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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Fanny Ardant, transexual en “Lola Pater”: “Siempre he llorado con Almodóvar”

EFE

Madrid —

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Fanny Ardant, diva del cine francés con Truffaut, Resnais o Costa Gavras que sigue arrasando en taquilla, acaba de convertirse en transexual a las órdenes de Nadir Moknéche, en “Lola Pater”, una película de reencuentros a la que la actriz le encuentra similitudes con el cine de Pedro Almodóvar.

“Siempre he llorado viendo las películas de Almodóvar porque tratan del amor, del que se ha roto, del que se ha perdido, del equivocado; y eso es el tema de la vida”, comenta la actriz en una entrevista con Efe, días antes del estreno de la cinta, que llega el 13 de julio a las salas españolas.

“Me encantaría trabajar con Almodóvar, he visto sus películas y siempre me ha parecido que estaban hechas con muchísima inteligencia. Él nunca ha exagerado porque siempre se queda con la emoción”, considera esta actriz que ha interpretado en su larga carrera setenta papeles diferentes en otros tantos largometrajes.

Aquí es una mujer que hace 25 años abandonó a su hijo cuando era un famoso bailarín argelino; tras cambiar de sexo, ahora dirige una escuela de baile y tiene una novia: “He cambiado de homosexual a lesbiana”, explica su personaje.

La película comienza cuando la esposa muere tempranamente y el hijo se decide a buscar al padre.

“Es mejor confiar en el instinto y los sentimientos y no en ideas preconcebidas. Hay tantos tipos de hombres como de mujeres, pero a ésta la define la fantasía, la generosidad, la insolencia, y que le gusta bailar y disfrutar de la vida. Nada de esto me es desconocido”, apunta.

“Otra cosa habría sido que me hubieran propuesto ser un guerrero vikingo”, dice entre risas, haciendo alarde de un particular sentido del humor.

La historia de “Lola Pater se retrotrae a la juventud del director de origen argelino, que -como Zino (Tewfik Jallab)-, perdió a su padre a los tres años y hubiera preferido tener un padre transexual a la realidad de que esté muerto.

Y eso es “Lola Pater”, un reencuentro de un padre y su hijo.

Solo una vez el director da una pista de lo que está pasando: Lola se mira a un espejo de mano y ve a una mujer muy guapa pero con barba sombreando su mentón y una mirada dura, de dolor o de rencor.

“Lola sabe que ha sido un hombre con barba y le duele. Cuando se ve, llora. El camino ha sido difícil. Me gusta que se sienta libre, aunque sepa que toda libertad tiene un precio, que ella ha pagado muy caro”, explica.

Respecto a las críticas a Moknéche por no elegir a una actriz trans para el papel, Ardant defiende que “espera” que a ellas no se les pida que hagan “solo papeles de trans”.

Se considera más ser humano que mujer, “no me gustan las categorías cuando se habla de personas”, dice tajante la francesa, que se ríe de sí misma cuando, en el pasado, hubo quien puso en duda que fuera una mujer.

“Un personaje no esta definido por su sexo, ni por clase social o su nacionalidad, sino por su carácter, su generosidad, su violencia, su impaciencia o su sentido artístico. Lo otro -ironiza- solo es útil a la policía”.

Entiende que las mujeres que sufren abusos recurran a la ley, pero a ella las leyes no le merecen mucho respeto, aunque “espera” que “a otras les sirva”, comenta escéptica, y tampoco nunca ha sufrido abuso de ningún tipo.

En esa misma línea, señala que nunca ha formado parte del movimiento feminista, no lo encuentra necesario, porque fue educada en una familia de hombres extraordinarios. “La mía es una visión magnífica de los hombres, sí he conocido algunos que no eran buenos, pero me busqué la vida sola siempre”, zanja.

Ardant dice que cree profundamente en la igualdad, de modo que compuso al personaje desde fuera: “Nadir quería más tetas, más culo, el pelo más largo, mucho maquillaje, un poco excesiva. Recuerdo que él pensaba que las manos eran un punto muy importante, los trans las tienen muy cuidadas y yo me como las uñas: Me lo respetó, felizmente, Lola también se las come”.

Y marca su masculinidad con su voz y sus gestos a veces un poco violentos, dice.

De su fama en los ochenta, que empezó con “La mujer de al lado”, que rodó con Francois Truffaut, padre de su primera hija, a hoy, aclamada por su trabajo en “8 mujeres” de Francois Ozon, Ardant es consciente del cambio. Pero le gusta.

A punto de cumplir 70 años, mantiene un físico espectacular y una inteligente sonrisa que regala sin demasiados remilgos.

“En la naturaleza, la lluvia hace que las cosas crezcan, que cambien, y el paso del tiempo me parece interesante. Yo quiero conservar las cosas como siempre las he visto, sé que ahora el tiempo va muy veloz, pero yo no voy a cambiar mi visión”, reflexiona.

Por Alicia G. Arribas