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Tenemos que hablar de ELLO

Si David Fincher rodara una nueva película sobre las redes sociales, Paul Budnitz tendría muchos puntos para protagonizarla. Es el fundador de Ello, una plataforma social que sigue en modo beta y es accesible solo por invitación. Se autodefine como “simple, bonita y libre de publicidad creada por un pequeño grupo de artistas y diseñadores” y está en boca de todo el mundo. Nació hace menos de un año y ya ha tenido ya dos inversiones, de 435.000 dólares y de 5,5 millones respectivamente, procedentes de empresas de capital riesgo como Foundry Group. Las preguntas de los seis millones son: ¿en qué se diferencia de Facebook? ¿Cuál será su modelo de negocio si no trafican con los datos ni insertan publicidad ni lo harán en un futuro? ¿Es un proyecto realmente independiente y creativo a pesar de sus inversores?

1. El antiFacebook: negro sobre blanco

1. El antiFacebook: negro sobre blanco

La apuesta es por lo simple y el contenido creativo. La sencillez a nivel estético busca imitar al de los primeros chats, como el IRC, pero aprovechando el potencial de las interfaces que permite el actual desarrollo del HTML, con un menú fluido y una facilidad total para navegar por la web de manera intuitiva. Texto negro sobre fondo blanco, sin banners ni nada que se le parezca, con una tipografía estilo American Typewriter, Ello es un descanso a la vista desde el primer momento hasta que empieza la navegación por los contenidos.

De este planteamiento estético, que excluye crear eventos, conectar otras redes o participar en videojuegos, nace una primera pregunta: ¿será suficiente esta propuesta y su posterior desarrollo para mantener a los usuarios activos? Quizás no, y por eso Ello cuenta con más atributos.

2. Aprender de los errores ajenos, pero más de sus aciertos

2. Aprender de los errores ajenos, pero más de sus aciertosLas críticos de Ello les acusan de absorber rasgos característicos de otras redes sociales y tienen razón. De los círculos de Google+, pero en más radical, la separación entre ‘amigos’ o ‘ruido’. De hecho, no recomiendan tener más de 70 contactos, punto en el cual la gestión de la cercanía y la confianza pueden verse empobrecidos. En ‘ruido’ proponen agregar todo tipo de contactos, desde gente conocida a estudios de arte u otro tipo de empresas o artistas. Ello solo busca separar lo más íntimo del resto de relaciones y en base a eso poder decidir qué material compartir. Así quedaría resuelta, de otra forma más horizontal, la diferencia de Facebook entre la ‘amistad’ o el ‘me gusta’.

De Twitter, el concepto follower. No se necesita solicitar amistades, sino sencillamente agregar a los usuarios a uno de los dos círculos y, en función de eso, recibiremos distintas actualizaciones (o ninguna). El sistema en Ello también sugiere gente a la que seguir y permite buscar a cualquier usuario para decidir en qué círculo lo ponemos. Se aprovecha de este modo el dinamismo de Twitter y deja a cada usuario la libertad de decidir qué importancia tiene la otra persona o empresa dentro de su vida.

Otro punto en común con Twitter, que de hecho fue la causa del primer gran boom de Ello, es la libertad de elegir el nombre que uno quiera y la posibilidad de cambiarlo cuando uno quiera. A finales de septiembre alcanzaron las 40.000 solicitudes por hora tras la polémica de Facebook con drag queens que no querían usar su nombre real.

Después está la visión de Tumblr y Pinterest. Donde Pinterest es el paraíso de la imagen y Tumblr oscila entre el meme y los gifs, Ello intenta equilibrar ambos planteamientos y, sin cerrarse a ningún campo, apunta hacia personas con inquietudes artísticas o a proyectos vinculados al diseño y al arte.

Sus mismos inicios lo certifican (algo que David Fincher podría aprovechar en esa película imaginaria): Paul Budnitz y Todd Berger, junto a otros artistas y diseñadores que han contribuido a la creación de Ello, han trabajado en proyectos creativos anteriormente y esta apuesta puede ser entendida como un avance dentro de su horizonte de experimentos creativos.

Como en toda red social, el contenido lo acaban decidiendo los usuarios, y está por ver si Ello consigue mantener su pretensión de red social ‘creativa’ en la que las imágenes de calidad y los enlaces relevantes superan al temible espiral del clickbait. Tras esta explicación, nace otra cuestión que solo el tiempo podrá resolver: ¿no son ya suficientemente creativas las otras redes sociales existentes?

3. Si no pagas, ¿sigues siendo el producto?

3. Si no pagas, ¿sigues siendo el producto?Ello no sólo no tiene anuncios ni trafica con las bases de datos sino que asegura que no lo hará en el futuro. Teniendo en cuenta que ese es precisamente el modelo de negocio de la competencia, ¿de qué van a vivir? Esta cuestión es la que más novedades ha presentado en las últimas semanas y es sin duda es el núcleo de la propuesta de Ello, al mismo tiempo que la más discutida.

