Cuando en 1904 el filántropo norteamericano Archer Milton Huntington abrió las puertas de la Hispanic Society of America en Nueva York seguramente no imaginaba que su gran proyecto —dedicado a conservar y difundir los valores hispanos en Estados Unidos— superaría el siglo de vida y llegaría hasta nuestros días. Pero quizá tampoco que, alcanzado el momento, los tesoros españoles que había logrado reunir durante décadas se expondrían a un “grave peligro”, tal y como acaban de denunciar los trabajadores de la institución, debido a una cuestionable gestión del patrimonio y a la excesiva carga de trabajo que soporta una reducida plantilla que ha visto desaparecer puestos clave en los últimos años.
De ahí que los empleados, que temen por su futuro profesional y laboral en la casa y ven peligrar la salud de los fondos a los que muchos de ellos han dedicado décadas de su vida, han optado por declararse en huelga. La decisión, que acaban de comunicar a través de su sindicato, no solo afecta a una fundación de carácter privado, situada a seis mil kilómetros de distancia de nuestro país, con el océano Atlántico de por medio. Sus efectos, de hecho, pueden tener consecuencias en una colección única, que incluye obras maestras de El Greco, Velázquez, Goya o Sorolla, además de documentos de valor incalculable, como el único ejemplar de la primera edición de La Celestina o el testamento que, de su puño y letra, escribió el rey Carlos V a su hijo Felipe II.
La crisis de la Hispanic Society, una fundación que arrastra serios problemas de financiación en los últimos años, ha terminado por estallar después de que el pasado 3 de febrero los trabajadores dirigieran al patronato una carta abierta, enumerando los riesgos a los que se enfrenta el legado de Huntington en la actualidad y la complicada situación laboral de la plantilla, sin que, hasta la fecha, hayan recibido una respuesta satisfactoria más allá del compromiso de estudiar las demandas. “La plantilla se ha quejado repetidamente de la excesiva carga laboral y por la falta de personal, y ha expresado gran preocupación por la seguridad de la colección, que incluye obras maestras de España, Portugal y Latinoamérica”, han expresado los trabajadores en una nota que han hecho pública en Nueva York.
Ante la falta de reacción por parte del patronato, el personal —que en 2021 tomó la decisión de asociarse en un sindicato para exigir una mejora de sus retribuciones, también lastradas por una fuerte inflación en Estados Unidos— ha optado finalmente por acudir a la huelga. “Lo que la Hispanic Society nos está ofreciendo es injusto. Somos una plantilla pequeña que viene trabajando bajo condiciones materiales difíciles y una constante falta de personal”, ha declarado públicamente el bibliotecario Javier Milligan, quien cree, como sus compañeros, que la situación laboral en la institución es “insostenible”.
Lo que exigen es una mejora de las condiciones retributivas y la recuperación de puestos clave, ante la responsabilidad de garantizar el futuro de un patrimonio compuesto por más de 18.000 piezas, buena parte de ellas procedentes de España, cuyo espectro temporal va desde la prehistoria hasta principios del siglo XX.
Un museo cerrado 'sine die'
Uno de los principales problemas tiene que ver con el cierre del museo, circunstancia que se produjo hace más de seis años sin que, hoy por hoy, exista una fecha clara de reapertura al público. “Entretanto, el arte corre graves riesgos por la manera en que están almacenadas las piezas y por los planes para trasladarlas a otros edificios fuera del museo, ya que la dirección no cuenta ni con el presupuesto ni los programas adecuados para esta labor”. Los empleados responsabilizan de esta situación al presidente del patronato y director, Philippe de Montebello, exdirector del Metropolitan. Según los trabajadores, Montebello diseñó un proyecto para el museo “sin consultar a los conservadores ni a los restauradores que supervisan la colección”.
Aunque las críticas van más allá del cierre de uno de los espacios clave de la Hispanic, cuya función ha consistido históricamente en “deslumbrar” al visitante con la colección de arte español más importante fuera de las fronteras de nuestro país. A la evidente falta de recursos económicos, una realidad que el presidente del patronato no ha ocultado a los medios de comunicación, se suman otras decisiones cuestionables, como “un programa excesivo de exposiciones itinerantes, que hace que el patrimonio esté viajando más de lo idóneo para su preservación”, tal y como pone de relieve un grupo de trabajadores críticos con la gestión, entre quienes se cuentan conservadores, bibliotecarios, restauradores y encargados de la programación pública, que se sienten despreciados por el actual responsable.
