La novela gráfica Dulce de leche (La Cúpula) está siendo una de las sensaciones de la temporada. Se trata del primer cómic del italiano Miguel Vila (Padua, 1993) que se publica en España, y es el relato de un triángulo amoroso que se desarrolla en la ciudad natal del dibujante. Marco sale con Estella, pero cuando conozca a Lulú, la madre del niño que Estella cuida como canguro, se despertará en él un impulso inconfesable. Dulce de leche es una historia de realismo sucio narrada con un dibujo impecable, que se sumerge en el concepto del deseo y el tabú para explorar muchas de las obsesiones contemporáneas.
Dulce de leche sorprende en un panorama donde abundan los cómics con mensajes edificantes y afán didáctico en torno al sexo y las relaciones de pareja, porque no teme pisar un buen número de charcos. Sobre esto, Vila comenta en conversación con elDiario.es que “no hay modelos más o menos válidos”. Y añade: “Yo me llevo mejor con los personajes que no son buenísimos o malísimos: prefiero trabajar con las transformaciones cotidianas que vive cualquier individuo”. En este caso, esas transformaciones tienen que ver con las fantasías sexuales del protagonista, Marco, que descubre que se siente profundamente atraído por los pechos de Lulú y el fetiche de la leche materna, y tiene que lidiar con ello entre la vergüenza y la necesidad de normalizarlo. Según Vila, “el deseo sexual es algo que en la adolescencia explosiona de repente, y la ‘víctima’ de esos impulsos tiene que encontrar el coraje para entrar en ese mundo que parece espantoso al principio”. “Yo he intentado reproducir ese proceso, simplemente, y para eso también tuve que dejar la vergüenza atrás”, añade. Por ello, nunca juzga a sus personajes ni sus conductas.
Aunque los ambientes sociales que reproduce Dulce de leche remiten a la precariedad y la gentrificación de barrios humildes, de clase obrera, Vila no tiene intención de hacer denuncia social de forma explícita. “Me interesa más dibujar personajes metidos en situaciones muy difíciles para ver cómo se comportarían, cómo cambiarían sus personalidades, y qué secretos revelarían de sí mismos”, comenta el dibujante. “No me interesa el heroísmo ni la dramatización. Creo que el verdadero propósito del arte narrativo es ofrecer una nueva manera de mirar la realidad más ‘fea’ y banal”, opina Vila. “Pero si alguien ve problemas sociales, que realmente aparecen en mis historias, por supuesto no hay nada mal en ello”, matiza. Lo mismo puede aplicarse al uso de los teléfonos móviles que se ve en Dulce de leche, una parte importante de la trama. “Creo que los móviles no son nada más que el lenguaje extrasensorial de nuestros tiempos. Pueden resultar útiles o ser destructivos, depende de quién los utiliza. Para mí, es una forma alternativa de describir a un personaje sin mostrar sus expresiones”, explica Vila.
Miguel Vila recuerda sus inicios en el cómic y su aún corta trayectoria. “Dulce de leche (Fiordilatte en italiano) fue mi segundo libro. Antes saqué Padovaland, y ambos fueron publicados por la editorial boloñesa Canicola. En aquella primera obra también traté temáticas y ambientaciones parecidas a Dulce de leche, con la diferencia de que es más bien una serie de cuentos entrelazados entre ellos”. Vila forma parte de una generación que ha podido formarse en un contexto académico en el que el cómic está mucho más integrado que antaño. “Estudié en la Academia de Bellas Artes de Bolonia, y resultó muy útil”, asegura. “Ahí aprendí a escribir una historia completa. Hasta entonces, solamente era capaz de dibujar historias donde no pasaba nada, no había conflicto”. El autor considera que el guion “sigue siendo el elemento fundamental para un cómic, al cual los dibujos tienen que adaptarse”.
Sin embargo, eso no significa que Miguel Vila descuide los aspectos visuales de su obra. Lejos de ello, su dibujo es rico en detalles y se recrea en las expresiones de sus personajes, así como en los ambientes de Padua. En la composición, se aprecia además una clara influencia de Chris Ware. “Fue y sigue siendo mi principal referencia, sobre todo en las estructuras narrativas de las páginas. Otros referentes americanos son Nick Drnaso y Daniel Clowes”, explica Vila. “En Italia he aprendido mucho del dibujo de Paolo Bacilieri, Manuele Fior, Eliana Albertini y Paolo Cattaneo”, añade.
Dulce de leche ha sido el cómic con el que el público español ha conocido a Miguel Vila, que ha demostrado ser un autor con proyección, con cosas que contar y una manera personal de hacerlo. Le preguntamos, para terminar la entrevista, por sus futuros trabajos. “Acabo de terminar un cómic de ciencia ficción, Fortezza volante, escrito por Lorenzo Palloni, que será publicado en mayo por Minimum Fax. Y ahora estoy trabajando en mi tercer libro para Canicola, Comfortless. Será una colección de cuentos breves donde aparecerán algunos personajes de los libros precedecentes”. Esperamos que pronto podamos verlos traducidos en nuestro país.