Un colegio de monjas, Raffaella Carrá y la contradicción de los noventa: “El mensaje que nos daban estaba pasado de moda”
Era el año 1992 y España quería proyectar a nivel internacional una imagen de modernidad. Por las televisiones de todo el mundo se vio el impresionante despliegue de los Juegos Olimpicos de Barcelona, mientras Raffaella Carrá o Las Mama Chicho entretenían a los hogares españoles y la campaña del 'Póntelo, pónselo' calaba en una sociedad que, no obstante, consiguió que se retirase. Porque los vestigios de una dictadura que había durado cuarenta años aún llegaban a la base de un país que de puertas para adentro continuaba manteniendo cierto halo gris.
Con estos mimbres ha construido la directora Pilar Palomero su ópera prima, Las niñas, que muestra las contradicciones de aquella sociedad a través de una niña de 11 años, interpretada por Andrea Fandós, sus compañeras en un colegio de monjas, y su madre (Natalia de Molina). Una cinta que ha presentado en el Festival de Málaga, donde ha recibido la Biznaga de Oro de esta edición.
¿Cómo interpreta esa buena acogida?
Estoy alucinando con las impresiones y las palabras tan bonitas que le están dedicando. Lo más gratificante para un director a la hora de hacer una película es que se entienda el mensaje. De momento, estoy viendo que se entiende la emoción que quería provocar en el espectador. Ya por eso estoy completamente feliz.
Es su ópera prima como directora, que se estrena el próximo 4 de septiembre en una circunstancias poco habituales. ¿Cómo está lidiando con esa incertidumbre?
En una situación normal tienes una ilusión enorme y sabíamos que íbamos a disfrutar del momento de poder compartir la peli. En estas circunstancias, todavía más, porque todo —el Festival de Málaga, nuestro propio estreno— ha estado en la cuerda floja. Poder llegar a este punto y tener estas reacciones creo que hace que el agradecimiento y la ilusión sea triple.
Respecto a las salas, como espectadora voy al cine, no he dejado de ir y continuaré yendo, porque lo siento como un lugar seguro. Prefiero ir al cine que a una terraza, en cuanto a seguridad. Espero que la gente también lo sienta así y tengan ganas de verla para poder compartirla con el público, que es el objetivo de cualquier película.
En cuanto a seguridad: prefiero ir al cine que a una terraza. Espero que la gente también lo sienta así.
La historia es una crítica a esa educación gris que recibían las niñas en España a principios de los 90. ¿Qué tiene de propio?
Tiene la parte autobiográfica del contexto. Yo tenía la misma edad de Celia en el 92 y es así como recuerdo mi paso a la preadolescencia y aquel universo en el que me movía, del cole de monjas en contraposición al 'Póntelo, pónselo' y Las Mama Chicho. Ese es el germen de la historia: mostrar cómo de contradictoria era aquella sociedad. Y aunque la situación familiar de Celia no es la que yo viví, no hay nada inventado. Todo está cogido de testimonio de gente que conozco, de entrevistas que realicé o de vivencias que yo misma presencié.
El silencio, la sumisión de la mujer, el decoro... parecen asignaturas troncales en esa educación católica. ¿Se sentirá identificada una generación de mujeres?
Siento que sí. Mi proceso de documentación fue hablar con amigos, con conocidos, con gente de otra generación, un poquito más mayor o más jóvenes... Partí de la base de que no era una vivencia o una percepción mía, sino que era algo que compartíamos muchas personas. Había colegios laicos, había colegios mixtos, y aunque sí que estoy centrándome en la experiencia que yo viví en un concertado religioso, siempre matizo que esa educación que recibíamos en el colegio no solo estaba en el colegio. Lo que veo ahora, ya como adulta, es que el mensaje que nos daban estaba muy caduco, muy pasado de moda.
Y luego estaban las mochilas que cargaban las familias. Para mis padres la educación que yo recibí era muy moderna en comparación con la que ellos habían recibido. Al final es una mezcla de todos estos elementos y aunque tus circunstancias hayan sido diferentes hay un punto en el que el espectador se reconoce. Para mí, como directora, es lo más gratificante.
El germen de la historia de 'Las niñas' fue mostrar cómo de contradictoria era la sociedad en el 92
Es también una historia de primeras veces en esa transición de la niñez a la adolescencia y de ese choque intergeneracional. ¿La educación va por delante de la sociedad o es a la inversa?
