Es duro ser hombre en una pista de baile
Ni la avioneta, ni el bamboleo copa en mano, ni el movimiento maraca sin maracas. Las pistas de discoteca son como arenas movedizas para cualquier bípedo que no sea John Travolta o Patrick Swayze, o eso es algo que los científicos estadounidenses han querido demostrar. Según el curioso artículo de The Washington Post, un equipo de investigadores de la Universidad de Northumbria en Gottingen ha encontrado la receta perfecta para el noble arte de la danza en escenario.
La complejidad del estudio brilla por su ausencia, no discierne entre culturas, géneros musicales o regiones. En realidad la investigación se basa en los pasos que resultan más antipáticos o más atractivos a un prototipo de mujer americana de mediana edad. Treinta hombres se utilizaron como conejillos para bailar durante medio minuto una melodía de tambores, sus movimientos serían captados por un avatar 3D que luego el grupo de mujeres debería puntuar sobre siete. Los sociólogos se excusaron en que detrás de las maneras de baile de un hombre, se esconden rasgos tales como “la salud, la aptitud, la calidad genética y la historia del desarrollo anatómico”.
¿Y cómo interpretaron qué movimientos resultaban más seductores? Para ello realizaron una taxonomía del cuerpo del autómata en tres zonas clave y sus respectivas articulaciones. El tronco central, incluyendo el cuello y el torso; las piernas, incluyendo las rodillas, caderas y los tobillos; y los brazos, incluyendo los hombros, codos y las muñecas. Después del desmembramiento, midieron la extensión de cada articulación, así como la velocidad, la amplitud y la variedad de movimientos como la flexión, torsión e inclinación. Reuniendo todas las buenas aptitudes de baile, dieron con los pasos de disco definitivos para arrasar.
Descubrieron que los movimientos funcionan mejor cuanto más amplitud de pista se domine, sean más variables y en los que se utilice el cuello, la cabeza y el torso. Eso nos lleva a pensar que una mezcla de la seguridad de Fiebre del sábado noche y del estilo de los videoclip de R'n'B es la más efectiva.
En la otra cara de la moneda, el refrán “tener dos pies izquierdos” no era en balde, pues los zurdos salen poco beneficiados en este estudio. Los bailarines que hicieron mayor uso de su pierna izquierda fueron duramente valorados y los movimientos significativos realizados con ese lado del cuerpo pasaron totalmente desapercibidos.
Como reza el artículo “for male dancers, hips don't lie and arms don't matter”, esto viene a decir que lo que cuenta es una osilación de caderas a lo Michael Jackson y que cuanto menos movimiento de brazos, mejor. Y aunque este estudio se queda en una mera anécdota, lo cierto es que estamos muy acostumbrados a que se saque tajada del baile en multitud de ocasiones. Como excusa para hacer un flashmob en un programa de entretenimiento, como columna vertebral de un reality o incluso como género cinematográfico en sí mismo.
Todavía estamos agradeciéndole al fantástico Jimmy Fallon que montase un revival de Footloose con el mismísimo Kevin Bacon 30 años después. De pronto nos encontramos absortos por este fenómeno del baile y descubrimos que nos encanta ver vídeos de Dirty Dancing. Y que si John Travolta o Jamie Bell quisieran hacer lo propio en el programa de Fallon, el éxito estaría garantizado. Bailar es sinónimo de promoción personal o comercial, es una estrategia de social que los investigadores de Gottingen conocen bien. Y bajo el amparo de la excusa que quieran, cualquier pista científica que compartan, bienvenida sea.