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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El antiparque de Banksy ya estaba inventado

Antes, los parques de atracciones servían para divertirse. Había montañas rusas, coches de choque, tiovivos, alegres merenderos de colores y mascotas gigantes animando a los niños. Pero algo indica que el tradicional centro de entretenimiento por antonomasia está cambiando. Y eso, en gran parte, es culpa de Banksy. El artista inauguró hace escasos días Dismaland, “el sitio más decepcionante de todo Reino Unido” en un pequeño pueblecito de la costa oeste británica, Weston-super-Mare. El enclave, un antiguo centro de ocio abandonado a su suerte en 2000, se le antojó al genio de las intervenciones urbanas como lugar idóneo en el que colocar su parque.

La leyenda que reza el subtítulo bajo Dismaland es clara: “Bemusement Park” (Parque desconcertante). Algo debe haber cuando The Guardian lo califica como “realmente deprimente, soso y muy aburrido”. Aunque el universo antisistema de Banksy no sea del gusto de todos, aún hay parques de atracciones que hacen recuperar la fe en la humanidad. Otros llevan a perderla por completo. El centro de ocio del artista de Bristol, que ha contado con las intervenciones de 56 artistas (entre ellos dos españoles) es peculiar. Tanto como los parques y atracciones que proponemos a continuación y que en algunos casos hacen que uno se pregunte si de verdad la gente busca divertirse o... pasar un mal rato.

Samadhi Death Experience, en China

Ding Rui y Huang Wei-Ping se asociaron para contar al mundo (o intentarlo al menos) qué es la muerte. Salvo que estos dos empresarios chinos hayan fenecido y luego vuelto desde el más allá, cualquier parecido con la realidad debe de ser pura coincidencia. Integrada dentro del parque temático Window of the World, se encuentra una atracción que simula la experiencia de ser incinerado en un horno funerario. Tumbado en una cinta, el visitante atraviesa momentos “dramáticos” en los que experimenta la preparación previa del cadáver en el depósito antes de su cremación, para después vivir en sus propias carnes el momento de la muerte y más tarde renacer en una cápsula redonda y suave que hace las veces de útero. No faltan pequeños detalles, como aire caliente a 40 grados durante todo el recorrido, proyecciones de luz o la sensación de agobio al viajar dentro de un ataúd. El recorrido por el mundo de los muertos cuesta 30 euros.

Jeju Loveland, en Corea del Sur

Un parque temático al uso cuyo leitmotiv es el sexo. “Un lugar en el que el visitante puede apreciar la belleza natural de la sexualidad”, aseguran desde la página web. Más de 140 esculturas repartidas por el parque representando las diferentes posturas del kamasutra deleitan al visitante ávido de contemplar lo que viene a ser el Kamasutra en 3D. Y no solo eso: también hay vaginas incrustadas en cáscaras de mejillón, gloryholes, meaderos al aire libre sostenidos por hombres o penes gigantes repartidos por todo el parque.

Todas las esculturas fueron elaboradas en 2002 por 20 artistas de la Universidad de Seúl y sirven de base a los espectáculos, exhibiciones y performances que se celebran en el parque cada mes. Abrió en 2004 y desde entonces no ha parado de recibir visitantes, eso sí, mayores de edad. Como curiosidad, en Jeju Loveland tienen en cuenta las necesidades de los padres y es por eso que el parque cuenta con una zona de guardería. El precio ronda los siete euros.

Tierra Santa, en Argentina

Si en Corea tientan a Satán con parques temáticos subidos de todo, en Buenos Aires hacen justamente lo contrario. Tierra Santa es un “centro de evangelización único, de enriquecimiento cultural y espiritual”, según cuentan en su página web. No sabemos si visitar Jerusalén asegura las puertas del cielo, pero San Pedro seguro que se sentiría orgulloso de recibir a todo aquel que peregrinó una vez en su vida a este parque de atracciones inspirado en Jesucristo y en La Biblia. Poder disfrutar de La Última Cena, contemplar La Creación o asistir a la mismísima Resurrección es algo que no se hace todos los días.

