Un mapa que pone a las mujeres en su sitio

El Lyceum Club Femenino fue el único foro feminista de Madrid de 1926 a 1939. Se ubicaba en La Casa de las Siete Chimeneas y por ahí pasaron Elena Fortún, María de Maeztu o Carmen de Burgos. Una de sus fundadoras fue Carmen Baroja, que decía que aquella era una idea “exótica” en Madrid; no en vano, la idea la cogieron de una institución homóloga que había en Londres. Desde ese lugar se dieron pasos para suprimir la ley que condenaba a la mujer a la supeditación a su marido, y Clara Campoamor acunó las ideas que ganaron el debate a favor del voto femenino. Desapareció con la Guerra Civil.

Relatan su historia completa en el vídeo que abre este artículo. Es uno de los primeros puntos que se ha situado en el mapa madrileño del proyecto La Ciudad de Mujeres, liderado por el grupo de Investigación Aplicaciones del Arte en la Integración Social de la Universidad Complutense de Madrid. Se enmarca dentro de uno más grande y ambicioso, Divercity, financiado por la Unión Europea.

La coordinadora del proyecto europeo califica concretamente el de Madrid como una “cartografía político-afectiva”. Es Marián Cao, que nos explica que en el de la capital española, donde ella está implicada, han colaborado con distintas asociaciones y colectivos que trabajasen con mujeres en riesgo de exclusión, como Ventillarte o la Asociación de Pueblos Unidos, con las cuales “hemos estado trabajando desde octubre sobre la manera de apropiarse de la ciudad, de crear lugares significativos para ellas”.

El resultado final será una “especie de Google Maps en el que al pinchar, en vez de encontrar restaurantes, aparezcan narrativas vitales”. Esas narrativas vitales abarcan muchos planos. Por un lado está el histórico, donde se colocaría el Lyceum y otros lugares como la Residencia de Señoritas, Tabacalera o los que frecuentaron Las 13 Rosas u otras víctimas de la Guerra Civil. Por otro, y con la colaboración de la Comisión de Malos Tratos, añadirán los puntos donde han sido asesinadas mujeres a lo largo de los últimos diez años. También habrá otro tipo de historias: las que evocan las mujeres migrantes de la Asociación de Pueblos Unidos, las de Ventillarte o las del Centro de Rehabilitación Psicosocial del Lucero; así como las de conductoras, barrenderas, paseantes o cualquier otra mujer que viva la capital. “Espacios en los que hay una huella, como siempre, que está en muchos casos invisibilizada”.

Narrativas colaborativas

“Madrid, al final, es un enjambre de narrativas vitales: malas, buenas, paradójicas...”, describe Cao. Para ilustrarlo cuentan con vídeos, fotos, y relatos elaborados por el grupo de trabajo y por las integrantes de los colectivos, pero también buscan colaboración. Quien quiera puede participar enviándoles “una historia o una producción personal, hecha a través del arte, del cómic, de la fotografía, de la canción... Para que la lectura sea más agradable, pedimos que se vincule a emociones básicas. Que el lugar que se elija se asocie a una: miedo, humor, alegría, amor”. El lugar donde se puede mandar es la dirección de correo madridciudadmujeres@gmail.com. El 6 de mayo, primero en La Casa Encendida y luego en Esta es una plaza, celebrarán una jornada de puertas abiertas para quien quiera conocer de primera mano el proyecto y su método de trabajo.

El Museo Thyssen también ha colaborado en el mapa, seleccionando una muestra de 15 imágenes que podrían ser evocadoras de la ciudad y sus múltiples caras; desde la idílica hasta la caótica. “Se presentaban esas imágenes a las integrantes de colectivos para que empezasen a plantearse que la ciudad se podía pensar. Por ejemplo, muchas identificaron Metropolis de Grosz con la Gran Vía”, cuenta Cao.

Un proyecto que llega a otras ciudades

Esta cartografía, que esperan que crezca y que tenga apoyo del Ayuntamiento de Madrid, es en realidad sólo una parte de plan. Por ejemplo, también en Madrid, han desarrollado actividades paralelas para abrir el concepto de museo a diferentes colectivos y sacarlo a la calle. Concretamente, han realizado una colaboración entre Secretariado Gitano y el Museo Thyssen en la que han desarrollado metodologías participativas.

La Universidad Complutense es el único centro educativo que participa en Divercity. En el resto de Europa, lo hacen entidades: en París el Elán Interculturel; en Budapest la Fundación Artemiszio y el Museo Etnográfico; en Viena el Stand 129 de Cáritas; en Helsinky el Museo de Helsinki y en Lisboa REDE. En septiembre, en Madrid, todos presentarán los trabajos de tipo similar que se están realizando en cada ciudad. El objetivo en todos los casos es crear puentes pedagógicos entre la diversidad, la ciudad y el museo. Cao apunta una salvedad sobre el equipo que lidera en Madrid: “Nosotros hemos trabajado el género de manera transversal. De manera que el nuestro es quizá el más completo, porque hemos intentado abarcarlo todo”.