Falsos documentales: lo que Évole no inventó con su Operación Palace

Las redes sociales se pusieron en movimiento en la noche del 23 de febrero. Algunos pedían la cabeza de Jordi Évole y otros aplaudían con humor la valentía del programa. Fuera como fuera, el objetivo se cumplió: a nadie le dejó indiferente el metonímico falso documental sobre el montaje del 23F. Sin embargo, en un ejercicio de memoria y con la hemeroteca, comprobamos que de mockumentaries está llena la historia reciente. Cabe preguntarse si el alboroto, como ha ocurrido muchas veces, no es consecuencia de la vergüenza colectiva más que como coartada de la manipulación periodística.

Orson Welles y Stanley Kubrick ya nos pusieron en precedentes. Recordemos el revuelo inconcebible que provocó el cineasta estadounidense cuando en 1938 llevó La Guerra de los Mundos al Estudio Uno de la CBS. “Damas y caballeros, los extraños seres que han aterrizado esta noche en Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte”, así firmaba Welles el pánico a nivel mundial. Programas de radio, libros e incluso películas presentadas como ficción han sido susceptibles de provocar el escepticismo más inverosímil... o no tanto.

Holocausto Caníbal

Aunque no sea un documental, muchos reconocen esta escatológica obra maestra del género como el germen de lo que nos ocupa. Se puede pensar que en 1980 el cine estaba bastante avanzado, tanto que por muy realistas que fuesen las descarnadas imágenes nadie sería capaz de creérselas. Pues bien, no fue así. Hubo una importante repulsa hacia la muerte de los animales -que lamentablemente fueron reales- y ¡hacia la de las personas! Se puede considerar que Ruggero Deodato abrió la veda para los falsos documentales, filón del que el cine de terror ha hecho una importante caja.

This is a spinal tap

Mockumentary, ese término desconocido por muchos, ayer manido hasta la saciedad en la red e inventado por Rob Reiner. El cineasta provocó un efecto muy parecido, aunque menos peligroso con su ácido documental This is a spinal tap acerca de las rutinas de un bizarro grupo de rock. La propia industria y el efecto espejo resultante alimentaron las teorías sobre la verdadera existencia de la banda.

Obviamente, por mucho que se critique, ninguno de estos productos tiene una intención desinteresada: cuantos más beneficios, mejor. Los actores llegaron a grabar un disco para exprimir al máximo el engaño. Ya que estaban allí...

Forgotten Silver

Para follonero, Peter Jackson. En sus inicios, muchas de sus bromas mockumentaries le valieron la etiqueta de persona non grata en Nueva Zelanda. No tenía problemas en hacer creer a sus compatriotas rurales que había encontrado el definitivo control remoto para los animales. Pero sin duda, puso el mundo patas arriba cuando decidió ponerse por montera siglos de historia cinematográfica. En el documental, afirmaba que los hermanos Lumiére no fueron los primigenios, sino un neozelandés con una rudimentaria cámara hecha con una bicicleta.

Sus recursos para hacerlo verosímil no tenian límites: entrevistas, falsos documentos, imágenes inéditas. Las reacciones exageradas tampoco las ha inventado Évole. En 1995 la televisión que lo emitió recibió un número récord de amenazas de muerte. Una broma que, sin embargo, impulsó aún más la carrera de Jackson tras ser considerada como una obra maestra del cine.

Operación Luna

El documental que ha servido de inspiración para Évole y su equipo es Operación Luna. Ante un suceso histórico que cambió la percepción humana y estelar para siempre, aparece un falso montaje que indaga en las incongruencias de la primera llegada del hombre a la Luna. En este caso Hollywood y Stanley Kubrick habrían sido los encargados de orquestar en un estudio de la MGM el famoso “un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”.

Agentes de la CIA, técnicos de la NASA, Henry Kissinger, Donald Rumsfeld e incluso la mujer de Kubrick participaron en este mockumentary. Con los famosos argumentos de la bandera ondeante, los focos detrás del astronauta y la honda pisada a pesar de la gravedad, la verosimilitud estaba servida. Un producto entretenido, trabajado y, lo más importante, muy polémico.

I'm still here

Si quieres hacer creer a la audiencia que un actor está harto de la pretendida ostentación de Hollywood y los problemas mentales que le provocan, el perfecto es Joaquin Phoenix. Ya sabemos que el ángel caído por antonomasia de la industria estadounidense es el protagonista de The Master. En el documental se presentaba a un decadente Phoenix y su evidente deterioro físico y psicológico.

Aunque la guinda del pastel fue la planeada entrevista en el programa de David Letterman, en el que el actor decide en público dejarlo todo y dedicarse al hip-hop. Para los que se soliviantan con la corta mentira de ayer, tenemos que decir que esta pantomima se mantuvo durante varias semanas. Un engaño en toda regla.