Laura Nix: “El cambio climático es el síntoma de la caída de la democracia”

Laura Nix es una veterana directora y productora independiente de documentales. Entre su obras, destacan el documental The Light in Her Eyes (2011), osado y lleno de sentido práctico, sobre una escuela para mujeres en Siria, y el largometraje de ficción The Politics of Fur (2002). Nix pasa por Madrid para presentar el documental The Yes Men Are Revolting, que codirige. El film, en la sección oficial competitiva, es el más “íntimo” sobre el dúo de activistas compuesto por Igor Vamos y Jacques Servin, Mike Bonnano y Andy Bichlbaum, respectivamente en la ficción.

Además, produjo también la anterior película del dúo The Yes Men Fix The World (2009). Se involucró en ambos proyectos por amistad: conoce a Igor Vamos desde la Universidad. Ha visto madurar a la pareja creativa Yes Men desde mucho antes de su existencia.

¿Fue idea suya enseñar la faceta más personal de los Yes Men?

A Andy y Mike les gustaba la idea de enseñar su realidad. Se motivaban pensando: “Sí, ¡esto tiene que ser una historia real!”. A mí me parecía una locura, no sabía qué querían demostrar con eso. Porque ellos son clowns, y les cuesta ser vulnerables y enseñar partes delicadas de sus vidas. Pero lo hicieron.

¿Por qué decidió en este caso ponerse tras la cámara?

Mike y Andy quisieron ser los directores, pero la perspectiva personal surgió desde el inicio, y necesitaban a alguien que calibrase esta faceta y supiese juzgarla objetivamente. Alguien que supiera equilibrar a estas dos fuerzas de la naturaleza. Entre ellos hubo muchos conflictos, como muestra el film: una parte central es una pelea que mantienen por sus desencuentros y que no pudimos obviar en el montaje. Su pelea no podía acaparar toda la atención, que está centrada en el cambio climático.

¿Cuál es el objetivo de la película?

El objetivo de la película es hacer algo. Vivimos en un mundo enfermo, en el que el capitalismo ha tomado las riendas, y que tiene un serio problema climático, que por desgracia no podemos soslayar. Tenemos que oponernos a eso, y convencer a las personas de que tienen el poder para revertir esta situación, para cambiarla. El poder está en nuestras manos.

Mucha gente piensa que los Yes Men son superhéroes, pero muchas de las cosas que hacen no son muy costosas: lo realmente importante es la idea, lo que hacen, la audacia, la valentía, los huevos para hacerlo. Por eso, nuestro objetivo era el de convencer a gente de emprender acciones como las suyas. Así empezamos la plataforma global Action Switchboard, con la que pretendemos que las personas propongan acciones y de paso conozcan otras iniciativas de otras personas a lo largo del mundo. Queremos que la gente se implique.

¿Vivimos en una “democracia robada”?

(Asiente). Creo que la democracia en Europa y en Estados Unidos ha sido básicamente usurpada por los intereses monetarios, las instituciones civiles son débiles, y el “dinero” es cada vez más poderoso. No tenemos ya más democracia, y por eso tenemos cambios climáticos, porque la democracia ha caído. No tenemos que considerar el cambio climático como un tema separado, es actualmente el síntoma de la caída de la democracia, porque si nuestro voto reflejara efectivamente nuestros deseos, y se trasladara directamente a la acción mediante las personas que elegimos, no tendríamos este problema. Por desgracia, el dinero tiene el control y, por eso ahora, las personas son lo último.

¿Es fácil ser mujer en un mundo tan de hombres como el del cine documental?

Estadísticamente, el porcentaje de mujeres participantes en los principales festivales de cine del mundo no llega al 15%, cifra que no refleja en absoluto la realidad. Es crucial que los programadores intenten buscar “voces femeninas” a la hora de confeccionar sus programaciones. Es una asignatura pendiente de los festivales.

¿Una mujer en la Casa Blanca podría cambiar (algunas) cosas?

(Titubeo y risa irónica) Depende de qué mujer. Carly Fiorina (candidata republicana) desde luego no cambiará nada. Hillary Clinton lo pretende, pero está totalmente en manos de Wall Street. Clinton hizo muchas cosas –como primera dama- por las mujeres trabajadoras, en materia de legislación sanitaria infantil, por la reproducción asistida y derechos derivados… temas que para Estados Unidos son muy drásticos (estamos muy alejados de muchísimos países industrializados en el tema del trabajo femenino). Por ejemplo, el aborto sigue siendo ilegal en la mitad del país, por lo que hay muchos cambios que puede hacer si realmente se lo propone. Habrá que ver hasta dónde está dispuesta a llegar.

¿Cuál cree que es el papel del cine documental en este periodo de ebullición social-ciudadano?

Una cosa que creo ha pasado últimamente en Estados Unidos, y creo también en otros países, es que los documentales están haciendo el trabajo de investigación, porque las agencias de información ya no pueden hacerlo, y los medios están muy volcados en el beneficio o en la escasez de medios, si son independientes. Es un momento excitante para el cine documental porque hay mucho más interés en él, en particular en aquél que trata temas de investigación. The Yes Men Are Revolving no es uno de esos ejemplos, por cierto (ríe). No somos periodistas de investigación, somos comediantes.

¿Qué es lo que más le preocupa a usted, Laura?

(Suspiro profundo) Nuestro desapego hacia lo salvaje. Sabemos que estamos extinguiendo el mundo y no lo reflejamos en nuestra cultura. En los 60, los temas sociales de la actualidad se veían reflejados en el cine o en la música. Y ahora ya no se escucha hablar de estos temas, hay una profunda desconexión entre lo que ciertamente sabemos y lo que pensamos o hablamos. Nuestra cultura contemporánea no se hace eco de estos asuntos porque, quizás, son demasiado amplios, profundos, tristes.

La segunda cosa que me preocupa profundamente es la diferencia de clases en el mundo. Siempre ha habido diferencias entre los ricos y los pobres. La diferencia entre los tiempos pretéritos y ahora, es que ahora sabemos que existen esas diferencias. Sabemos todo eso, y seguimos consumiendo, a pesar de que genera sufrimientos en alguna otra parte del mundo.