“Todos estamos en peligro”. Esas fueron las premonitorias palabras de Pier Paolo Pasolini en una entrevista a La Stampa sólo unas horas antes de ser asesinado. La última película de Abel Ferrara, recién estrenada en el Festival de Venecia, reconstruye las últimas 24 horas del director, novelista, poeta y ensayista italiano en un filme protagonizado por Willem Dafoe.
Las primeras críticas están divididas; mientras unos aseguran que podría ser la mejor película, otros se resienten de que la intrincada narración y su intensidad cromática sean interrumpidas por densas lecturas de sus últimos escritos. En general, Venecia esperaba algo distinto. Después de su última película, una fantasía psicosexual basada en el feo asunto de Dominique Strauss-Kahn en un hotel de Nueva York, Pasolini sorprende por su respetuosa sobriedad.
“Nunca dije saber quién mató a Pasolini”, explicaba hoy en el Lido el director neoyorquino. “La idea era centrarnos en su trabajo, en sus películas, en su pasión y en su compasión”. Unas declaraciones previas malentendidas y su habitual talante provocador de Ferrara hacían esperar un enfoque más en la línea del asesinato político, con el que tanto se ha especulado desde que Pasolini apareció muerto, su cuerpo molido a palos, en la playa romana de Ostia, un 2 de noviembre de 1975.
Contra todo pronóstico, Ferrara se circunscribe a la teoría oficial, donde el director de Teorema o El evangelio según san Mateo llegó a la playa con el joven chapero Giuseppe Pelosi, y en plena faena sexual fue atacado por un grupo de homófobos que pasaban por ahí.
La cinta comienza con su famosa reivindicación del derecho y el placer de la provocación y despliega su aversión hacia la hipocresía burguesa, su denuncia del hedonismo consumista. El retrato abunda en lo cotidiano, desde la convivencia con su adorada madre y sus amigos a sus paseos nocturnos por barrios marginales en busca de muchachos que saciaran su apetito sexual, pero entrelazado con la recreación onírica de lo que rondaba en su cabeza y en su máquina de escribir. En las últimas horas de su vida, el italiano se encontró con Ingmar Bergman, estaba terminando de editar Salo y trabajaba en la novela Petróleo, un proyecto para su siguiente película.
“Él vivía en Saló cada día”
SalóTambién estaba terminando de editar su testamento cinematográfico, una controvertida adaptación de Saló o los 120 días de Sodoma que no llegó a ser distribuida en Italia y cuyos negativos fueron quemados. “Este país intentó destruirle”, aseguraba Ferrara en la rueda de prensa. “Pero Pasolini creía en la fuerza de su propia personalidad. No hay que olvidar que es un hombre que viene del mundo de preguerra y que convivió con los fascistas. Él vivía en Saló cada día”.
“Todo lo que hacía Pasolini era objeto de fuertes críticas”, puntualizó a su lado el actor Ninetto Davoli, persona muy cercana al maestro italiano y habitual en su filmografía, que también tiene un papel en la película de Ferrara. “Lo llevaron más de 30 veces a los tribunales -la más sonada, por pedofilia-, pero nada le detuvo. El siempre siguió sus ideas, como un caballo de carreras, nadie podía apartarle de eso”, recuerda su antiguo colaborador.
Willem Dafoe, en un discreto segundo plano, explicó el método que siguió para trabajar el papel. “No me he sentido como un actor que interpreta, sino que he tratado de habitar los pensamientos de Pasolini. No me separo a mí mismo de la película. Sentí la responsabilidad de mantener un diálogo íntimo y muy personal con las cosas que le preocupaban a él”.
Venecia también se ríe
El otro protagonista del día hoy en el festival ha sido el director de Gremlins, Joe Dante, que ha refrescado el ambiente con Burying de ex, una comedia romántica de horror que ha provocado carcajadas durante la proyección, fuera de concurso. Sinopsis: un veinteañero (Anton Yelchin) que trabaja en una tienda de artículos de horror pierde a su novia (Ashley Greene) en un accidente cuando estaba a punto de dejarla. Como suele ocurrir en estos casos, ella vuelve convertida en zombi dispuesta a hacer verdad la promesa que se hicieron de estar juntos para siempre.
Por último, en la sección oficial, ha dejado buen sabor de boca la china Red Amnesia de Wang Xiaoshuai, que combina el drama cotidiano con elementos de misterio. Es la historia de una viuda obstinada que se pasa el día cuidando de sus ya crecidos hijos, incluso en contra de la voluntad de éstos. Su rutina se ve alterada cuando empieza a recibir unas inquietantes llamadas anónimas.