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Sarajevo, memoria del horror en formato de cómic

Collage Sarajevo

Miguel Ángel Villena

17 de octubre de 2020 20:59 h

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Contaban corresponsales de guerra que algunos francotiradores serbios, apostados en las colinas que rodean Sarajevo, acudían a recoger a sus hijos al colegio tras una extenuante jornada de disparos contra civiles de la capital bosnia. Todavía más cruel resultaba que, a veces, esos soldados cruzaran apuestas para ver quién mataba más niños porque eran un blanco más difícil. Así pues, el horror alcanzó en Sarajevo unas cotas desconocidas en suelo europeo desde el final de la Segunda Guerra Mundial durante un cerco con aires medievales que se prolongó entre abril de 1992 y diciembre de 1995.

Ha pasado un cuarto de siglo, pero la necesidad de recordar para no olvidar ha llevado a artistas con un compromiso ético y una pasión por la memoria histórica, como Fidel Martínez (Sevilla, 1979), a escribir y dibujar Sarajevo pain (Norma Editorial). “Me planteé este libro como una intervención ética”, afirma el autor.

Fidel Martínez confiesa que reflejar aquel conflicto tan endiablado y difícil de comprender, que marcó a toda una generación de europeos, era “como una espinita que llevaba clavada”. “Yo era apenas un adolescente en los años noventa”, señala, “cuando estallaron las guerras en la antigua Yugoslavia. Pero con el paso del tiempo me di cuenta de la repercusión de aquel terrible conflicto que tuvo lugar al lado de Italia o de Austria, o sea, cerca de nuestras casas. Parecía increíble que una barbaridad como aquella estuviera ocurriendo en pleno corazón de Europa mientras la comunidad internacional se mostraba impotente para detener aquellas matanzas”.

De algún modo Sarajevo pain, un título en inglés que le pareció más pegadizo, enlaza con la preocupación por temas de historia reciente de este dibujante radicado en Badajoz que ya publicó junto con el guionista Jorge García títulos como Cuerda de presas (Astiberri), sobre las prisioneras del franquismo, o Enviado especial, sobre el famoso periodista Ryszard Kapuscinski. “Aquella colaboración con Jorge fue muy fructífera, pero yo ambicionaba escribir y dibujar las historias”, aclara.

Martínez, uno de los historietistas españoles más destacados de su generación, ha utilizado en Sarajevo pain cinco personajes para abarcar la complejidad cotidiana de aquel brutal asedio entre los que sobresalen una joven bosnia, que espera el regreso de su pareja del frente, y un niño, Amir, que actúa de narrador. “Selja encarna la agotadora lucha por la supervivencia de los habitantes de la ciudad obsesionados por buscar agua o alimentos.

Por su parte, Amir representa a una infancia que vio mancillada su inocencia durante la guerra“, explica el autor que añade que esa visión poliédrica le permitía contar mejor la historia.

Dibujado el libro en blanco y negro, en un estilo realista y tenebroso, Fidel Martínez logra transmitir la opresión que vivieron los vecinos de Sarajevo sometidos a continuos bombardeos y sin posibilidad alguna de escapar de aquella ratonera mortal donde las paredes lucían pintadas que rezaban Welcome to hell (Bienvenidos al infierno).

Convencido de que toda obra creativa debería implicar un compromiso ético y de que resulta necesario no diluir el recuerdo de Sarajevo de cara a las nuevas generaciones, el historietista añade ahora el cómic a los géneros que han abordado la guerra de Bosnia desde una perspectiva española. En ese sentido, no cabe olvidar que miles de militares y de civiles de nuestro país estuvieran implicados en aquel conflicto, desde cascos azules de Naciones Unidas a miembros de ONG pasando por periodistas, diplomáticos o escritores. Fidel Martínez subraya que el trabajo previo de Sarajevo pain le exigió una intensa labor de documentación al revisar numerosas películas de ficción, documentales, crónicas periodísticas, novelas, ensayos o poesías.

Entre sus fuentes de inspiración principales, Fidel Martínez cita Cuaderno de Sarajevo, anotaciones de un viaje a la barbarie (Aguilar), de Juan Goytisolo, escrito a partir de la estancia del intelectual en la capital asediada; y Sarajevo (Malpaso), del periodista y dramaturgo Alfonso Armada, una recuperación de sus crónicas de la guerra para el periódico El País entreveradas con su diario personal. Estos dos títulos engrosan una lista de autores españoles que se han vuelto a ocupar de las guerras yugoslavas como la novelista Clara Usón con La hija del Este (Seix Barral) o el ensayista Miguel Roán, con Maratón balcánico (Caballo de Troya). 

Esperando a Godot

Presidente en la actualidad de la sección española de Reporteros sin Fronteras y periodista que ha cultivado la crónica, el teatro o la poesía, Alfonso Armada (Vigo, 1958) opina que aquella contienda manifestó lazos con nuestra guerra civil y se desencadenó en un país cercano en la geografía y en la cultura. “Bosnia estuvo además”, afirma, “cubierta de un modo exhaustivo por la prensa española que desplazó a muchos enviados especiales. Fue como un espejo de muchos de nuestros problemas y conflictos”.

“Quizá ahora ha llegado el momento de reflexionar sobre su repercusión, sobre debates nacionalistas y religiosos que suscitó en medio del ensimismamiento de los intelectuales europeos de entonces que se pusieron de perfil durante aquellas guerras tan difíciles de asumir. Por otro lado, Yugoslavia fue un país muy especial del bloque socialista que muchos españoles habían podido visitar como turistas en los años setenta y ochenta”. Aparte de Goytisolo, otra notable excepción a la indiferencia de los intelectuales occidentales lo ofreció la escritora norteamericana Susan Sontag, que montó la obra Esperando a Godot, de Samuel Beckett, en el Sarajevo asediado y bombardeado de 1993 y permaneció largas temporadas en Bosnia durante la guerra. 

En el reciente ensayo sobre Sontag (Anagrama), escrito por Benjamin Moser y premio Pulitzer de biografía 2020, el autor recuerda las impresiones de aquellos años del actor bosnio Izudin Bajrovic. “Nosotros estábamos realmente esperando que alguien viniera a liberarnos de ese mal. Creíamos que se trataría de un acto humanitario. Un acto de dignidad. Liberarnos de ese sufrimiento. Pero nadie acudió en nuestra ayuda. Esperábamos en vano. Esperábamos que alguien dijera: esto no tiene sentido, que se mate aquí a tanta gente inocente. Estábamos esperando. Vivíamos, de hecho, Esperando a Godot”.

Al final una intervención militar de la OTAN, comandada por Estados Unidos, que reclamaron incluso gentes como Sontag, y los acuerdos de paz de Dayton en 1995, pusieron fin a la pesadilla. Con la misma dignidad que la escritora norteamericana, Fidel Martínez intenta con el cómic Sarajevo pain que no se borre la memoria de aquella barbarie. 

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