No todo el mundo aprecia la obra de Andrei Tarkovski (1932-1986). Sus películas son visionarias pero también largas y, a veces, difíciles. Fue un director de grandes directores; Ingmar Bergman, su mejor alumno, le consideraba el mejor director de todos los tiempos. Akira Kurosawa y Roberto Rosellini le adoraban por encima de todas las cosas, y así, hasta Rotten Tomatoes, donde casi todas sus películas obtienen un improbable 100%. Entre el público llano, la valoración de sus obras oscila -dependiendo de la edad, humor y preferencias del espectador- de fascinantes a insoportables. Pero la llegada uno de los mejores directores de la historia del cine al dominio público, algo que ocurre cuando prescribe su licencia de copyright, es siempre una buena noticia.
Para las obras protegidas por licencias de propiedad intelectual, entrar en el dominio público no solo significa que se puede ver sin pasar por caja, sino también que se pueden difundir, estudiar, reinterpretar y hasta remezclar sin arriesgarse a una persecución legal. Lamentablemente, no es el caso de la obra de Tarkovski como apuntábamos en el pasado. Aunque la mayor y más antigua productora de Rusia ha liberado sus otras películas, el patrimonio de Andrei Tarkovsky están gestionados por www.films-sans-frontieres.fr y protegida por las leyes europeas y rusas, que perpetúa la protección hasta 70 años después de la muerte del último autor.
A pesar de todo y por no profundidar en la pérdida, repasamos las más importantes:
La Infancia de Iván (1962)
Su primera película, La infancia de Ivan, está basada en un relato de Vladímir Bogomólov sobre el periplo de un niño de doce años que queda huérfano durante la Segunda Guerra Mundial y es “adoptado” por los soldados. Formalmente austera, espiritualmente delicada, recibió el el León de Oro del Festival de Cine de Venecia y, con él, la atención de la prensa internacional. La italiana, concretamente, le acusó de azucarar con esteticismo burgués un relato de la clase obrera. Sartre le defendió.
Andrei Rublev (1966)
Andrei RublevEntre su primera y su segunda película, Tarkovski ya se había enfrentado a las autoridades rusas, que le quitó el dinero para su adaptación de El idiota de Dostoyevski y le prohibió realizar el Evangelio de San Lucas. Problema que resolvió con Andrei Rublev, una película épica de 205 minutos sobre el místico y pintor iconográfico medieval que en realidad va sobre la era del terror de los mongoles y los tártaros a principios del insalubre siglo XV. Las autoridades la prohibieron por rigor histórico, violencia y por ser francamente aterradora, por no mencionar la inoportuna crisis de fe de uno de los más venerados pintores religiosos de su historia. Su primera gran obra maestra.
Solaris (1972)
SolarisLa melancólica y espiritualmente venenosa Solaris está basada en la famosa novela de StanisÅaw Lem, un matrimonio tan utópico como el de Kubrick y Nabokov diez años antes. Seguramente la más inmediata de sus películas, fue la respuesta de Tarkovski al 2001 de Kubrick, que le había parecido fría y estéril. De ella heredó sus tomas XXL y los meticulosos encuadres simétricos que más tarde encontraremos en los grimosos pasillos de Alien, cubiertos de moco alienígena y radiante oscuridad. Con su apertura que recuerda a la Ofelia de Millais, una de las mejores del cine, Solaris ganó el gran premio del jurado de Cannes. A los que han visto la adaptación que hizo Steven Soderbergh en 2002: nada que ver.
The Mirror (1975)
The MirrorEste proyecto autobiográfico sobre la infancia del realizador se titulaba originalmente Un luminoso, luminoso día, un verso del famoso poeta Arseniy Tarkovski, que además es su padre. Tarkovski Sr. aparece leyendo su obra en varios momentos de la película, que se salta todas las convenciones del medio para crear un onírico ballet de recuerdos, sueños y fragmentos que documentan el contexto histórico, en este caso su propia infancia durante la IIGM. Allí reclutó a toda su familia, incluyendo su anciana madre y su segunda mujer Larissa, que hace de mujer del médico al que la madre le regala un pendiente. Más retorcido quizá, su hijastra real -Olga Kizilova- aparece como la niña pelirroja de la que el protagonista -su alter ego- se enamora.
Stalker (1979)
StalkerSu gran obra maestra, la alegórica Stalker Stalkeres una adaptación libre de una novela de los hermanos Boris y Arkady Strugatsky, Picnic en la carretera. Un científico y un escritor entran en La Zona, un espacio donde la materia cambia constantemente de aspecto, intenciones y lugar, cuyo corazón es un búnker con una habitación mágica donde todos los deseos se hacen realidad. Para sobrevivir a sus trucos pagan a un hombre (Stalker), el único capaz de reconocer las trampas que les pone el espacio y las tentaciones de la habitación. Posiblemente la única película verdaderamente merecedora de la etiqueta “thriller psicológico”, su sombría belleza es intoxicante, sus imágenes completamente inolvidables. Cate Blanchett jura que tenía cada toma grabada a fuego en la retina.
Aunque muy posterior, La Zona parece reflejar la famosa Zona de exclusión, un cerco de 30 kilómetros de radio alrededor del accidente de Chernóbil, fuertemente contaminado con radiactividad. Pero no fue rodada allí sino en una estación hidroeléctrica abandonada en Estonia. Tarkovski no quedó contento con la fotografía y rodó la película dos veces. Su ingeniero de sonido Vladimir Sharun ha asegurado en múltiples ocasiones que fueron los residuos químicos de la planta la causa del cáncer que acabó con el director, su mujer Larissa y con Anatoly Solonitsyn, “el escritor”.
Los fanáticos disfrutarán de Zona, el libro que Geoff Dyer escribió sobre la película.
Nostalghia (1983)
Nostalghia
Un escritor asfixiado por el típico vacío existencial que les sucede a los intelectuales cuando les sobreviene el éxito, escapa de su infeliz matrimonio y huye a la Toscana, donde todo es sepia. Allí conoce a un señor que le advierte del fin del mundo, cosa que le tranquiliza intensamente y le hace reflexionar. La más formalmente oscura y menos favorita de las películas de Tarkovski se llevó sin embargo el Grand Prix de Creation y el Premio de la crítica en Cannes en 1984.
El Sacrificio (1985)
El SacrificioLos amigos y enemigos de un crítico de teatro viajan a su isla para celebrar su cumpleaños. Una vez allí, la radio interrumpe la juerga para declarar la II Guerra Mundial. El protagonista de El Sacrificio promete sacrificar (sic) todo lo que ama, incluyendo su hijo de seis años, para deshacer la contienda. Sardonica y desesperada al mismo tiempo, esta película de la guerra fría empieza siendo una película bergmaniana para entregarse a los brazos de Buñuel.