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“Westworld plantea más preguntas filosóficas que tecnológicas”

Su nombre aparece en los créditos de las ficciones más conocidas del momento, como Broadwalk Empire, House, Los juegos del hambre o las últimas de James Bond. Pero ahora Jeffrey Wright sale de la segunda fila para convertirse en el embajador principal, junto a Evan Rachel Wood, de la mejor serie del año. El actor se ha dejado caer por nuestro país de la mano de HBO España para presentar Westworld al público.

Su parque temático de robots ambientado en el Lejano Oeste ya ha desbancado en audiencia a Juego de Tronos. Tendremos que esperar hasta 2018 para comprobar si saben mantener el pulso sin trucos en la manga. Con mucho cuidado de no destripar la segunda temporada, el intérprete se ha enfrentado a una prensa sedienta de respuestas. De momento nos conformamos con colarnos entre las bambalinas de estos primeros capítulos de la mano del nostálgico Bernard.

Han cerrado la temporada con una media de 12 millones de espectadores, ¿cómo afecta este listón para la segunda?

Los nervios comenzaron en agosto de 2014, que fue cuando rodamos el episodio piloto. Desde el principio notamos que iba a ser algo especial y ese sentimiento no ha variado en dos años. Pero sí es cierto que la relación con el público de televisión es más distante que en el teatro, por ejemplo. Ahí sabes en vivo y en directo si les has transmitido bien la historia. Por eso ha sido un alivio ver que los espectadores se han involucrado tanto en este viaje.

Westworld ha sabido despertar el fenómeno de la teoría fan como hizo en su día PerdidosWestworld Perdidos. ¿Temen llegar a un punto de no retorno como ocurrió con la serie de JJ Abrams?

Estoy totalmente de acuerdo en que es injusto generar preguntas y al final dejarlas sin resolver. Pero Jonathan Nolan y Lisa Joy son muy respetuosos con su equipo y con la audiencia. Sopesan con cuidado cada una de las tramas para no torturar a nadie con lagunas sin retorno. Y creo que han conseguido resolver todo lo que tenía que ser resuelto en esta primera temporada.

¿Cómo se consigue mantener el hilo en una serie con tantas subtramas y de tal complejidad?

Es mérito de los capitanes del barco, Jonathan y Lisa. Cuando leí el primer guión, quedé impresionado por el equilibrio que han conseguido los guionistas en este arco narrativo tan complejo. Lo tienen todo muy pensado, son muy organizados y saben hilar las historias para ninguna sobresalga por encima de la otra hasta que sea necesario. La forma en la que está escrito el guión, tan complicada y eficaz, es pura poesía.

¿Cree que la ciencia ficción se ha convertido en una excusa en sí misma para no justificar ciertos giros inexplicables?

Un guión de ciencia ficción puede terminar destrozado si no se emplea con cabeza. Pero al mismo tiempo te proporciona la mejor plataforma para desarrollar ideas nunca antes vistas. Es muy liberador.

Además, en cierta forma la ciencia ficción no es en absoluto un género futurístico. Es un género de leyenda mitológica. Si te fijas, la primera temporada de Westworld plantea más preguntas filosóficas que tecnológicas. Cuestiones que se dan en la mitología europea de dioses griegos o nórdicos. Lo que hacen estos “nuevos géneros” es explorar debates universales que el ser humano se lleva planteando durante toda su existencia.

¿Qué debate universal recupera Westworld como serie de ciencia ficción?Westworld

Se habla poco de cómo ha retorcido Jonathan el arte del storytelling, de la narrativa, y sus implicaciones. Según lo plantea, las historias que conocemos y que contamos de manera consciente serían inventadas, porque es imposible acordarse de todos los detalles. Por eso nunca va a existir una sola conciencia que sepa algo de forma objetiva. Sería como una especie de repositorio comunitario.

Es una idea muy interesante. Y eso ocurre también en la vida real cuando alguien en Irán (que seguramente ha tenido que piratear la serie) comenta los giros con un chaval de Kansas. Quizá este tipo de repositorio comunitario, al compartir tu opinión de una serie que va sobre el autodescubrimiento, sea un buen punto en común para nuestra humanidad.

