El misterioso caso de las películas que no se estrenan en España
El estreno tardío en la cartelera española de La cabaña en el bosque (Drew Goddard, 2012) ha resucitado en las redes sociales estas últimas semanas un debate que se reabre de manera intermitente entre el público más cinéfilo. ¿Por qué tardan tanto en estrenarse, si es que llegan a hacerlo, ciertos títulos en nuestros cines? El año y medio que la película ha permanecido secuestrada viene motivado en esta ocasión por circunstancias extraordinarias, el cierre de la rama de distribución de Vértice. No obstante, como explica Roberto Morato, periodista cinematográfico de la revista Imágenes de actualidad, la primera fecha de estreno estaba fijada con un retraso de casi seis meses con respecto a Estados Unidos y con la película ya editada en Blu-Ray y DVD tanto en allí como en Reino Unido.
La cabaña en el bosque, finalmente distribuida por Good Films, se ha estrenado en 20 salas y ha obtenido 9.651 euros de recaudación en su primer fin de semana. “Las cifras comerciales han sido bastante malas en la mayoría de ciudades donde se ha estrenado, pero también han sido buenas en Madrid y en Barcelona”, admite Iván Barredo, director de la distribuidora. ¿Hubiera rendido mejor en taquilla de haberse estrenado en fechas próximas a Los Vengadores, aprovechando el tirón de Joss Whedon, coguionista y productor de la película? Así se cansaron de pedirlo cientos de aficionados en Twitter, aunque la realidad ya se ha encargado de demostrar que el ruido de las redes sociales no siempre es garantía de éxito en las salas.
“Hablamos de una película especialmente sensible a los spoilers y cuya promoción debe estar basada en buena medida en el boca a boca. En este caso, todo lo que no sea un estreno casi simultáneo es dispararse al pie. El asunto es complicado porque el estreno simultáneo equivale a un mayor precio de compra, mientras que con el paso de los meses el producto se va abaratando. Otras posibles soluciones pasan por fomentar el VOD (vídeo bajo demanda) y reducir al mínimo posible las plataformas de exhibición por Internet. Se está generando un boom superior a la demanda y creando un precedente muy peligroso para su instauración en el mercado español”, advierte Morato.
Barredo tiene claro sin embargo que las películas dirigidas a un “público joven” cada vez funcionan peor en el cine, al menos en España. “Cuando se habla de retraso en el audiovisual como algo despectivo o criticable, ¿a qué nos referimos exactamente? ¿Retraso respecto al lanzamiento en su respectivo país de origen o respecto al día en que ya está ilegalmente en Internet?”.
En su opinión, en el segundo de los casos todas las películas, discos y series siempre se estrenarán con retraso, “mientras se mantenga la impunidad en España en esta cuestión, para mayor gloria de las compañías telefónicas y su banda ancha”. “Las industrias culturales, como cualquier otra industria, necesitan invertir trabajo, dinero y tiempo. ¿De verdad alguien cree que distribuir una película consiste en hacer una copia digital? Hay que comprar unos derechos, crear una campaña, pagar a unos trabajadores, contar con otras empresas, trabajar con prensa y publicidad, etcétera”.
Desaparecidos en lagunas
Desaparecidos en lagunasLa cabaña en el bosque es quizá el ejemplo más mediático de los últimos años, por su condición de cinta de género y de culto instantáneo, pero dista de ser el único. “Es imposible entender la cinematografía actual atendiendo a la cartelera española”, explica Morato, en línea con la opinión del cineasta Jonás Trueba: “Ocurre muy a menudo que la gente interesada en el cine encuentra que las carteleras cinematográficas de su ciudad son pobres. Pienso que el cine contemporáneo no está ni muchísimo menos representado en la cartelera de Madrid, y eso que es probablemente la ciudad española con la oferta más potente. Al final, intentas paliar esos vacíos recurriendo a otras alternativas”.
