Hace cien años que nació TBO, una revista cuyo impacto es sencillísimo de calibrar: gracias a ella, en España llamamos a los cómics “tebeos”. A pesar de que carecía, a diferencia de su rival editorial Bruguera, de personajes tan emblemáticos como Mortadelo o Zipi y Zape (La familia Ulises anduvo cerca), su impacto en la sociedad española del siglo XX es inabarcable.
Antoni Guiral ha realizado una aproximación imprescindible a su legado e historia en el recién publicado 100 años de TBO, un volumen de Ediciones B que ilustra a fondo la historia de la publicación, aderezándola con cientos de páginas extraídas de la revista. Con la colaboración del coleccionista de la publicación Lluís Giralt, Guiral ha firmado una obra de referencia única. Hablamos con él de por qué TBO es ya parte indisociable de nuestra cultura pop.
¿Dónde reside la importancia de TBO? ¿En su longevidad, su impacto en nuestra cultura, su papel en la industria editorial?
De hecho, por las tres cosas. Por su longevidad, porque TBO es la única revista de historietas que ha sobrevivido tantos años, de 1917 a 1998, aunque con algunos años en medio en blanco (de hecho, solo seis). Eso representa una implicación muy importante en nuestra cultura popular, que ha llegado a varias generaciones de españoles.
También por su impacto en nuestra cultura, porque gracias a su popularidad no solo creó frases hechas en la calle (“¡Yo quiero un TBO!”, por la canción; “Esto parece un invento del TBO”, “Tienes más años que el TBO”), sino que sirvió de educación sentimental a esas muchas generaciones, que se nutrieron de sus series y personajes, de su filosofía.
Y finalmente, por su papel en la industria editorial, por sus ventas muy importantes (230.000 ejemplares en los años treinta, casi 350.000 ejemplares en los cincuenta), por ser la primera revista de historietas de aparición regular y marcar una forma de entender este tipo de publicaciones.
¿Qué características formaron parte indisociable del TBO durante toda su trayectoria? O dicho de otra manera, ¿cuál es el ADN del TBO?
Por un lado, el hecho de publicar historietas festivas para toda la familia. Por otro, series y secciones como Los grandes inventos de TBO o La familia Ulises. En esencia, su regularidad: se intentaba siempre contar con los mejores autores del momento y promover la fidelización a través de series como las mencionadas y otras como Josechu el vasco o Altamiro de la cueva.
¿Qué autores destacaría de su plantel de artistas?
Es muy difícil destacar a unos pocos, porque muchos de ellos eran de los más importantes en terrenos como la ilustración, el dibujo animado o la historieta. Quizá a Ricard Opisso, por su calidad como ilustrador y por cómo marcó la línea gráfica de TBO durante los años veinte y treinta con sus portadas; a Benejam, por ser un maestro de la narrativa en viñetas y por su trazo ágil, expresivo, y por ser uno de los autores que más páginas publicó en TBO; y a Coll, por su forma de entender la psicología humana, de retratarla en historietas que parecían sencillas pero eran muy complejas, por ser un maestro en el arte de narrar sin diálogos.
Los aficionados al cómic, precisamente, están familiarizados con Coll, Benejam, etc., pero, ¿hay autores que merezcan reivindicación, que estén a su altura y el tiempo les haya dejado un poco de lado?
Muchos, demasiados. Tenemos la memoria muy corta en este país, y más cuando nos referimos a temas culturales. Hay pocas reediciones de grandes artistas, ya que si no se reivindican o reeditan es como si nunca hubieran existido.
En el caso concreto de TBO, aunque hay muchos más, podríamos citar a Ayné, Batllori Jofré, Blanco, Cabrero Arnal, Castanys, Óscar Daniel, Méndez Álvares, Salvador Mestres, Arturo Moreno, Muntañola, Raf, Sabatés, Serra Massana, Tínez o Urda.
¿Por qué cree que Los inventos de TBO calaron tanto entre los lectores?Los inventos de TBO
Entiendo que por su originalidad; se trataba de invenciones estrafalarias, hechas en teoría para mejorar la cotidianidad, algunas de ellas realizadas por peritos mecánicos, como Nit o Sabatés. De hecho, algunas eran perfectamente construibles.
¿Y La Familia Ulises?La Familia Ulises
La Familia Ulises es punto y aparte. Creo que fue la mejor serie de TBO y una de las mejores de toda la historieta española. Buigas y Benejam crearon unos personajes entrañables con los que mostraron la evolución de la clase media española desde la posguerra hasta la democracia, pasando por el desarrollismo.
¿Qué diferenciaba al TBO de las publicaciones de Bruguera?
Las diferencias radican, por un lado, en que muchos de los autores de la llamada Escuela Bruguera dibujaban a los personajes más vívidos, se movían más, ni pisaban el suelo, casi flotaban, mientras que los de TBO, aunque caricaturizados, eran más formales estéticamente hablando y siempre se veía “por dónde pisaban”.
Por otro lado, sobre todo, estaba el hecho de que el humor de Bruguera era más radical, más feroz, más crítico, mientras que el de TBO era algo más inocente, más blando… aunque no en exceso, ya que durante los años cuarenta y cincuenta aparecieron en TBO muchas historietas que sí reflejaban la cotidianidad del momento, sobre todo en La familia Ulises.
¿Por qué sus editores no consiguieron multiplicar la fórmula en múltiples publicaciones, como sí consiguió su rival?
Los editores de TBO prefirieron montar una empresa familiar y concentrarse en una sola revista regular, esa es la otra gran diferencia con Bruguera, que era una empresa grande que publicaba muchos títulos. Sin embargo, los editores de TBO, a lo largo de su historia, publicaron otras colecciones, y, sobre todo, a partir de 1964 instituyeron la línea de extraordinarios, de los que llegaron a publicar, en algunos años, uno al mes.
