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Las fotos secretas y transgresoras de dos pioneras del sufragismo

Marie Høeg y Bolette Berg remando un bote en su estudio

Laura García Higueras

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Capturar la intimidad no es fácil. Hacerlo con naturalidad y cotidianidad, tampoco. Pero, ¿qué ocurre si quienes lo hacen son dos fotógrafas retratándose a sí mismas desafiando los roles de género e inmortalizando el disfrute que les produjo el proceso? El resultado es Como un torbellino, la exposición dentro del marco de PHotoEspaña que exhibe en el Círculo de Bellas Artes de Madrid las imágenes tomadas por las noruegas Marie Høeg y Bolette Berg entre finales del siglo XIX y principios XX. Una exhibición que es posible gracias al hallazgo de un tesoro por parte del Museo Preus de Oslo que, dentro del legado de las artistas que adquirió en subasta en 1970, rescató dos cajas marcadas como “privadas”.

En su interior había una serie de negativos de vidrio que mostraban a ambas posando ante la cámara, en algunas de las instantáneas acompañadas de sus hermanos y amigos; cuestionando los estereotipados roles de género de la época y los ideales decimonónicos de feminidad. A diferencia del estilo de los retratos que realizaban a diario como parte de su trabajo, estos rebosan alegría ofreciendo estampas inesperadas. En algunas de ellas aparecen vestidas con ropa de hombre, con capas, gorras, sombreros, fumando y hasta luciendo bigote.

Entrar en la sala Minerva del museo, que acogerá la propuesta hasta el próximo 24 de agosto, lleva implícito ser invadido por una sensación de hogar que acoge, recoge y divierte. Las fotografías destilan humor, travestismos, miradas pícaras, habitaciones, recreaciones y mucha libertad. Tras su paso por Madrid, viajarán a Santander.

Las instantáneas no fueron tomadas con la intención de exhibirlas públicamente. De hecho, en su momento se habrían considerado demasiado provocadoras. Esto aporta un preciado valor añadido a la exposición, pues la jovialidad y agudeza de sus protagonistas han trascendido tiempo y espacio hasta llegar ahora al Círculo de Bellas Artes. Lo que hoy en día se percibe al observar las imágenes es inocencia y diversión pero a la vez recuerda que los límites, la posible censura y lo subversivo se ha ido viendo modificado con el paso de los años. No en vano, lo contemplado como 'normal' o parte del canon de una sociedad varía según la mirada y época que lo contemple.

La fotografía como ocupación respetable

A finales del siglo XIX, la fotografía era una de las pocas ocupaciones considerada respetable para las mujeres. Marie y Bolette se conocieron en Finlandia, donde la primera ya ejercía e incluso dirigía dos estudios. La segunda se encontraba aún en periodo de formación, pero pronto comenzaron a trabajar juntas en Horten, al sur de Noruega. La ciudad era una base naval que contaba con un astillero esencial para la marina del país. Allí fundaron su propio estudio, Berg & Herg, en el que realizaban retratos convencionales de personas que buscaban inmortalizar celebraciones o tener estampas que poder enviar a sus familias.

También tomaron numerosas fotos de la zona y sus alrededores y su prolífica producción está expuesta el Museo Preus. Una pinacoteca que, antes de ser comprada por el gobierno noruego en 1995, era un recinto privado que pertenecía a la familia que le da nombre. Ellos fueron los responsables de localizar, entre 440 negativos de vidrio, los calificados como “privados” que componen la muestra que ha traído por primera vez a España el trabajo de estas dos artistas.

En 1904 se trasladaron a Oslo, donde fundaron una editorial, cuya sede protagoniza una de las imágenes de la exposición. En ella aparecen ordenando una amplia mesa situada en el centro de una luminosa estancia, copada por estanterías repletas de cajas. Apenas se vislumbra qué contienen en su interior, pero todo apunta a que manuscritos.

Las dos artistas vieron las posibilidades que ofrecía el floreciente mercado de las postales y decidieron especializarse en producir toda clase de tarjetas de este tipo. Entre sus mayores áreas de interés estuvieron las que mostraban obras de arte moderno de pintores noruegos, principalmente mujeres, pensadas para que el público extranjero pudiera conocer su arte. También publicaron libros. Entre ellos el volumen Norske Kvinder que editaron en 1923 que, a lo largo de tres volúmenes, aborda la historia de las mujeres noruegas.

Fotografía, activismo y una sociedad secreta

La pareja pasó toda su vida compartiendo vida y ocupación, además de estar comprometidas con la lucha por los derechos de la mujer. En particular, el derecho al voto se logró en las elecciones generales de 1913. Marie Høeg alcanzó especial notoriedad, tanto a nivel local como a escala nacional, por su activismo. Participó en grupos como la Rama Horten de la Asociación Nacional para el Derecho de las Mujeres a Votar y el Consejo de Mujeres de la misma ciudad. La exhibición le debe su título a una frase que se pronunciaba recurrentemente sobre ella: “¡Llegó como un torbellino y despertó al aletargado Horten!”.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la política era un terreno vedado para las mujeres que, para poder mostrar su compromiso con causas políticas, debían reunirse en secreto. Oponiéndose a esta tesitura y buscando ofrecer una solución para las compañeras, Marie fundó una sociedad secreta, un foro de debate para mujeres. Previamente ya había utilizado el estudio Berg & Herg como punto de encuentro de aquellas que estuvieran interesadas en el feminismo y la defensa del sufragio femenino.

Entonces no era extraño que dos mujeres vivieran juntas sin que existiera entre ellas un vínculo romántico, ya que fusionar hogares era una opción práctica, económica y habitual para las solteras. Pero no fue su caso dado que, además de socias, fueron pareja desde que se conocieron en Finlandia y, gracias a su éxito empresarial, pudieron jubilarse en una gran casa de campo rodeadas de sus animales.

Más allá de las postales, libros y algunos ejemplos de sus tarjetas de visita, no se conservan muchos más archivos ni documentos personales de Marie y Bolette. Lo que sí hay son retazos de su actividad en periódicos de la época, de los que también hay parte expuestos en Como un torbellino, la muestra que abre las puertas a la intimidad, talento y complicidad de dos fotógrafas que rompieron moldes divirtiéndose y dejando constancia de ello en dos cajas que afortunadamente ya no son 'privadas'.

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