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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Pensadoras en tiempos de Auschwitz

Edith Stein, la pensadora judía alemana, primer asistente de Husserl, que murió gaseada en el campo de concentración de Auschwitz en 1942, pagó con su vida su capacidad de comprensión y resistencia ante el profundo y radical mal del siglo XX. Ahora ve la luz el primer análisis pormenorizado de su filosofía.

Edith Stein en compañía. Vidas filosóficas entrecruzadas de María Zambrano, Hannah Arendt y Simone Weil (Plaza y Valdés), que se presenta el viernes próximo en la Feria del Libro del Libro, es el estudio en el que Jesús Moreno Sanz reivindica “el modo de filosofar de estas cuatro pensadoras, rechazado por la academia y por el canon filosófico occidental y que hoy sigue considerado una rara extrañeza del filosofar”.

Jesús Moreno Sanz (Cáceres, 1949), filósofo, director de las Obras Completas de María Zambrano, es el primer estudioso que hace un análisis exhaustivo de toda la obra de Edith Stein (1891-1942), los escritos filosóficos, literarios y místicos, junto con una historia de su vida en la Alemania que desembocó en el triunfo del nazismo y en la Segunda Guerra Mundial.

Acompañan a Edith Stein en este libro las otras tres pensadoras, de las que el autor incluye también una biografía y establece los “entrecruces” de sus planteamientos filosóficos, en una especie de diálogo en la sombra con Edith Stein, ya que no se conocieron. La única que tuvo noticia de ella fue Hannah Arendt.

“Lo que de ellas queda -explica el autor- es su capacidad insobornable de compresión y resistencia ante el profundo y radical mal del siglo XX, que las cuatro sufrieron hasta el absurdo y que pagaron en algunos casos con su propia vida”.

Las pensantes malogradas

Edith Stein murió gaseada en Auschwitz; Simone Weil, de tuberculosis e inanición voluntaria en el sanatorio de Ashford (Inglaterra) un año después; María Zambrano y Hannah Arendt acabaron exiliadas por sendos regímenes totalitarios, la primera como republicana perdedora de la guerra civil española, desde 1939 hasta 1984, y la otra, desde 1933 hasta el final de su vida en 1975, dada su condición de judía, de “paria”, como ella misma gustaba decir.

En lo primero que concuerdan las cuatro pensadoras es en la enorme singularidad de su filosofía, dice Jesús Moreno: “He querido resaltar, frente a las teorías de que no es exactamente filosofía lo que ellas hacen, que son cuatro vidas plenamente filosóficas, entregadas a una concepción de la filosofía, como decía Kant, con una razón ampliada”.

Las cuatro vislumbraron la crisis de occidente del siglo XX y no dudaron en calificar de “noche profunda de lo humano” la época que les toco vivir. Abrieron, ante esta situación, nuevos caminos, en un intento de llevar a la filosofía más allá de sí misma, de sus cauces puramente académicos.

El autor establece una serie de “entrecruces” de sus planteamientos filosóficos, con concomitancias en las señas de identidad de cada una de ellas: la empatía como forma de conocimiento de Edith Stein; la razón poética, la unión en el pensar de filosofía, poesía y espiritualidad de María Zambrano; la radicalidad política y el conocimiento sobrenatural de Simone Weil y el “amor mundi” de Hannah Arendt.

Las tres primeras muy claramente coinciden en un pensamiento que se aboca claramente a una reflexión sobre la mística, que Edith Stein lleva al límite al aceptar la extinción vital, como una premonición de su muerte.

La filosofía como ambiente macromachista

Edith Stein no tuvo nunca el apoyo de Husserl, aunque fue primer asistente tras su tesis doctoral sobre El problema de la empatía (1916), para la obtención de la cátedra, por su condición de mujer.

En 1933, inmediatamente después del ascenso de Hitler al poder, la pensadora envió una carta a Pío XI para que la Iglesia dejara clara en una encíclica su postura ante el antisemitismo. Nunca lo hizo ni este ni otro Papa. Al corroborar que como judía se le cerraban todas las puertas en Alemania, ella ingresó como monja carmelita en un convento de Colonia.

Desde el convento de esta orden en la pequeña ciudad holandesa de Echt, a donde se trasladó creyendo que era un sitio seguro, fue conducida por las SS, junto con su hermana, al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Allí fueron deportados todos los judíos católicos de Holanda tras la denuncia pública de la Iglesia de ese país del antisemitismo nazi.

Edith Stein fue santificada en 1997 y nombrada copatrona de Europa junto con Santa Brígida de Suecia y Catalina de Siena.