1- Lo innombrable
2014 ha ido un año de trabas y de mordazas. En junio, la revista El Jueves apareció con retraso por primera vez en su historia porque su propietario decidió triturar la edición para salvaguardar al Rey y a su hijo, que con ocasión de la abdicación apresurada se cedían en la portada una corona mugrienta y olorosa. Los autores de mayor gradación en la revista dimitieron en bloque y montaron a tiempo para la ceremonia real una revista digital que se llamó Orgullo y Satisfacción, que obtuvo unas ventas inimaginadas en el mundo de las revistas virtuales y cuyas presentaciones tuvieron esas vibraciones que uno siente en los momentos importantes. El impulso les condujo a convertirla en regular, y hoy se publica mensualmente, gestionada directamente por los autores.
En cine, el Santander levantó su veto sobre el documental Edificio España cuando se publicaron sus quince meses de secuestro, pero TV3 sigue dando largas a la emisión del doloroso documental Ciutat Morta, pese a que ese aplazamiento permanente ha sido motivo de discusión parlamentaria. En el mundo editorial, ha sido particularmente destacado el libro de Gregorio Morán El Cura y los Mandarines, que la editorial Planeta decidió no publicar a causa de “once malditas páginas” que trataban sobre la RAE justo cuando ésta daba sus nuevas licencias sobre el Diccionario, uno de los pocos libros que producen hoy por hoy pingües beneficios. La historia no oficial de la “cultura y política en España” de Morán logró zafarse con la polvareda y encontró sitio en otra editorial, Akal.
En 2014 el presidente Rajoy creó en sus respuestas la figura de “la persona a la que usted se refiere”, y puso así la guinda al año de lo innombrable, donde incluyó a gestores propios y a líderes políticos rivales, y con el que remataba este póker de sucesos donde lo que más se evitó fue la palabra “censura”.
2- El móvil de los Famosos
Maldita la gracia que le hizo a la presentadora de los Oscars cuando el actor Bradley Cooper le arrebató el móvil para realizar la selfie oficial de la ceremonia. Todo estaba perfectamente planificado, la empresa del teléfono tenia un acuerdo con la organización del evento, pero la caballerosidad y la cortesía se metieron en medio. La imagen que debía circular viral pero controlada, resultó ser obra de un fotógrafo accidental, que había tomado el aparato por comodidad y gentileza.
En el polo opuesto, las fotos íntimas de decenas de famosas circularon por los medios que, escudados en que había hackers que habían usado sus artes para intercambiárselas en la sombra, decidieron exponerlas a la luz en programas con pausas publicitarias. En el #Celebgate de las fotos robadas de iCloud, los medios se dieron a sí mismos “autorización para realizar actos prohibidos a los demás”, que es como el diccionario define la Patente de Corso. Cuando se hizo hincapié en la irresponsabilidad de los medios, saltó como un resorte el victim blaming, el acusar a las víctimas, que se usó para redirigir el foco de la culpa e intentar endosarla a las protagonistas. “No haberte hecho fotos”, “no haberte comprado móvil”, “no haber vivido en el siglo XXI”, repetían quienes hacían caja en las intermedios con anuncios.
3- Animación de museo
En 2014, La Lego Película nos contagió la pegadiza “todo es fabuloso”, los Simpson homenajearon a Hayao Miyazaki y la serie Tito Yayo en Boing presentó credenciales para tomar el testigo de Bob Esponja en Clan TV. Pero este año ha sido el de la animación principalmente por su presencia en los museos. Por un lado, la concienzuda Pixar, 25 años de animación en Caixaforum, recorría los hitos de la compañía desde sus primeros cortos hasta sus largometrajes multimillonarios. Y por el otro, la espectacular Metamorfosis, que llevó al CCCB y a La Casa Encendida a los grandes maestros de la animación fotograma a fotograma: el ruso-polaco Ladislas Starewitch (1882-1965), el checo Jan Švankmajer (1934) y los norteamericanos hermanos Quay (1947). Un recorrido por el minucioso arte de dar vida sumando magia y artesanía.
4- Almohadilla Hashtag
Las redes sociales han seguido a pleno rendimiento en 2014, pero este año los hashtags podían ser perjudiciales para la salud. La gente ponía su vida en riesgo cegados con el agua helada que los famosos impulsaban en la campaña #icebucketchallenge. En España fue particularmente notorio un caso en Girona donde un hombre fue hospitalizado por verterse 1.500 litros con un hidroavión.
Los hashtags en España han estado copados por los programas de televisión, y aún se recuerda cómo se soliviantó twitter cuando la abdicación del Rey (#lodelrey ) les dejó sin su entrega diaria de Mujeres y Hombres y Viceversa (#MYHYV ).
Contra todo pronóstico, ese mismo runrún digital ha colado en el Top 10 de RTVE, entre el festival de Eurovision y la muerte de Chanquete, al “tándem Cachitos-Órbita Laika”, un vórtice inesperado compuesto por una revisión musical con criterio audiovisual y un late show que habla de ciencia desde el formato mesa+sofá que se estila en las entrevistas a actores de promoción. Justo el espacio que necesitaban haber visto los ocurrentes del agua aérea.
5- Música por las malas
Este año el disco más extendido fue el nuevo álbum de U2, que Apple distribuyó a traición en los teléfonos de sus usuarios y que no había manera de eliminar. Cuando el runrún se hizo protesta, la empresa cedió a la presión y creó un enlace específico para borrarlo, donde debías hacer papeleo para deshacerte del paquete. La música actualmente sometida bajo el dominio de las cervezas (“Quitaron al grupo, pusieron al DJ, el paso siguiente será que el de la cerveza meta directamente el pendrive”, postulaba este año Antonio Luque, más conocido como Señor Chinarro) tenía así un nuevo contrincante que colocaba en los bolsillos de la gente canciones mediante un método que le negaba a los usuarios. Igual tal vez por eso Julián Casablancas ofrece su nuevo álbum en formato... mechero.