El modelo, como en muchas start-up, se irá definiendo sobre la marcha. Twitter ha tardado años en recibir centenares de millones en inversiones y tener literalmente cero ingresos para lanzar ahora los primeros servicios para generar ingresos. El planteamiento de Ello es opuesto al de Facebook y Twitter y se acerca más a algo como Spotify de vender conveniencia: en un futuro, ¿estarías dispuesto a pagar por tener una red social sin anuncios y que no va a utilizar tus datos para venderlos a otras empresas?

La misma revista Wired lanzaba de nuevo el grito al cielo en su número de octubre. En este sentido, Ello sería la primera red social que cobra al usuario por sus servicios, del mismo modo que un usuario de Spotify puede pagar 5 euros mensuales para eliminar los cortes publicitarios y asegurarse un cierto nivel de privacidad. En el manifiesto de Ello sus creadores son, todavía, sumamente ambiguos. Y es lógico que parezca no preocuparles por ahora, puesto que la empresa ha recibido en dos tandas unos 6 millones de dólares, fruto de la polémica que llevó a Aral Balkan, uno de los primeros implicados en el proyecto, a abandonar el barco siendo muy crítico con la decisión de sus creadores.

Según Balkan y muchos otros, el hecho de que Ello haya aceptado crecer recibiendo capital externo supone una rendición total y precoz ante la defensa de los principios que la red ostentaba desde su fundación. ¿Romperá Ello su gran promesa de mantener en plena custodia los datos de los usuarios y será capaz de subsistir sin publicidad? En octubre, y con el fin de garantizar de forma radical el manifiesto antipublicidad y de protección de datos, Paul Budnitz y el equipo detrás de Ello convirtieron la empresa en una ‘benefit corporation’, una figura empresarial estadounidense que permite mantener los beneficios empresariales pero apuntando al interés público y al medioambiente.

Si las bases de Ello afirman que jamás realizarán ciertas acciones, la propia entidad empresarial les impide legalmente hacerlo, por mucho que la empresa sea comprada por otros accionistas. Un golpe de efecto que sitúa de nuevo a Ello firme ante su gran propuesta: se puede participar en una red social sin estar sujeto a los arbitrios del capital. Los inversores, por lo tanto, demuestran en este caso creer que Ello puede lograr otras vías de financiación, y llegar a dar beneficios si su crecimiento y las otras vías de ingreso resultan exitosas.

Como apunte final en el terreno de la financiación, Ello ha abierto una tienda en la que vende camisetas, una de ellas de edición limitada y hecha por un artista activo en la red social. La idea está en beta -como todo en Ello- y puede ser el inicio de otro terreno que puede dar resultados interesantes. La pregunta que nos queda por responder es la que mediáticamente más titulares ha generado (como el de este mismo artículo).

4. Con grandes inversores ¿se puede ser un proyecto independiente?

4. Con grandes inversores ¿se puede ser un proyecto independiente?Según qué comparaciones son odiosas y la que busca encontrar en Ello la nueva red social que batirá a Facebook está fuera de lugar. Es evidente que el tamaño de Facebook, tanto por su ingente cantidad de usuarios como por la capitalización de la empresa, le sitúan como rey indiscutible del terreno, por lo menos a corto plazo. Y al hablar del emporio de Mark Zuckerberg ya no solo hablamos de Facebook, sino que debemos añadir Instagram y Whatsapp, además de la nueva tecnología de realidad virtual Oculus, entre muchas otras patentes que la empresa ha comprado a golpe de talonario.

Lo interesante del caso de Ello no es si puede llegar a hacer sombra a Facebook o no, sino en que intenta seguir, dentro de lo razonable, una línea de empresa que demuestra que internet puede funcionar, también, de otra manera.

Se podría decir que lo que más ampollas ha despertado en el uso de Facebook es la sensación de que la empresa ha seguido una evolución directa hacia una mercantilización extrema del servicio, poco transparente y sujeta a constantes cambios en la política de privacidad y en la interacción entre los ‘amigos’ y las empresas, con independencia de que hayan sido elegidas por el usuario o no.

Ello, con todas las contradicciones que alberga y a pesar del terreno pantanoso en el que se mueve, sí supone un paso más en la línea de intentar conjugar cierta ética de la comunicación con la búsqueda de una rentabilidad empresarial. En Ello optan por compartir una lista de los planes que los diseñadores tienen para ir ofreciendo como mejoras de la red, sin que puedas darle sencillamente al ‘me gusta’, porque no existe este botón. Sin el emblemático botón que todas las otras redes generalistas sí han imitado, queda patente que hace falta algo más de implicación para que Ello llegue a funcionar. Mientras los hechos avanzan queda una paradoja: todo lo publicado en Ello puede ser compartido en todas las otras redes sociales, incluyendo aquellas que según muchos son el enemigo a batir.