Y eso no es todo. Las quejas también apuntan a acciones cuestionables en una fundación del prestigio y la solera de la neoyorquina. Afirman los empleados que en la casa “no se siguen las normas habituales respecto a la manipulación de las obras”, dado que el director Guillaume Kientz “entra en los almacenes por las noches y luego cuelga cuadros sin consultar ni a la restauradora ni al técnico responsable de ese trabajo”.
Un enorme peso para la plantilla
En cuanto a la acuciante situación del personal en sí, la Hispanic ha visto en los últimos años cómo las jubilaciones de especialistas clave se quedaban sin reemplazo. Tal es el caso de la sección dedicada a escultura, grabados y fotografía, que ha pasado de contar con dos conservadores a solo uno en la actualidad, que se encarga de supervisar toda la sección de arte. Peor aún se encuentra el área de restauración, en la que se han jubilado dos de las tres profesionales del departamento, mientras que en la biblioteca —donde se ha eliminado uno de los seis puestos con los que contaba el servicio— temen ver comprometida la atención al público. “La dirección ha dejado sin reemplazo puestos esenciales para la gestión de los fondos, lo que genera un estrés insoportable en el personal que tiene la responsabilidad de preservar la colección”, afirma Patrick Lenaghan, conservador en la Hispanic desde hace casi tres décadas.
Las consecuencias de los recortes no se han hecho esperar. Afirman los trabajadores que la falta de medios les ha “obligado a dejar las piezas en sus cajas más tiempo del establecido por las normas de conservación, ya que no hubo personal suficiente ni tiempo para desembalarlas y examinarlas correctamente”. A estas carencias se suman otros problemas, como los derivados de la falta de control de los trabajos de mantenimiento de los edificios de la Hispanic. “Al no supervisar a los obreros, estos quitaron el aire acondicionado del taller de restauración de libros, lo que provocó que este espacio se volviera inservible por la presencia de moho y hongos”, aseveran los empleados, como ejemplo de la ausencia de supervisión.
Capítulo aparte merecen las goteras que afectan a las instalaciones y que exponen las piezas a “condiciones inaceptables de humedad y de polvo”, detallan los empleados, quienes critican una falta de atención adecuada hacia las condiciones de conservación. Por no hablar del recorte de espacio en la biblioteca, lo que ha llevado a proponer como solución para ganar sitio la eliminación o reducción de varias revistas y periódicos, algo que “supondría una pérdida considerable para esta sección”, señalan los trabajadores consultados.
Una colección que ya visitó El Prado
Aunque la ubicación de la colección de la Hispanic Society of America parezca actualmente lejana, miles de españoles tuvieron la ocasión de comprobar la calidad de muchas de las piezas que se conservan en Nueva York. Fue en 2017, cuando el Museo del Prado celebró la muestra Tesoros de la Hispanic. Visiones del mundo hispánico, una propuesta que durante más de seis meses devolvió a España obras maestras de nuestra pintura, como La Duquesa de Alba, de Francisco de Goya, o Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, de Diego Velázquez.
Aquella exposición temporal contó igualmente con algunos de los tesoros de la biblioteca neoyorquina, que también está considerada como la de mayor importancia fuera de las fronteras españolas. Una colección en la que Archer Milton Huntington puso especial empeño, y que actualmente está compuesta por más de 250.000 manuscritos y 35.000 libros raros, entre los que se cuentan 250 incunables.
Todo este legado, que comenzó a tomar forma en la mente de un joven Huntington en 1882, cuando contaba solo 12 años, se expone hoy a una situación ciertamente inquietante en una fundación de carácter privado, que depende en último término del Estado de Nueva York. “La plantilla que lleva años dedicada al museo sufrirá y el arte sufrirá por el descuido de la dirección”, concluyen los empleados, a la espera de novedades por parte del patronato de la Hispanic.