Por las charlas que he mantenido durante la preparación de la peli y después, sobre todo hablando con las niñas que participan, siento que la sociedad va siempre un poquito por delante de la educación. Creo que hoy en día el reto es Internet, una arma súper poderosa que puede ser muy útil, muy formativa, pero que tiene también esa parte contraria en la que si uno se equivoca, puede ser muy perjudicial. Ya vemos el tema del ciberbullying.
Una de las cosas que yo quería plantear en el guion es eso: cómo la educación en los colegios, en las casas, en la sociedad, iba ese pasito por detrás de las necesidades que teníamos y lo que queríamos. Creo que tiene que ver con que al final cargamos con la mochila de la educación de nuestros padres, ellos con la de nuestros abuelos y nosotros seguramente cargamos con nuestra propia mochila a nuestros hijos. Eso es lo que hace que la educación vaya un poquito retrasada respecto a la sociedad, sin menospreciar, por supuesto, el trabajo de profesores ni educadores, a los que admiro.
Una escena de la película muestra lo que ocurre cuando una monja se encuentra con un cartel de la campaña 'Póntelo, pónselo' y pone de manifiesto el silencio en torno a la educación sexual. ¿Hemos avanzado en esto?
Todo depende del entorno de cada persona, de dónde proviene cada uno, de su familia... La individualidad es importante, pero en términos generales hemos evolucionado, pueden hablar más y elegir. Imagínate el drama de salir del armario en los 90, por ejemplo. En cuanto a la campaña, me parecía interesante incluirla porque es la que más éxito ha tenido en la historia de la publicidad en España, pero que fue retirada. Aún así, ha calado en el imaginario colectivo. Venimos de una sociedad que consiguió que se retirara una campaña que era indispensable. No fomentaba el sexo, informaba sobre un problema muy grave que estaba viviendo la sociedad, que era el SIDA.
Venimos de una sociedad que consiguió que se retirara una campaña que era indispensable, como la de 'Póntelo, pónselo', que informaba de un problema grave como el SIDA
También se vislumbra en 'Las niñas' una de las peores caras de los colegios: lo crueles que pueden llegar a ser los niños. ¿El bullying no tiene época?
Me temo que no, aunque nosotros no le poníamos nombre. Simplemente había una compañera que te hacía un poco, o mucho, la vida imposible. Una de las cosas buenas de hoy en día es que se advierte mucho a los chavales para que estén muy atentos a esto, que tienen a los profesores y a los padres para hablar y que sí hay un cuidado mayor de la educación emocional. Lo que quería reflejar con la película es como aquellos mensaje habían calado en nosotras.
Lo que las compañeras le dicen a Celia —que no tiene padre— es la consecuencia de los prejuicios que les han inculcado, porque repiten cosas sin saber muy bien lo que dicen y lo que implica. Es un proceso que yo viví de adulta. Al leer relatos que escribía con 14 años me di cuenta de que tenía mensajes machistas súper interiorizados. Tuve que hacer un ejercicio de autocrítica.
Forma parte de de una generación de cineastas catalanas o asentadas en Catalunya que están dejándose ver en casi todos los palmarés importantes: Belén Funés, Carla Simón, Nely Reguera... ¿Por qué es tan fuerte esa cantera? ¿Siente que están abriendo la puerta a otras compañeras?
La desigualdad que había entre el número de directoras y directores era tan abismal que yo creo que ya nos tocaba. Gracias a las políticas y a la concienciación que ha habido hemos conseguido dirigir. Yo llevo queriendo dirigir y preparándome 15 años. No es que hace tres años haya empezado con el proyecto y ahora esté presentándolo aquí. Estudié fotografía en la Escuela de Cine de Madrid y me llamaba mucho la atención que la mayoría eran alumnas, pero cuando empecé a trabajar, sobre todo como técnico, me preguntaba dónde estaban todas aquellas mujeres con las que yo había estudiado, porque la mayoría eran hombres. Era una desigualdad evidente, que se ha ido corrigiendo.
La falta de referentes era uno de los asuntos que más nos podía perjudicar. Existía ese punto de plantear que querías hacer una peliculita, a ver... Pero nos faltaba el autoestima de decir: “Voy a hacer una película”. Creo que ha habido un cambio de mentalidad y se ha creado un grupo con una sinergia muy bonita, de una manera muy natural, también por la cercanía geográfica, entre mujeres que estamos dirigiendo, con jefas de equipo, de sonido, dires de foto, de vestuario, de todos los departamentos.
La desigualdad que había entre el número de directoras y directores era tan abismal que yo creo que ya nos tocaba
Esta entrevista se ha realizado y publicado antes de conocerse el palmarés del festival.
1