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Mafalda contra el 'aguilucho': así se utilizó a un personaje “antifascista” para hacer apología de lo contrario

La influencia de Mafalda va más allá de sus viñetas. La ilustración de Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino, también se ha convertido en adalid de movimientos incluso contrarios al propio autor. ¿El último caso? Poner con un montaje al personaje a favor de los grupos “provida” en medio del debate sobre legalización de la interrupción voluntaria del embarazo en Argentina. 

El dibujante de 86 años desmintió el bulo con un comunicado en el que aclaró que no había autorizado la imagen y que esta no reflejaba su posición. Sin embargo, no es la primera vez que los personajes de Quino acaban siendo apartados de su significado inicial para defender ideas políticas totalmente opuestas.

En España, el caso más llamativo fue cuando usaron los personajes del ilustrador argentino para convertirlos en iconografía franquista. Así lo recoge la historia narrada por el periodista Carlos García Santa Cecilia que fue portada de El País el 10 de abril de 1985.

En esas fechas, comenzaron a venderse pegatinas de personajes como Mafalda o Snoopy como si pertenecieran a la Falange. “En la época de los 80 estos símbolos eran utilizados por cierta derecha en torno al barrio de Salamanca (Madrid). Ponían estas figuras con banderas españolas, pero con el escudo de Franco”, recuerda el periodista en conversación con eldiario.es.

Las pegatinas que despertaron el enfado de Quino mostraban a Guille, el hermano pequeño de Mafalda, portando la bandera con el escudo correspondiente a la etapa de la dictadura. Como aparece en el texto de Carlos García, Quino manifestó entonces estar “profundamente molesto” por esto, ya que sus personajes “están a favor de la democracia y son, desde luego, antifascistas”.

Siendo de padres malagueños y familia republicana, al dibujante le costaba dar crédito de aquello. “No entiendo cómo han cogido a mis personajes, tan distintos de su ideología”, criticaba. Una ideología, la franquista que, como recoge la BBC, obligó a los editores a colocar una franja en la portada de Mafalda etiquetándola como obra “para adultos” cuando sus historietas llegaron a nuestro país.

El experto en cultura recuerda perfectamente el momento de la entrevista: “Quino estaba en una tertulia con amigos tomándose un wiski y allí había un periodista joven dándole la vara todo el rato. Ese periodista era yo”.

Fue entonces cuando el autor argentino le comentó que había visto estas pegatinas a la venta incluso en el propio ministerio de Cultura, una afirmación que posteriormente el profesional corroboró colándose en la institución. “Subí a la cuarta planta, donde había un ventanal en el que vendían tabaco y cuatro cosas más para los funcionarios. Entonces me acerqué y allí estaban las pegatinas. Es más, las compré”, rememora entre risas.

Aun así, al relato de Carlos García Santa aún estaba incompleto. Ángel Fernández-Santos, que por entonces era subdirector de Cultura, pidió al periodista que consiguiera unas ilustraciones de Quino para mostrar a sus personajes protestando contra los franquistas, algo complicado cuando el artista hacía más de diez años que no dibujaba a aquellos personajes.

La negociación fue complicada y a contrarreloj, ya que restaban pocas horas para el cierre de esa edición, pero lo consiguió. “No sé cómo lo hice. Le insistí tanto que después de llevar tanto tiempo sin pintar a Mafalda al final lo hizo y luego fui corriendo al periódico”, menciona sobre unas ilustraciones que conserva enmarcadas en la pared de su casa.

El fenómeno de la apropiación

Isabella Cosse, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Argentina, investigadora de CONICET y autora del libro Mafalda: historia social y política (2014) explica a este periódico que es complicado saber por qué los defensores de Francisco Franco acabaron utilizando a Mafalda, ya que “siempre está el papel activo de quienes leen e interpretan una creación artística y cultural”. Por este motivo, sostiene que las apropiaciones “están vinculadas con la complejidad de la historieta, que pone en juego personajes con diferentes inscripciones ideológicas”.

A pesar de que su creador ha intentado desmentir algunas de estas“apropiaciones”, en ocasiones, dada la imparable tendencia, resulta casi imposible hacer frente a todas. “Son innumerables y constantes. La tira es sentida por muchos lectores y lectoras como propia y, con ella, sus personajes”, apunta Cosse, quien añade que Quino “ha rechazado los plagios y alteraciones. En especial, cuando eran parte de campañas políticas con efectos en el escenario de la opinión pública”.

“Mafalda estuvo en el centro del escenario político desde su origen”, afirma la docente. Así lo demuestran algunos de los usos sin permiso de Quino que recopila el diario argentino La Nación. Por ejemplo, cuando el Partido Justicialista del político Pablo Bruera utilizó la imagen de Mafalda para la campaña de 2005 en La Plata (Argentina). No fue ni la única vez ni la última. Otra viñeta falseada es aquella en la que Mafalda denuncia “el palito de abollar ideologías”, en referencia a las porras de los policías. No obstante, su significado cambió por completo. “La tergiversación, en cambio, mostraba a Manolito diciendo: ”¡Ves Mafalda! Gracias a este palito, hoy podés ir a la escuela“, aclara la especialista en política.

Esta tendencia, según Cosse, pone de relieve “los esfuerzos por apropiarse de un símbolo con espíritu antiautoritario y reflejo la confrontación contra la represión política”, una intención que además entraba en consonancia con la intención de “la ultraderecha y las Fuerzas Armadas para ganar apoyo social y legitimar entre la población el golpe de Estado en Argentina de 1976”.

Con la llegada de las fake news y las redes sociales, los bulos en torno a Mafalda no han hecho más que incrementar. Ya sea a través de imágenes propagadas por WhatsApp o a través de páginas de Facebook, el personaje de Quino puede convertirse en portavoz de un contenido que jamás fue auténtico.

Pero Mafalda no es siempre empleada por aquellos a los que no representa. Como mantiene Cosse, “no es casual que su imagen haya estado en las últimas décadas dibujada en pancartas de estudiantes en la calle y de feministas en diferentes países”. La experta cree que esta ha servido para visualizar a “una joven rebelde, a las aspiraciones de las mujeres de entonces, en oposición al prototipo antiguo de la mujer burguesa”. Una lucha de roles y de significados que, a juzgar por el debate en torno al aborto, continúa presente.