La Singla, la bailaora de flamenco sorda que arrasó en los 60 para luego desaparecer del mundo

Javier Zurro

Málaga —
15 de marzo de 2023 22:43 h

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“Las palmas son sordas, y al compás”, decía Penélope Cruz en una de las escenas más míticas de La niña de tus ojos. Su personaje, Macarena Granados, enseñaba a los presos judíos que actuaban como extras en su filme cómo tocar las palmas, y lo hacía diciéndoles que tenían que sentir el compás dentro. Que la música nacía de dentro y tenía que ver más con sensaciones que con el propio ritmo. Así era como bailaba La Singla, la bailaora de flamenco que arrasó en los años 60 en España y en el resto del mundo, llegando a bailar para Dalí y a actuar en el Olympia de París. Podría ser una historia más, de no ser porque La Singla nació sorda y desapareció de la faz de la tierra cuando se encontraba en el punto más álgido de su carrera.

Lo que sorprende es que una historia tan rica, tan potente y tan inspiradora no esté escrita en los libros de historia. Nadie conoce a La Singla. Hemos oído historias de muchas bailaoras de flamenco, de muchos guitarristas y cantantes, pero ella nunca aparece entre esos nombres. Es como si fuera un fantasma que apareció, conquistó con su fuerza arrolladora cuando tenía apenas 16 años y desapareció poco después. La Singla no era una bailarina más. Los que la vieron actuar dicen que era una de las mejores, y una que desafiaba muchas normas establecidas. No solo porque no pudiera oír —lo que hacía que fuera ella quien marcara el compás a los músicos—, sino porque aparecía en el escenario con pantalones, con el pelo suelto y una mirada que atravesaba. Subvertía los cánones de belleza femenina, como también hizo con los del flamenco.

Paloma Zapata descubrió una foto de La Singla de casualidad. La directora rodaba un documental sobre Peret y buscaba imágenes de archivo. De repente, se quedó cautivada con su mirada: “Había algo en ella que me impactó, que me hizo pararme. Le pregunté a la nieta de Peret y me explicó un poco más sobre ella. Me dijo que era una bailaora, que tenía 14 o 15 años y que era sorda. Me pareció una historia muy interesante y busqué información en internet y no había casi. Encontré una página de Wikipedia que hablaba sobre todo de Los Tarantos —la película donde interpreta un pequeño personaje—, y luego había unos vídeos en una página americana que tenían millones de visitas y se habían viralizado”.

La directora no podía entender cómo La Singla no era “un icono del flamenco hoy en día y no había más cosas sobre ella”. “Me pareció muy extraño, porque sin yo ser una entendida del flamenco, podía ver que esa mujer era extraordinaria”, añade. Así nació La Singla, el documental que se ha presentado en el Festival de Málaga y que supone un viaje en búsqueda de la bailaora. Una mezcla de ficción, documental y un gran uso del material de archivo para encontrarla y descubrir qué pasó con ella. Un recorrido desde su auge, cuando estaba en el círculo cultural barcelonés con gente como la fotógrafa Colita, hasta su desaparición, provocada por la figura de su padre, que abandonó a su familia cuando era una niña y regresó para explotarla cuando se enteró de que iba a ser una estrella.

“Apareció un personaje oscuro, su padre. Oyó que ella era un negocio y volvió. Estuvo una temporada en segundo plano, sin hacerse notar, pero un día estalló el problema, y es que él tenía unos celos de todos nosotros y quería a la niña para él y el negocio para él. Hay un antes y un después. No nos dejo verla, la representó él. Desapareció de forma salvaje, abrupta”, cuenta Colita en la película mientras muestra su archivo fotográfico de las fiestas donde ella bailaba e hipnotizaba a todos.

La Singla fue castigada por ser mujer, por ser sorda, por ser gitana… Pero, además, “vivió una explotación machista que afectó profundamente en su salud mental y su salud en general”. “Además, probablemente no representaba esa feminidad del flamenco. Ella bailaba como un hombre, con mucha fuerza. Es la imagen del empoderamiento total, con pantalones, con el pelo suelto, salvaje, algo que impone”, opina la directora sobre su desaparición abrupta.

Cuando a La Singla le preguntaban cómo podía bailar siendo sorda, ella decía una palabra: “Coraje”. Y su madre lo explicaba, le daba coraje el mundo, y lo expresaba bailando. Sus zapateaos eran la muestra de una rabia contenida que se desataba. Aprendió a bailar viendo las manos de su madre, marcando el compás de las seguidillas y chasqueando los dedos, mientras ella interiorizaba el ritmo. Se acercaba mucho a los cantantes, porque podía notar la vibración de su voz y la usaba como guía para sus movimientos. 

El documental también muestra a herederas de La Singla como Mariángeles o, como la conocen, 'la niña del silencio', una bailaora sorda que enseña a la protagonista el flamenco con lengua de signos y lanza al espectador una lección. “No se dice sordomuda. Eso no existe. Somos sordos. Es una expresión ofensiva e incorrecta. Los sordos hablamos por lengua de signos y oralmente. Se es sordo de nacimiento, pero puedes aprender a hablar”, cuenta en una conversación en el documental. La representación de la comunidad sorda y de la comunidad gitana es otra de las claves de este filme, y algo en lo que su directora se fijó mucho y puso especial hincapié.

“Ahí entra la responsabilidad cuando haces cine. El cine es una herramienta para comunicar y cuando hablas de estos temas, hay que hacerlo de forma responsable y sí, educativa. Intentando no caer en los estereotipos de siempre. Por eso era importante para mí darle voz a la comunidad sorda, dejar claro que no son mudas. No se les han cortado las cuerdas vocales. Y también a la comunidad romaní, que en las proyecciones que hemos hecho nos han contado lo que valoran verse representados en la película, verse empoderados y sin los clichés con los que suele mostrarse a la comunidad gitana”, añade. 

La Singla rompió barreras que le habían dicho que eran imposibles de traspasar. Aprendió a bailar, a hablar, y triunfó en los escenarios. Luego se retiró cuando su salud mental le pidió parar, algo que también fue una lección. Sin embargo, su historia nunca se contó completa hasta ahora, y también se hace justicia con su figura, con el flamenco y con la comunidad sorda, que tienen un nuevo referente que no puede volver a caer en el olvido.