Delilah volvió a sonar una vez más el pasado fin de semana en un partido de rugby del Seis Naciones. En esta ocasión, Gales se enfrentaba sobre el césped a Inglaterra. La famosa balada de Tom Jones se ha convertido casi en el segundo himno nacional de Gales y es la canción más coreada en los encuentros de esta liga que enfrenta a las selecciones nacionales de rugby de Escocia, Francia, Gales, Inglaterra, Irlanda e Italia.
Año tras año, los estadios se vienen arriba con el mítico “she stood there laughing / I felt the knife in my hand and she laughed no more” [sentí el cuchillo en mi mano y ella dejó de reír]. La polémica lleva muchas ediciones dando vueltas y se reactiva con cada nuevo partido. ¿Debería seguir Delilah sonando en los estadios y siendo coreada en masa por las gradas?
El diputado laborista Chris Bryant ha sido la última persona en defender el veto de la canción en el campo. “Yo he cantado 'Delilah' también, a todo el mundo le gusta cantar el momento del 'She stood there laughing', pero si queremos tomarnos este problema en serio, tenemos que cambiar cómo hacemos las cosas”, escribía en The Guardian a principios de febrero. El primero en llamar la atención sobre la cuestión fue cantante de folk y ex presidente de Plaid Cymru Dafydd Iwan, que en 2014 dijo que “la canción tendía a trivilizar la idea de asesinar a una mujer”.
La Welsh Rugby Union ha respondido a las críticas justificando que Delilah “se ha hecho famosa por su musicalidad más que por su letra”. También argumenta que “las tragedias de Shakespeare, como Romeo y Julieta, retratan igualmente aspectos negativos de la vida” y que, si nos ponemos así, “hay muchos precedentes similares en el arte y la literatura”.
La balada de Tom Jones cuenta la historia de la relación de un hombre y una mujer. Él ve cómo ella le engaña y como consecuencia “pierde la cabeza”. “La letra evoca a la perfección la excusa de muchos hombres para ejercer violencia contra sus parejas y, además, culparlas. Estas frases las he escuchado en los juicios. Ellos reclaman y creen que las mujeres son de su propiedad”, apunta Julie Bindel, escritora y cofundadora de Justice for Women, en una columna de opinión en The Guardian.
El mensaje inapropiado de la canción no pasó inadvertido al mercado musical hispánico de los 70. La letra de Tom Jones traducida al castellano suavizó bastante el tono y decía algo así: “Sentí su cuchillo de la traición en la mano, clavándolo en mi corazón”.