Sofia Coppola: “No he convertido a Elvis en un villano, pero he intentado no mostrarlo como un dios en su pedestal”
A Sofia Coppola siempre le han interesado las jaulas de oro. Las prisiones que no lo parecen. Las rutinas y hábitos que aplastan a las adolescentes en el momento en que tienen que moldear su propia personalidad. Si uno echa un vistazo a su filmografía se da cuenta de que todas sus películas están protagonizadas por jóvenes que se enfrentan a un punto de inflexión en sus vidas, y que acaban encerradas en un sitio que acaba funcionando como escenario y como metáfora de las barreras del personaje. Pasaba en el Tokio de Lost In Translation; en el castillo de María Antonieta, y en el hotel de Nowhere. A todos esos escenarios ahora se une uno que todo el mundo tiene idealizado en su cabeza, Graceland.
La mansión de Elvis Presley es la jaula dorada donde Coppola coloca a su nueva protagonista, Priscilla, la primera mujer del icono musical, que se mudó con él siendo menor de edad y que vivió semi encerrada en la lujosa mansión. Con Priscilla ―recién estrenada en cines―, Coppola escucha a la mujer a la que nadie quiso escuchar. A la que vivió las iras, los quiebros y el maltrato psicológico de una persona que la prensa y los medios convirtieron en un dios. Elvis era una estrella sin aristas. Guapo, carismático, brillante… Lo que ocurría dentro de su casa, aunque se sabía, no había por qué contarlo.
Es curioso que aunque la propia Priscilla Presley lo escribiera en unas memorias, el público no lo haya descubierto hasta que Sofia Coppola lo ha plasmado de forma brillante en un filme que ha causado el enfado de los herederos del músico, pero que ha emocionado hasta la lágrima a su protagonista. En el Festival de Venecia, donde el filme logró el premio a la mejor actriz para Cailee Spaeny, Priscilla tomó el micrófono en la rueda de prensa desde el patio de butacas y fue preguntada por el momento que más le había gustado. “El final”, dijo. Un final en el que una joven toma el valor de huir de aquella prisión y dejar al hombre al que había idealizado.
Fue más contundente Presley que Coppola, que siempre es más elocuente con sus películas que con sus entrevistas. En Venecia se revolvió al ser preguntada por si era una película feminista argumentando que era una historia “humana”. Unos meses después entiende que le dijeran que su película es feminista. “Sí, puedo ver por qué. Habla de su liberación como mujer. Ella estaba confinada y tuvo la fuerza para romper con la norma de ese momento, y me parece bien que digan que lo es”, dice de aquellas declaraciones en un encuentro reducido con periodistas.
Reconoce que le interesan las historias de adolescentes porque tiene “curiosidad por saber cómo las personas se convierten en quienes son finalmente”. “Fue interesante para mí escuchar la historia de una generación de mujeres como la de mi madre. Una época en la que había muchas limitaciones para las mujeres y para que obtuvieran ciertos derechos, y eso ha ocurrido hasta hace poco”, añade.
Herederos enfadados
Por supuesto, Priscilla no ha gustado a los herederos de Elvis, que han visto cómo la figura del patriarca se veía, por primera vez, cuestionada. De hecho, no permitieron que el filme usara ninguna de sus canciones. A Coppola no le ha importado, porque lo que quería era concentrarse en la historia de Priscilla “y no pensar en cómo se lo iba a tomar la gente”. “Para mí lo importante era ser precisa. Quería ser justa. Era importante para mí no convertir a Elvis en un villano. Tenía comportamientos que no están bien, y tenía sus luchas… es un ser humano multidimensional y quería mostrarle como tal, no como un dios en un pedestal”, ha subrayado.
Fue interesante escuchar la historia de una generación de mujeres como la de mi madre, que tenían limitados ciertos derechos, algo que ha ocurrido hasta hace poco
Para ella solo importaba una reacción, la de la propia Priscilla, cuya frase “esta es mi vida”, le sigue emocionando. “Fue realmente gratificante que ella se sintiera así, porque era importante para mí sentir que lo describíamos de una manera que le pareciera fiel. Nosotros teníamos nuestra opinión, pero luego tuvimos que imaginar cómo había ocurrido todo, así que me alegré de que ella se sintiera así”.
La prohibición de usar las canciones del artista ha hecho que la directora vuelva a apostar por el anacronismo musical y usar composiciones de su pareja, Thomas Mars, líder de la banda Phoenix. También le ha puesto en bandeja de plata terminar su película con una excelente elección que funciona como dardo a Elvis. Las puertas de Graceland se abren para que Priscilla huya mientras suena I Will Always Love You, la canción que popularizó Whitney Houston, pero entonada por su compositora original, Dolly Parton. Y aquí viene la historia tras el tema y el motivo por el que Coppola la eligió: “Primero sentí que quería tener la voz de una mujer al final, porque ella se está convirtiendo en una mujer. Así que eso era importante, y luego estaba la verdadera historia de la canción. Elvis quería grabarla, pero quería ser dueño de la canción, y Dolly dijo que no. Ella mantuvo su propiedad. Para mí, hay toda una historia de empoderamiento en esa decisión y en esa canción. También la letra está muy conectada con cómo se sentía Priscilla en ese momento, por lo que estoy muy feliz de que pudiéramos usarla”.
Su proyecto coincidió casi en el tiempo con el biopic de Elvis que dirigió Baz Luhrmann. Una película donde la diferencia de edad entre ambos apenas se menciona ni se le da importancia. Esa diferencia fue lo que más sorprendió a Coppola cuando leyó la biografía de Priscilla. “No tenía idea de que ella iba a la escuela secundaria cuando vivía con Elvis. Si ya es bastante difícil pasar por la escuela secundaria, imagina que tienes que vivir con Elvis y que tienes que convertirte en su compañera soñada”, apunta. Una relación que fue permitida por los padres de Priscilla, algo que la directora quiso entender y para lo que habló con ella: “Creo que su decisión dice mucho sobre la influencia de una persona poderosa, famosa y carismática y el efecto que puede tener en las personas. Creían, además, que si no la hubieran dejado ella habría encontrado la manera de llegar allí. Creo que tenían miedo, pero es difícil de entender, aunque intenté hacerlo todo lo que pude”.
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