La existencia de estas lagunas es un problema endémico, pero se ha agudizado en los últimos años con los problemas sufridos por distribuidoras como Lauren Films, culpables de que nunca se estrenasen en España títulos como Shaolin Soccer (Stephen Chow, 2001) y Equilibrium (Kurt Wimmer, 2002). Los aficionados al cine que deseen disfrutar, sin ir más lejos, de la última película de Brian De Palma, Passion, van a tener que armarse de paciencia, porque carece de fecha de estreno y distribuidora en nuestro país al cierre de estas líneas.
Tampoco se estrenarán en salas a corto plazo los últimos trabajos de cineastas tan reputados como Abbas Kiarostami o Kim Ki-Duk, cuya Pietà se llevó el León de Oro en el Festival de Venecia. The grandmaster, lo último de Wong Kar-Wai, sí llegará a los cines españoles a principios de 2014, al menos cinco meses más tarde que en las salas estadounidenses.
Parece poco tiempo si se compara con los tres años que ha tardado en llegar a la cartelera Valentine (Derek Cianfrance, 2010) a pesar del gancho de su pareja protagonista, Ryan Gosling y Michelle Williams. Otros tres años tuvieron que esperar aquellos que optaron por ver en salas I'm not there, el atípico biopic de Bob Dylan dirigido por Todd Haynes. Y todo ello por no hablar, explica Morato, de aquellos títulos en formato DVD y Blu-Ray que pueblan las estanterías de tiendas especializadas sin que las distribuidoras apenas los hayan promocionado. Son ejemplos de este tipo de cine de culto sepultado por su invisibilidad Redada asesina (Gareth Evans, 2011) o Armados y cabreados y El mejor papá del mundo, ambas de Bobcat Goldthwait.
Acuerdos y desacuerdos
Acuerdos y desacuerdos¿De qué dependen los criterios de las distribuidoras para adquirir y estrenar películas? Sus herméticas razones –algunas de ellas han sido consultadas para este reportaje, pero no han ofrecido respuesta alguna al cierre de estas líneas– desconciertan por igual a público y a más de un cineasta. “La distribución en España es un círculo cerrado y de difícil acceso. A veces se compran películas que fracasan en su estreno internacional y se arrinconan retrasándolas sine die. Otras tantas son películas impuestas en paquetes y muchas más de las que parece la distribuidora española simplemente no sabe qué hacer con ellas porque no conocen su propio producto”, apunta Morato.
“Personalmente, no conozco ninguna distribuidora que se guarde películas. Cuando se compran los derechos de un título, el distribuidor lo primero que tiene en mente es una fecha en el calendario. Dependiendo de su catálogo y de las características contextuales de cada época, se van situando en diversos meses de estreno”, se defiende Barredo.
Ahora bien, se pregunta en alto el cineasta Norberto Ramos, “¿tiene sentido que pase más de un año para poder ver una película que no sólo te puedes descargar sino comprar legalmente en Amazon desde meses antes de su estreno en España? Sin ánimo alguno de defender la piratería, no pretendamos mantener un obsoleto sistema de territorios teniendo en cuenta que, cuando interesa, se estrenan series como The Walking Dead o Doctor Who a la vez en todo el mundo”. Ramos sabe bien de lo que habla. Su última película, Faraday, se proyectó en el último Festival de Sitges, parte de cuyo público suele confeccionar su parrilla sacrificando las películas que están ya disponibles en Internet, de manera legal o alegal.
El panorama de la distribución cinematográfica en España puede tornarse directamente desolador en el caso de modestas producciones nacionales o europeas que se estrenan con entre 5 y 25 copias, duran una semana en cartel y a las que apenas se dedica presupuesto para publicidad. Aquí también entran en juego, aunque sea materia de otro reportaje, las suspicacias y triquiñuelas de los exhibidores con respecto al 25% de filmes comunitarios que se ven obligados a proyectar cada año por un mandato europeo contra el que se han revuelto en más de una ocasión.