El trato de la Inteligencia Artificial en la serie está muy cuidado, incluyendo las referencias a Isaac Asimov y Alan Turing. ¿Han trabajado con especialistas en el sector?

Jonathan Nolan trabajó como programador en el pasado, de hecho. Sé que invirtió muchísimo tiempo consultando a los líderes en desarrollo de la Inteligencia Artificial. También es muy amigo del empresario tecnológico Elon Musk, que ya le asesoró en Interstellar. Así que dividieron el equipo de guionistas entre los que trabajaban junto a él en los aspectos técnicos, y los que se centraban con Lisa en los giros dramáticos de la historia. Pero a veces intercambiaban los papeles.

Su personaje es un programador brillante, y a la vez es muy consciente de los dilemas éticos de la robótica. ¿Cómo se preparó?

Leí muchos estudios de las consecuencias sociopolíticas de la tecnología. Desde el punto de vista de Elon Musk, Stephen Hawking o Ben Goertzel y sus advertencias sobre los trastornos económicos y sociales del rendimiento tecnológico. Aunque no es la trama principal de Westworld, creo que subyace de una manera bastante obvia.

Los profesores y especialistas del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) defienden que hay que desvincular la creación de empleo y el crecimiento de la clase media con la tecnología. Hoy en día, muchas de las habilidades humanas están contenidas en un dispositivo o un smartphone. Esta concentración de la riqueza y las oportunidades en ciertas empresas es, creo, la principal causante de la frustración económica de la clase media.

En Norteamérica siempre culpamos “al otro”, a los mexicanos o los chinos. Eso fue lo que más me fascinó. Conocer quién controla la industria tecnológica más que la tecnología en sí misma. Yo tengo suficiente con saber abrir mi cuenta de Twitter. Sé que estoy muy limitado en el mundo de la programación, pero me fascinan las implicaciones sociopolíticas de la tecnología.

Eso que cuenta toma forma en el personaje de Ford (interpretado por Anthony Hopkins). Un empresario que se aferra al trono de su imperio pero al final da un giro de 180 grados. ¿Fue siempre sincero su plan?

Yo creo que es un personaje muy sincero. También tiene muchas ambigüedades y no queda muy claro si es de los buenos o de los malos. Pero esa oscuridad la vemos desde el principio: un tipo solitario, misántropo. Se muestra frío con los anfitriones, (los robots del parque temático), pero a la vez parece más cercano a ellos que a los propios humanos.

La primera vez que vemos a Ford es en las entrañas de su laboratorio, tomándose un trago y hablando con un anfitrión de primera generación. Quizá la pregunta correcta sea en qué bando está. En el de los anfitriones, o si de verdad está tan en contra de la humanidad de los robots. O podrían ser las dos. En Westworld hay que ir continuamente para adelante y para atrás. Hay que cuestionarse todo.

Uno de los debates más oscuros que plantea es esa falta de humanidad de los huéspedes en cuanto pisan el parque, ¿qué tipo de visitante sería usted?

Yo me reconozco más en los anfitriones, y en su búsqueda interna de la verdadera conciencia, que en los humanos. Pero si fuese a Westworld, creo que nunca saldría del burdel de la Mariposa. Me pasaría el día bebiendo y pasando el rato con Maeve y las chicas. [ríe]. En EEUU hay una página de la serie donde puedes crearte un perfil dentro de varias categorías. La mía, claramente, sería la de libertino.

Y la última pregunta es obligatoria. Si Ford y Bernard crearon también el Samurai World, ¿continuarán su sacrificio en ese mundo en la segunda temporada?

Si te acuerdas, en el cuarto o quinto episodio, Theresa habla con alguien en la oficina y no es en inglés. Así que quién sabe, igual van hacia la dirección del Samurai World, o quizá solo está puesto ahí para despistar a los espectadores.

No puedo decir nada más porque no lo sé. Y si digo en alto cualquiera de mis teorías, llegarán Jonathan y Lisa con alguno de sus estupendos giros de guión y me harán quedar como un idiota [ríe].