Pocas películas han marcado tanto el cine español como Arrebato (1979). Iván Zulueta dirigía su segunda película y partía por la mitad una industria que comenzaba a vivir, como el país, en democracia. Su historia sobre el cine como vampiro, sobre el proceso de creación, la droga y las relaciones tóxicas y dependientes, llegó como un terremoto de modernidad y libertad. Arrebato no se parecía a nada que se hubiera visto antes en España, y no hay nada que se haya hecho después que se le parezca. Es una obra única, irrepetible e inclasificable. Una película que debería haber sido el punto de inflexión en la carrera de su realizador, pero que lo fue de la forma en la que nadie esperaba.
Tras Arrebato, Iván Zulueta se retiró. Nunca más volvió a dirigir y dejó su filmografía con dos largometrajes. Una retirada que, de alguna forma, también ayudó a agrandar su leyenda, pero que dejó al mundo sin saber qué hubiera podido hacer una mente privilegiada cuyo destino también quedó marcado por su adicción a las drogas.
Sin embargo, aunque solo quedaran dos largometrajes, Zulueta rodó muchos cortos y muchas imágenes en Super 8 que se quedaron guardadas en forma de legado cinematográfico. Algunas de ellas, incluso las habíamos visto sin que lo supiéramos. Son aquellas que el personaje del misterioso Will More mandaba en Arrebato a Eusebio Poncela. Tras la muerte de Zulueta en 2009, todas esas pequeñas películas quedaron en una caja, custodiadas por el hermano del artista y por una de sus mejores amigas, Virginia Montenegro. Fue en 2019 cuando la Filmoteca contactó con ellos para guardar, restaurar y digitalizar un material que es historia del cine español y que pocos habían visto.
En esa caja aparecieron 80 títulos en Súper 8. Imágenes del rodaje de Arrebato, películas familiares, pequeños cortos, escenas grabadas desde su piso en Plaza España desde donde rodó su obra maestra… Son una pequeña muestra de cómo miraba Zulueta el mundo a través de su cámara. Cuando las vio el entonces director de la Filmoteca, Josetxo Cerdán, tuvo claro que había que hacer algo con ellas. “Nos pareció buena idea buscar a alguien cuyo universo creativo y artístico enlazase bien con eso”, decía en la presentación del proyecto en Filmoteca hace más de un año.
Ese alguien no podías ser otro que Jota, el líder de los Planetas, que, por primera vez, se embarca en una aventura en solitario. Lo hace para poner música inédita a las imágenes de aquella caja. El resultado se llama Plena Pausa, y aunque también tiene forma de disco con diez nuevas canciones, la forma en la que solo se puede disfrutar es en directo, con la proyección de las imágenes grabadas por Zulueta acompañadas por las composiciones creadas por Jota. Solo él, que de alguna forma podría ser una personalidad paralela a Zulueta en el mundo de la música española, podía haber hecho una banda sonora que encajara tan bien en el universo creativo del director.
Aunque en diciembre se presentara en directo en Madrid, hasta ahora el proyecto de Plena Pausa no había podido verse fuera de las paredes de Filmoteca. Uno de los primeros sitios donde se ha disfrutado ha sido en Seminci, donde su nuevo director, José Luis Cienfuegos, ha mostrado su inteligencia y su buen gusto programando el evento como una suerte de inauguración paralela. Un día antes de que el festival de Valladolid dé comienzo oficial con La contadora de películas, Jota se plantó con su banda en el teatro Carrión para desvelar en lo que llevaba tanto tiempo trabajando.
De primeras, la propia puesta en escena del concierto ya da un giro emocionante. El músico y sus acompañantes se giran y dan la espalda a los asistentes. Ellos son unos espectadores más dispuestos a disfrutar las imágenes de Zulueta. Y ahí comienza la magia. Sobre la pantalla aparecen, primero, las imágenes del archivo familiar que grabó su familia -su padre fue director del Festival de Cine de San Sebastián-. Imágenes domésticas y cotidianas.
Poco a poco el Zulueta artista empieza a salir a la luz, y uno puede ver cortos que nunca había podido disfrutar, como El loco (1959), rodada con tan solo 16 años y donde ya deja fogonazos de genio con la cámara. También en Hotel (1975), donde desde su apartamento en Plaza España -donde se desarrollaba su obra maestra- rueda todo lo que ocurre en el centro de Madrid, desde una pequeña carga policial, hasta la visita del presidente de EEUU o el intento de suicidio de una mujer y la llegada de los bomberos.
En esa creación, la letra de Jota describe y acompaña lo que uno ve en pantalla de forma hipnótica. Nunca se coloca por encima de lo que se ve, y sirve como banda sonora de unas imágenes que nunca tuvieron sonido. A pesar de las diez composiciones nuevas, Jota también recurre a algún clásico básico de Los Planetas, y revisita su popular Un buen día para Arrebato (Un buen día para Iván).
Los fans de Arrebato no podrán más que emocionarse por todas las imágenes que remiten a la obra maestra de Zulueta. Desde Cecilia Roth maquillándose como Betty Boop para una de las escenas más míticas del filme, hasta un momento en el que solo se ve a Eusebio Poncela fumar un cigarro y a Will More, con su enigmático rostro, llorando sin que nadie sepa por qué. Hasta Almodóvar con una cámara de Súper 8 se pasea por unas imágenes que son testimonio fílmico y ahora musical de un momento clave de la historia reciente.
Un momento en el que la droga tenía mucha presencia y, por tanto, también aparece en uno de los cortos, igual que apareció en Arrebato y en la vida de Zulueta. Aquella película mostraba de forma explícita un brazo inyectándose heroína. Ahora vemos las bambalinas de aquel momento. Graba a la cámara que se acerca al brazo y a la jeringuilla. Cine dentro del cine para una escena que sigue estremeciendo de la misma forma que hace más de 40 años.
Hasta el propio título del proyecto tiene que ver con Arrebato, ese Plena Pausa que viene de una frase del filme. “Dime, ¿cuánto tiempo te podías llegar a pasar mirando este cromo? (...) ¡Años, siglos... toda una mañana! Imposible saberlo, estabas en plena fuga... éxtasis... colgado en plena pausa... ¡Arrebatado!”, se escucha en el filme de Zulueta. Esa 'Plena Pausa' se escuchará también en la voz de Jota. Lo hace en la última frase de la última canción, Mi ego está en Babia. “Mi ego está en Babia, en plena pausa”, y de alguna forma cierra el círculo. Jota habla de sí mismo, de Zulueta. Lo que se ve en la pantalla, lo que se escucha, y la vida real, se funden en un cierre único para un espectáculo único y la mejor forma posible de inaugurar un festival que tiene la etiqueta ‘de autor’ pegada a su nombre.