En Tierra Santa se repiten los shows, uno tras otro, hasta el fin de los tiempos (auguramos). Y a cada hora en punto, un Cristo gigante emerge de entre las rocas para supervisar la creación y ofrecer paz y amor a todos los visitantes. Pero nadie dijo que visitar la tierra de Jesús fuera barato: los precios oscilan desde los 40$ (34 euros) para los más pequeños hasta los 100 (86 euros) para los mayores. Solo abre viernes y fines de semana.

World Joyland, en China

El país asiático se cuela por segunda vez en este ranking de parques temáticos rarunos, ahora sin licencia. China, el país que más falsificaciones produce, no podía hacer una excepción si de videojuegos se trata. Los millones de fans de las sagas Starcraft y World of Warcraft están de enhorabuena. Inaugurado en 2011 e inspirado en las multimillonarias franquicias de Blizzard, este megacentro de ocio está ubicado en Changzou y no cuenta con licencia alguna para reproducir los numerosos monstruos, mazmorras e ítems que pueblan el parque. En el área de fantasía pueden verse sátiros, pandaren, elfos, trolls y fortalezas de orcos. La otra mitad del parque, la de ciencia ficción, cuenta con estatuas de Protoss, Zergs y, cómo no, Humanos. Más de 48 millones de dólares (lo que ha costado construir el parque) así lo demuestran.

Išgyvenimo Drama, en Lituania

Para los nostálgicos de la URSS este parque debería ser algo así como La Meca para los musulmanes. Hay que ir una vez en la vida. Runa Vanagaite creó junto a varios empresarios más esta “atracción” en la que el visitante se sumerje en un búnker soviético durante horas y experimenta de primera mano el calvario de los prisioneros. Con más de 3.000 metros de túneles, el búnker fue construido en 1984 como una base de emergencia para las telecomunicaciones lituanas en caso de que Vilnius cayese bajo dominio de la OTAN. Mientras dura el viaje, los prisioneros serán sometidos a interrogatorios sumarios, alimentados con la comida propia de la época, obligados a realizar trabajos forzados en un gulag o a probarse unas máscaras de gas con un toque tan vintage como aterrador.

The Simpsons Ride, en EEUU

Springfield existe. El Springfield de los Simpson, también. Forma parte del Universal Orlando Resort en Florida y lleva activo desde 2013. La visita guiada por el pueblo natal de Homer y Marge dura seis minutos, tiempo suficiente para tomarse una Duff en el bar de Moe, comprar unas revistas porno en el Kwik-E-Mart y visitar la casa de los Simpson. La montaña rusa proyecta de fondo una sucesión de imágenes en 3D para recrear la atmósfera idónea. Además, recientemente se inauguró una reproducción a escala real de la ciudad en el mismo parque. Y al final, una tienda con merchandising de la familia preferida de la televisión y la casa de las rosquillas, Lard Lad Donuts.

Legoland

Los otros amarillos también tienen su parque de atracciones. Pero construido a base de bloques y repartido entre Europa, EEUU y Asia. A diferencia del resto, los Legoland están orientados hacia los más pequeños. Se dividen en zonas temáticas, inspiradas siempre en los juguetes de la casa: Lego X-Treme, Knight's Kingdom, Lego City... Los precios varían según la localización del parque, pero la diversión está garantizada.

Le parc du Petit Prince, Francia

El Principito llega volando. Como tal, en el parque temático dedicado a su figura no podían faltar los elementos aéreos. “El primer parque temático aéreo” del mundo cuenta sus atracciones por globos y su atrezzo por jardines, flores y animales. Todo aquí tiene una relación con los elementos del libro: está el globo del rey, como también el avión del piloto. Hay praderas en las que jugar con zorros, paredes de pizarra en las que pintar ovejas, ovejas de carne y hueso a las que abrazar. Y todo en un entorno natural, en la Alsacia francesa. Como el cuento, el parque lo pueden disfrutar tanto niños como mayores. Las entradas rondan los 20 euros.