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Las divas de la música oriental, el rostro femenino de un sueño frustrado
París, 6 jun (EFE).- Umm Kulthum, Fairuz, Warda, Dalida... Son las divas de la canción árabe, embajadoras de un período de esplendor del cine, homenajeadas ahora en París en una exposición que ensalza el rol de estas mujeres en el movimiento panarabista, antes del auge de los conservadurismos religiosos.
“Nos dimos cuenta de que en la cultura contemporánea la herencia de estas artistas seguía despertando mucho interés. En Egipto o Líbano siguen siendo omnipresentes. Todo esto nos dio ganas de unirlas a todas en una exposición que nunca se ha hecho antes”, explica a Efe la co-comisaria, Hanna Boghanim.
Por momentos, los 1.000 metros cuadrados que el Instituto del Mundo Árabe ha dedicado a “Divas” parece más bien un relicario: las gafas de Chanel de Warda, los vestidos de Dalida, las medallas de Umm Kulthum...
Conocida como el Astro de Oriente o la cuarta pirámide de Egipto, Kulthum montaba al escenario sosteniendo un pañuelo en la mano, lo que se convirtió en una escenografía de referencia, siempre escondidas tras unas oscuras gafas de sol.
Procedente de una familia de campesinos, Kulthum (1900-1975) empezó cantando himnos religiosos y recitando el corán hasta llamar la atención de celebridades del mundo musical entre los que se hizo un hueco en el Cairo de los años 20.
Kulthum es hoy un icono de la cultura popular, símbolo de un Egipto en busca de la independencia y la modernidad. Su entierro en la calles del Cairo en 1975 fue seguido por cinco millones de personas, que llevaron durante horas el ataúd de la estrella.
Trató de seguir sus pasos la francoargelina Warda Al-Jazairia, militante de la descolonización de Argelia y estrella de las comedias musicales egipcias de los años 1960, que introdujo además en la música los sonidos del Magreb y cuyas canciones quedaron estrechamente ligadas a las reivindicaciones de independencia de Argelia.
“El contexto político contribuyó sin duda que pudieran vivir libremente de su arte, pero a menudo fue su recorrido personal y una valentía que sin duda evolucionaba más rápido que la de la sociedad contribuyó a que pudieran emanciparse del patriarcado”, analiza Boghanim.
FEMINISMO EN LOS AÑOS 20
Para que ellas pudieran hacerse un hueco en un mundo controlado por hombres, otras abrieron el camino desde principios de siglo, como Ceza Nabaraoui, fundadora de la revista feminista “La Egipcia”, en 1923, o Hoda Chaaraoui, la primera mujer que apareció públicamente sin velo, y que en 1908 fundió una sociedad filantrópica que militaba por la educación de las mujeres.
Estas pioneras, cantantes, bailarinas, actrices, empresarias y militantes del nacionalismo árabe crearon un contexto que facilitó el éxito de otras divas entre los años 30 y 50, cuyo público, eminentemente masculino, las reconoció como símbolos indiscutibles.
La tercera parte de la exposición recupera la próspera industria del cine egipcio, cuarto productor mundial de cine entre finales de 1930 y principios de 1970, cuando El Cairo se convierte en el Hollywood del Nilo con comedias románticas en las que el baile y la música son centrales.
En él destacaron estrellas como Asmahan, Laila Mourad, Sabah, Tahiyya Carioca o Badia Massabni, cuyos números de baile marcaron una época.
Los coloridos carteles de esos años ocupan los muros de la exposición antes de llegar a una última parte que explora la influencia de estas divas en la actualidad, especialmente entre una generación de artistas que utilizan este patrimonio para cuestionar la sociedad árabe contemporánea.
Entre ellos el fotógrafo Youssef Nabil, que pinta a mano fotografías analógicas con los colores de los carteles del cine egipcio de 1950, Nabil Boutros o Lamia Zadié, cuyas nostálgicas obras del mundo árabe cuestionan las aspiraciones frustradas de un futuro mejor.
En los últimos años de 1960, con la derrota de Egipto, Siria y Jordania frente a Israel en la guerra de los Seis Días y más tarde la muerte del líder egipcio Gamal Abdel Nasser comenzó el declive del sueño panarabista, que en pocos años fue reemplazado por un cada vez más opresivo y reaccionario poder islamista.
Con el fin de aquella esperanza, se apagaron también las carreras de estas divas, que siguen siendo para muchos el estandarte de un sueño marchito.
María Díaz Valderrama
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