6- Maracanazo a la autoconsciencia
La selección de fútbol de Brasil viste hoy de amarillo porque en 1950 decidió eliminar su camiseta blanca para exorcizar el “maracanazo” con el que Uruguay les arrebató en casa con un 1-2 un campeonato del mundo donde a los anfitriones les bastaba un empate. Aquella debacle ha quedado ahora en nada gracias al Alemania- Brasil del mundial de 2014, donde la selección alemana venció 1-7 a la “canarinha”. Los treinta minutos iniciales, que consumaron un 0-5, son ya imborrables para los aficionados al fútbol.
Sin embargo, hubo otro detalle más llamativo. El maracanazo alemán de 2014 ha sido el primer evento deportivo donde la gente dejó de ser autoconsciente en las pantallas gigantes del estadio. Hoy es ya costumbre que aparezcan aspavientos, sonrisas y saludos cada vez que se enchufa un sector de la grada. La conciencia del protagonismo ha llevado a la gente a hacerse selfies en los incendios, en los accidentes, en el agua con chaleco salvavidas junto al avión flotante. Esa mecánica de la autoconsciencia se vio suspendida durante la debacle brasileña del mundial. A los espectadores desolados, sus compañeros les señalaban que estaban apareciendo por pantalla, y ellos alzaban la vista y se veían gigantes y luminosos, pero eran incapaces de cambiar el gesto, de ascender de víctima colateral a protagonista del momento. Las autofotos en los percances obtuvieron así su complementario. Las pantallas del futuro nos dirán si fue un momento irrepetible.
7- La serie de series en serie
Las series de televisión se han mantenido al alza en el consumo doméstico y en las conversaciones de bar. Este 2014 han lucido el cierre de True Detective, con su “el tiempo es un círculo plano”, el millonario aumento de sueldo de los protagonistas de Big Bang Theory -que en tiempos de individualismo competitivo han aplicado aquello de que la unión hace la fuerza- y el capítulo 100 de La que se avecina, donde aparecía el mismísimo Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco, en un ejemplo inesperado de hiperrealismo. Pero de entre toda la televisión ha brillado una pieza de televisión-sobre-televisión: un corte del canal Adult Swim que tomaba el ideal de serie norteamericana ochentera, lo retorcía hasta la extenuación y generaba una metaficción iterativa: Too Many Cooks.
8- La importancia de llamarse Renée
La actriz Renée Zellweger posó momentáneamente en el photocall de los premios Elle en Hollywood y luego se marchó sonriente. Los disparos del fotógrafo resonaron luego por medio mundo. Su cara era completamente distinta. La protagonista de El Diario de Bridget Jones había pasado por quirófano para estilizar su rostro y en el proceso había sublimado completamente su cara anterior. La actriz ponía ahora en todas las mesas un tema que antes solo se daba en discusiones vanguardistas.
La artista Orlan se operaba una y otra vez como proyecto artístico, buscando convertirse en un megamix de bellezas pictóricas. Orlan buscaba alcanzar un horizonte, pero Zellweger era simplemente otra persona. Y era un suceso radical porque Zellweger es actriz, es decir, una persona que aplica el mismo cuerpo a distintos personajes. ¿Que queda de una actriz cuando cambia el personaje y también cambia el cuerpo? ¿Podemos decir la próxima vez que vayamos al cine que no es una película de Zellweger solo porque no hay nadie que se parezca a Zellweger?
Esas preguntas que vienen con la dominación del cuerpo por la técnica antes se planteaban en las esquinas de los inconformistas de lo heteronormativo, pero ahora aparecían a toda página en la prensa de cuché. Renée en el photocall plantando el detonador de la metafísica de la nueva carne: ahí os la lleváis.
9- Dos más dos
El año en que la NASA ha enviado por email a la estación espacial una llave inglesa, que allí se ha imprimido en 3D, alcanzó la categoría de viral el videojuego 2048, consistente en sumar 2+2 y luego 4+4 hasta lograr la mágica cifra final. Una aplicación de código abierto -que permite mirar en su interior y compilar todo tipo de remezclas-, completamente a salvo del #Gamergate que, en la segunda mitad del año, denunciaría el sexismo en el mundo de los videojuegos.
10- Vuelve la canción protesta
Morrissey ha regresado este año con una canción antisistema -“propia de La Polla Records, lo que la prensa cool llamaría panfletaria”, en palabras del crítico Victor Lenore- titulada, como el álbum, La paz mundial no es asunto tuyo. Ha coincidido con una floración española de la canción protesta, totalmente desencajada de lo que entendíamos en el pasado por canción protesta. Muchas voces lamentaban que el 15M no tuviera su banda sonora, y este año han aparecido dos mutaciones tan fulgurantes como inesperadas.
Una es la canción Calvario de Los Ganglios, que es en cierta medida el himno mortuorio de la Cultura de la Transición y que instintivamente se coloca para enmarcar el movimiento 15M porque es una canción que nadie puede imaginar versionada por Sabina, por Serrat o por Siempre Así.
La otra, un tema que no muestra dientes en la letra pero que ha lucido el videoclip más combativo del año, firmado por Alberto González Vázquez, alias Querido Antonio: Ratonera, de Amaral.