Hay una etapa del TBO, la inicial, que no es tan conocida como las posteriores. ¿Qué la diferenciaba del resto de las revistas de historietas del momento?
La etapa inicial -sobre todo a partir del nº 10, que es cuando compra la cabecera Joaquim Buigas, quien la edita y dirige durante 46 años- incluía más historietas en su contenido e incorporaba una en la portada. También intentaba ser una revista de historietas que no fueran moralistas ni educativas, que sirvieran para que los lectores (que no eran solo niños, sino toda la familia) pasaran un buen rato.
Es llamativo que TBO no hiciera ninguna referencia a la Guerra Civil cuando estalló el conflicto. ¿A qué se debía, le benefició?
De hecho, fueron muy pocos los tebeos del bando republicano que hicieron referencias claras a la Guerra Civil. Da la sensación de que querían utilizar las revistas de historietas para que sus lectores precisamente olvidaran un rato lo que estaban pasando. En TBO hay alguna historieta que hace referencia a los bombardeos o a las colas para comprar comida.
¿Y qué fue de la antigua revista para niños Floreal?
Cuando se colectivizaron las empresas en Catalunya en 1936, Editorial Buigas, la editorial de TBO, también lo fue, concretamente por Escuela Nueva Unificada, una institución educativa de tendencia mayoritaria anarquista. Pero Buigas llegó a un acuerdo con ellos: como no sabían gestionar la dirección de una revista, acordaron que TBO incluiría dos páginas tituladas Floreal, el nombre de la antigua revista.
Estas dos páginas estaban al final y tenías que girarla para leerlas, por lo que quedaba muy claro que se trataba de “otra cosa”. Sin embargo, la ideología de Escuela Nueva Unificada apenas traslució en una columna de texto, ya que el resto eran o bien textos culturales, o bien historietas de los autores de TBO que se podían haber publicado tranquilamente en el interior de la revista.
Más tarde, con el franquismo, ¿tuvo TBO problemas con la censura?
Sí, algunos. De hecho, TBO, como todas las revistas, tenía que presentar una maqueta de cada número para pasar por censura previa. En un caso de 1944, por ejemplo, se censuró una historieta que Buigas, el director, volvió a presentar dos números después y fue aceptada.
En 1951 tuvieron un problema grave. Díaz, uno de los colaboradores de TBO, había incluido en su sección El ojo electrónico un texto humorístico sobre un tal Blas Pérez. El problema es que Blas Pérez era el nombre real del por entonces ministro de la Gobernación, por lo que la policía se presentó en redacción para secuestrar todos los ejemplares que pudo (que debieron de ser pocos) e impuso una multa de 3.000 pesetas.
Mucho después, ya en 1970, censuraron una historieta de Blanco que hablaba de que si no tenías recomendaciones no podías ni obtener un teléfono ni matricular a tu hijo en la escuela. Esa historieta quedó inédita y, por cierto, podrá verse en el Salón del Cómic de Barcelona, en la exposición dedicada a TBO y a Josep Maria Blanco.
Hubo dos encarnaciones muy interesantes de la revista postTBO clásico. Una es la de Bruguera y otra la de Ediciones B, ambas orientadas quizás a un público más adulto. ¿Qué tenían de especial? ¿Por qué no llegaron a calar como su precedente clásico?
La primera, la de 1986 de Bruguera, que había comprado la cabecera de TBO en 1983 cuando ésta desapareció, era en realidad una revista de cómics para adultos, en la línea de otras de la época como Cairo o Madriz. No pasó del número 7 porque Bruguera quebró y cerró definitivamente sus puertas.
El TBO de Ediciones B, recuperado en 1988, sobrevivió diez años, lo que no está nada mal. En este caso, recuperaron el espíritu de TBO, con historietas nuevas pero para todo tipo de lectores, y recordando al TBO clásico en un encarte central de 16 páginas donde reeditaban viejas historietas de la revista. Este TBO, el de Ediciones B, desapareció porque por entonces llegó la crisis del formato de revista de cómics y muchas cabeceras desaparecieron.
Hablemos de su libro 100 años de TBO. El trabajo de documentación es impresionante. ¿Cómo surgió el proyecto? 100 años de TBO.
El proyecto se lo propuse yo a Ediciones B hace dos años. Lo valoraron, y me encargaron oficialmente el libro. He trabajado muy bien con Ediciones B, me ha dejado hacer el libro que quería hacer, y tal y como es (320 páginas, edición con papel de calidad, etc.) suponía un riesgo.
¿Qué partes han supuesto más trabajo y dedicación?
Lo primero que tuve claro es que ese libro tenía que hacerlo con Lluís Giralt. Es un experto en TBO y dispone de prácticamente toda la colección de TBO impresos, además de muchos originales.
Giralt se leyó todos los TBO, me hizo un sumario de cada uno de ellos, indicando de quién era cada página y cuándo entraba o salía un autor o serie, y me pasó mucha información que yo desconocía. Además, me cedió para trabajar todos sus TBO, que pude leer, y puso a mi disposición esos originales. Por tanto, casi todas las imágenes del libro surgen de su colección. Yo iba tomando notas de todo; entonces, decidí el sumario y dividir el libro en dos grandes partes (un repaso histórico más u glosario de 29 autores y sus guionistas).
Los autores son la base de TBO, su alma máter. Espero que el libro sirva, al menos, para recordar ese patrimonio cultural que es tan nuestro, y para reivindicar la figura de sus autores.