Tras unos cuantos años sin hacerlo, he vuelto a recurrir a Siri, el asistente virtual de Apple. “Oye, Siri” le dices para activarlo, y te responde con un mmmm que no sabes bien cómo interpretar. Se diría que dormitaba y se ha desperezado al nombrarla.
Me gustaban más las frases que antaño activaban el artilugio: Hello, Siri; hey, Siri; hola, Siri. La interjección les hacía parecer más igualitarias, más de tú a tú. El imperativo de “Oye, Siri” es más admonitorio, tratamos al pobre o a la pobre Siri más como un sirviente que como un asistente. El oye me recuerda la palabra oíslo, que aún viene en el Diccionario oficial vigente como sinónimo de cónyuge. El término es bastante frecuente en el teatro de los Siglos de Oro, casi siempre dicho por un marido a su mujer, y por lo general en tono mandón y desabrido. Viene, es obvio, de juntar la segunda persona del plural del presente de indicativo del verbo oír con el pronombre lo. ¿Lo has oído, lo oyes, oíslo?
Hace ya seis años, en el número 1 de la revista Archiletras contábamos que por entonces había un o una Siri en 20 idiomas, y que para el español existían cuatro voces diferentes: una con el español de EE UU, otra con el de México, una tercera con el de Chile y una cuarta con el de España de la meseta norte. Dimos con la persona que le ponía voz a esta última: Iratxe Gómez, vasca, profesora de inglés. Nos contó que trabajaba en una academia de inglés y que la contrataban con cierta frecuencia para hacer locuciones en inglés y en español para aplicaciones, muchas veces sin saber cuál era el destino final de aquellos trabajos. Se enteró de que era Siri por casualidad: “Yo estaba en China, donde vivía con mi marido. Una noche vimos en el programa de TV de Andreu Buenafuente al mago Pop, que planteaba un truco de magia que después resolvía Siri. Y escuchamos mi voz. No hay retoque ni filtro. Sueno igual que en Apple (risas)”.
¿Y el origen del nombre? Hay distintas versiones. Unos dicen que está asociado a una diosa de la mitología nórdica que facilita la comunicación entre las personas y que está relacionada con la sabiduría. Otros son menos poéticos: vendría de SRI Venture Group, un grupo de desarrollo de software enfocado en aplicaciones de inteligencia virtual. Siri fue su primer producto lanzado para el público, en 2007.
¿Y habrá en España alguien que se llame Siri? Le he preguntado a la propia Siri, y ha contestado, sin despeinarse: “Vale, esto es lo que he encontrado en Internet sobre cuántas personas hay en España que se llamen Siri. Échale un vistazo”. Me ha remitido al Instituto Nacional de Estadística. Y ¡bingo! hay 23 Siri empadronadas en España, todas mujeres. Pero atención, la edad media de esas 23 Siri es de 38,2 años; es decir, que la gran mayoría de ellas no se llaman Siri por nuestra Siri de hoy. Quizás sea por la Siri nórdica, pues están radicadas en Canarias, Málaga y Alicante, territorios muy turísticos y con alto porcentaje de residentes extranjeros.
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