes me parece una película encantadora. Estuve con la boca abierta casi todo el tiempo. Esa sensación de que estás viendo algo único, algo que era como exagerado, pero donde esa exageración funcionaba porque se convierte en su propio idioma. Me parece una película impactante.