Guerra de grafiteros en el barrio hipster de Madrid
El Pinta Malasaña del domingo no ha pasado desapercibido. En un lado, los comerciantes, los organizadores del evento -Somos Malasaña y Madrid Street Art Project- y los artistas que contaron con autorización para pintar más de 200 cierres en el barrio. Al otro, los grafiteros que llevan “trabajando” ilegalmente esta zona de Madrid toda la vida -como quien dice- y que vieron cómo sus piezas eran pisadas a lo largo de una jornada. eldiario.es contactó con una fuente próxima a los grafiteros, quien aseguraba que “una de las reglas mas estrictas del grafiti es que no puedes pintar sobre algo que ya haya pintado”.
Según cuenta Rockhastalas6, a principios de abril una campaña publicitaria pintó unos 30 cierres del barrio que llevaban años firmados por grafiteros míticos como Guos, Buny o Dier, entre otros. Como repulsa a la acción comercial, menos de 24 horas después, los cierres fueron repintados. El pasado domingo, con el Pinta Malasaña, “el barrio se llenó, vino muchísima gente a pasar el día aquí y a consumir en sus tiendas”, contaba Alberto Peña, presidente de la asociación Vive Malasaña, a eldiario.es el miércoles.
Entre el lunes y el martes, los cierres que habían sido pintados por los artistas que formaban parte del Pinta Malasaña fueron repintados de nuevo. Los grafiteros consideran que se ha violado la regla de “no pintar sobre algo ya pintado” y salieron a la calle a firmar de nuevo esos espacios. Y es que en algo más de 20 días se ha pintado hasta cinco veces sobre los mismos cierres. Los vecinos ya han interpuesto más de 120 denuncias e incluso uno de los grafiteros ha sido detenido. eldiario.es ha conseguido hablar en exclusiva con uno de los participantes en la acción de repintado del pasado lunes.
¿Cómo argumentan su derecho a pintar encima de unos espacios en los que sí estaba autorizado hacerlo el domingo pero después no?
El argumento diría que es el grafiti en sí mismo, entendido como el reconocimiento del nombre, el getting up, que no es otra cosa que el “dejarse ver” y la ilegalidad que envuelve el grafiti. Es decir, no tenía derecho a pintar cuando estaba el cierre vacío y pinté. Ahora que me han tapado pintaré igual, sé que es una “apropiación indebida” del espacio, pero el grafiti es así. Sé que es difícil de entenderlo estando fuera del juego.
No es que no apreciemos el arte, que de hecho lo hacemos, lo que pasa es que la calle no es el sitio, no al menos el soporte, usando cierres que ya están pintados y encima pintados por gente utilizando su propia pintura y exponiéndose a una multa gigante. El arte en las galerías y el grafiti en la calle, no veo coches volando porque para eso están los aviones.
¿Tiene la acción algo que ver con el rápido proceso de gentrificación que está viviendo el barrio de Malasaña?
Evidentemente sí, aunque no hayamos ido a pintar solo por este motivo, pero es evidente que Pinta Malasaña es un intento de hacer bonito un barrio en el que hasta hace bien poco te encontrabas a crackeros y putas y ladrones solo con bajar de la Calle Colón para Gran Vía. Hace ocho o nueve años que dejó de ser lo que era, el centro ha cambiado, y lo quieren como ellos quieren, olvidándose de los orígenes del barrio, la identidad de Malasaña. Cosa que también pasa con la fiesta del orgullo gay, por ejemplo.
¿Es, de alguna forma, incoherente la administración al permitir a unos pocos artistas pintar sobre ciertos lugares y a otros multarles con hasta 3.000 euros?
Hombre, eso y que le den una calle al Muelle, que no hacía más que firmas de las que tanto disgustan a los comerciantes y vecinos de la zona. No digo que esté mal darle una calle a un personaje como él, pero lo que sí lo está es esa doble moral: da asco que flipas. Mucha gente endiosa a Muelle y si se lo encontrasen por la noche firmando, llamarían a la policía. Esto pasa tanto en este evento como en organismos como la propia Comunidad de Madrid o el Metro.
En la estación de Moncloa, por ejemplo, hace tiempo se realizaron unas “pinturas” con rotulador, que menos por lo amable de la iconografía que usaron no dista mucho más de el grafiti. La doble moral que tiene todo el mundo, el “podías hacerte algo bonito” sin tener en cuenta que la gente que pintamos ilegal en la calle nos exponemos a multas de hasta 6.000 euros en caso de ser reincidente y que no es más que por amor al arte, aunque en el contexto de Pinta Malasaña este concepto quede un poco en entredicho, con el dinero y los intereses que hay de por medio.