En un ejercicio de timing perfecto, el juicio contra Donald Trump por los pagos a la actriz de cine de adultos Stormy Daniels coincidió con la presentación en el Festival de Cannes de la película The Apprentice, dirigida por el director iraní pero nacionalizado danés Ali Abbasi, que tras sorprender con Border y confirmarse con Holy Spider dirige su primer filme en inglés. Las palabras de Abbasi tras la proyección de gala dejaban claro que la intención de la película no era complacer a los republicanos.
“No existe una forma metafórica agradable de abordar la creciente ola de fascismo. Solo existe el camino desordenado. Solo existe el camino banal. Solo existe la manera de afrontar esta ola en sus propios términos, a su propio nivel y no va a ser agradable, pero creo que el problema del mundo es que la gente buena ha estado callada durante demasiado tiempo. Entonces creo que es hora de hacer películas relevantes. Es hora de hacer que las películas vuelvan a ser políticas”, dijo Abbasi tras recibir una inmensa ovación.
La reacción del equipo legal de Trump tampoco se ha hecho esperar, y en una declaración de su portavoz de campaña, Steven Cheung, a Variety ha avanzado que presentarán “una demanda para abordar las afirmaciones descaradamente falsas de estos supuestos cineastas”. “Esta basura es pura ficción que sensacionaliza mentiras que han sido desacreditadas durante mucho tiempo. Al igual que con los juicios ilegales de Biden, esto es una interferencia electoral por parte de las élites de Hollywood, que saben que el presidente Trump retomará la Casa Blanca y vencerá a su candidato elegido porque nada de lo que han hecho ha funcionado”, ha añadido.
La consideran una “pura difamación maliciosa que no debería ver la luz del día y ni siquiera merece un lugar en la sección de edición directa en DVD de una caja de ofertas en una tienda de películas cerrada, debería estar un contenedor de basura ardiendo”. Abbasi contestó desde la rueda de prensa del filme horas después: “Todo el mundo habla de que él ha demandado a mucha gente; pero no hablan de la tasa de éxito de esas demandas”. El cineasta se ha ofrecido públicamente a hacerle una proyección de la película y con ironía dijo que quizás a Trump le gustara la película y le sorprendería.
¿Parodia o condescendencia?
Este beef responde así también a mucha prensa que acusaba ayer a Abbasi de blanquear a Trump por su aproximación al líder republicano. El cineasta lo hace mirando a los años donde se forjó a la sombra de un personaje corrupto, manipulador, mentiroso y malvado como el abogado Roy Cohn, fallecido en 1986. Sin embargo, lo que hace The Apprentice âque coge el título del reality en el que Trump forjaba a empresariosâ es mostrarle como un ser sin principios, capaz de contratar a un abogado que tampoco los tiene para crear su figura y asentar su poder para luego comportarse incluso peor.
Lo hace desde una comedia que le reduce al absurdo. Se podría decir que plantea lo que hicieron Borja Cobeaga y Diego San José con Fe de etarras. Para reírse de ETA había que mostrar su banalidad, enfocar un lado 'cutre'. Convertirles en una parodia. “Reducir a un terrorista a un chiste es una victoria”, decía entonces el director de Negociador. Aquí Trump es un chiste, una parodia, pero no por eso es menos peligroso. Le muestran como una persona ignorante, absurda y hasta cutre, pero también una persona capaz desde el minuto uno de comprar políticos, cambiar leyes a su antojo y hasta segregar racialmente o pensar que se iba a contagiar de VIH si respiraba el aire de una persona homosexual.
Es hora de hacer películas relevantes. Es hora de hacer que las películas vuelvan a ser políticas
La película no es la sátira bestia que todos esperaban, es algo más sutil y más fino. El Trump que vemos está en los detalles. Es la persona que regala unos gemelos de circonitas diciendo que son de diamantes; y el mismo que es capaz de mandar a su hermano a dormir a un hotel para no tenerle en su casa a pesar de sus problemas con el alcohol. El cuñado que es incapaz de decir que no sabe esquiar porque él cree que debe estar por encima de todos.
La escena que habrá puesto a los abogados de Trump alerta y que los medios de Estados Unidos ya han comentado es la de una violación del personaje del político a su mujer, Ivana Trump. Una escena de sexo no consentido que sirve como uno de los puntos de inflexión del personaje. El monstruo consumando sus monstruosidades. Pero tampoco le habrá hecho gracia que The Apprentice se ría todo el rato de él al mostrarle como alguien gordo y calvo, capaz de recurrir a la cirugía para solucionarlo, en lo que se convierte en el clímax final del filme. Si el momento cumbre de una película es alguien quitándose grasa de la tripa y poniéndose pelo, no puede ser un retrato amable.
The Apprentice no es solo el retrato de Trump, sino de una época en donde todo cambia. Una época donde se institucionaliza la mentira. Donde el capitalismo arrampla con todo. Donde las desigualdades se agrandan y donde los tiburones de EEUU crean su caldo de cultivo perfecto. Viendo el retrato que hace Abbasi de aquella ciudad uno entiende a dónde hemos llegado. Lo hace, además, con un estilo visual que recrea las texturas e imágenes de cada época de forma brillante, dando un halo de realidad a lo que se ve.
Al frente del filme hay dos interpretaciones sobresalientes. La de Sebastian Stan como Trump, que evoluciona hasta ver los gestos y los dejes en las palabras que ahora vemos en cada declaración del republicano, pero sobre todo de Jeremy Strong, el actor de Succession que brilla como Roy Cohn. Strong no pudo estar en Cannes porque se encuentra haciendo teatro, pero dejó un comunicado escrito que leyó Abbasi antes de la rueda de prensa: “Me encuentro representando Un enemigo del pueblo, una frase que ha sido usada por Stalin, Goebbles y más recientemente Donald Trump cuando ha denunciado a la prensa libre. Vivimos en un mundo donde la verdad está siendo asaltada. Ahora estamos experimentando la sombra de Roy Cohn”. El equipo de The Apprentice ha llegado para tocar las narices a Trump, y de momento lo han logrado.