Ayer las calles de la localidad de Sitges se infestaron de cuerpos mutilados, ojos salidos de sus cuencas oculares, capas de epidermis en descomposición y demás recursos utilizados por los maquilladores que toman la piel de los participantes a la Zombie Walk para dar rienda suelta a su imaginación más macabra. Una marcha de humanos no muertos a la que se sumaron 3.000 personas. Otra estampa de la liturgia ligada al festival, y que ayuda a hacer de éste una cita sin parangón dentro del circuito de festivales.
Mientras, en lo referente a la sustancia que alimenta a otro tipo de canibales, los cinefagos, la de ayer fue una de esas jornadas olvidables que el certamen también depara.
Y de repente los fantasmas del pasado
El australiano Joel Edgerton presentó The Gift, un drama doméstico enmarcado en el subgénero de la “home invasion” cuyo argumento gira alrededor de la irrupción de un extraño cuya presencia desencadenará el destierro de unos fantasmas del pasado que amenazan con agrietar el matrimonio de la pareja protagonista. Un desencadenante con tintes de terror e intriga que es utilizado por Edgerton para narrar los altibajos de una pareja, y esencialmente, la progresiva desconfianza y desprecio de ella hacia él. Pese a que la cinta mantiene cierto interés en su recorrido, especialmente en las secuencias de tensión, decae bastante cuando entra la parte de la investigación. Tampoco ayuda un envoltorio plano que remite a la estética del telefilme, ni las actuaciones de su trío protagonista – el propio Edgerton, Rebeca Hall y Jason Bateman. Una historia de lo más trillada, con pocas variaciones respecto a De repente un extraño, La mano que mece la cuna y otros thrillers de los 90 en los que un extraño dinamita la paz doméstica.
Las visitantes hostiles
Sin salirse de los límites del hogar, y del subgénero de las “home invasion” del filme que abrió la jornada, el norteamericano Eli Roth volvió a acudir a la cita catalana para presentar en sociedad su último artefacto. Un Toc toc que arranca con una “home invasion” de matiz sexual y que desemboca en un “torture porn”, más blanda que el que acometió con Hostel. Keanu Reeves es un padre de familia modélico hasta que una noche de Rodríguez comete el error de dejar entrar en el hogar familiar a dos exuberantes chicas con intenciones muy retorcidas. La tensión sexual recorre el primer tramo, y el alivio da paso a una cadena de desdichas que no solo amenaza su matrimonio y familia, sino su propia vida. Roth, con la ayuda del guionista Nicolás López, vuelve a usar el trazo grueso para este thriller doméstico despreocupado y rídiculo, de fotografía y ambientación chillona, diálogos e interpretaciones de otro tipo de horror, y moralinas subrayadas y simples. Pese a la tara formal, y de buena parte de su contenido, Toc toc se llega a disfrutar si uno es capaz de aislarse de todo lo anterior, y acogerla como mero vehículo (pasajero) de divertimento inofensivo. En las antípodas de Funny Games pese a compartir premisa.
Hijos de un Dios menor

El belga Jaco Van Dormael propone con El nuevo nuevo testamento una fábula efectista en la línea explorada en Toto, el héroe y más recientemente con Las vidas posibles de Mr. Nobody. En su nueva propuesta plantea un universo regido por un Dios mezquino y cruel que vive afincado en un destartalado piso en Bruselas. Sin embargo, la hija de este emprenderá una aventura para erradicar las desigualdades creadas por su padre. A partir de ahí seis relatos en formato cuento que confluyen en la historia principal. Van Dormael se muestra imaginativo y talentoso a la hora de construir el lienzo de su relato, creando imágenes sorprendentes, de las que sin embargo no brota ni pizca de sustancia. Algo que repercute en un recorrido decreciente, potenciado por el alto componente de glucosa aplicado en toda a obra. En ese sentido a km de distancia de Amelie, C.R.A.Z.Y. u otros referentes del realismo fantástico en lo que van Dormael busca reflejar su trabajo.