“A veces te da la sensación de que a los exhibidores cinematográficos sólo les gustaría poner cine norteamericano porque creen que es el que les va a llenar la sala”, se lamenta Trueba. “Si yo tuviera una red de cines no me importaría nada arriesgarme a estrenar algunas pelis independientes, low cost, autoproducidas o como quieras llamarlas”, apunta Ramos.low cost
Mientras, sigue inventando fórmulas y buscando caminos alternativos de distribución. Su segundo largometraje, Hienas, pasó de ser un serial-web a convertirse en un largometraje que pasó por varios festivales internacionales y acabó editándose en DVD y VOD en Filmin. Tras su mala experiencia con la distribuidora Friki Films decidió ir por libre. El último fin de semana (2011) la editó directamente él, vendiéndola desde su productora por correo a todas las partes del mundo en DVD y proyectándola en pases por cineclubs y filmotecas.
Con Summertime consiguió su película más rentable. “Si se le puede llamar rentable a no perder dinero y conseguir un aguinaldo para el equipo”, gracias a sus cuatro semanas en el Artistic Metroppol, su “preventa en DVD” y su compra para emisión en Canal Plus Xtra. “Otro hito para el low cost”, señala.low cost
La fórmula de 'Los ilusos'
La fórmula de 'Los ilusos'“Hay que apostar por crear un circuito paralelo porque hay demanda y películas suficientes. Esta red de distribución puede servir para dar cabida a otro tipo de propuestas cinematográficas”, propone Jonás Trueba. Desde abril está llevando su última película, Los Ilusos, a todos los puntos de la geografía española que estén dispuestos a proyectarla, ya sea el acogedor Café Kino de Lavapiés o la Cineteca de Madrid, en el Centro Niemeyer -en Avilés- o el CGAI coruñés.Café KinoCinetecaCentro NiemeyerCGAI coruñés
La experiencia le ha servido para que más de 10.000 personas hayan visto ya la película, pero también para alargar su vida útil y forjar un contacto directo con público y salas. “El modelo de distribución que he elegido para Los ilusos, aunque no hablaría de modelo como tal, se asemeja a un bolo de teatro o a un concierto. Es un sistema que te aboca a un tipo de espectador muy curioso, que ha buscado la película porque quiere verla y no se deja llevar por la inercia de los anuncios que haya visto en medios. El sistema aprovecha las posibilidades que ofrece lo digital, que permite proyectar cine en cualquier sitio”.
Trueba no pretende sentar cátedra. Es consciente de que se trata de una vía propiciada por las propias circunstancias de la producción. “Aprovechamos que teníamos una película pequeñita. No teníamos que recuperar una gran inversión, porque en realidad la habíamos hecho con ahorros y poco dinero, lo que nos permitió explorar la posibilidad de moverla nosotros mismos y ver qué pasaba. Eso no implica que crea que debamos cargarnos a los distribuidores, que aspiro a tener en otras películas futuras”.
Ya sea por convicción o porque no les ha quedado otro remedio, cineastas como Dani de la Orden (Barcelona Nit d'Estiu) han tenido que recurrir a experiencias de autogestión similares. El caldo de cultivo es el propicio para que fructifiquen plataformas de proyección bajo demanda como Screenly, que arrancará en marzo de 2014.Screenly
El funcionamiento es sencillo: se escoge una película de su catálogo y se invita a la gente a participar en el pase. Si se reúne el número de espectadores exigido, la película se proyecta. “Desde Screenly queremos de algún modo sistematizar y facilitar para todos lo que de manera artesanal muchos cineastas de aquí están haciendo por su cuenta”, explica Marc Prades, uno de sus responsables. “El sistema permite a los cineastas que el precio y condiciones del pase estén bajo su control y les ayuda a encontrar promotores que quieran organizar las proyecciones”.
¿Y los cines, qué hacemos entonces con los cines tradicionales? “Los cines son para los ricos”, asegura con sorna Norberto Ramos.