Un día, el poeta Luis García Montero se enteró por televisión de que la poesía había muerto y decidió ir a su entierro. Esta idea alimenta su último poemario, “Balada en la muerte de la poesía”, un juego irónico y “una defensa de la poesía como una forma de resistencia”, según el autor granadino.
Visor publica estos poemas en prosa de García Montero (Granada, 1958) en su colección Palabra de Honor, acompañados por unos dibujos de Juan Vida (Granada, 1955) que se acercan a las pinturas negras de Goya.
“Sus dibujos están hechos desde la idea de que la belleza no es la verdad o de que el arte para ser bello no tiene que eludir la verdad descarnada”, asegura García Montero en una entrevista con Efe, al tiempo que aclara la independencia de los dibujos en relación con los textos.
Así, “Balada en la muerte de la poesía” es un juego estético y ético en defensa de la poesía, por donde pasa Jorge Manrique -el autor se pregunta qué pensará Jorge Manrique al enterarse de que la poesía ha muerto- o Rubén Dario, Leopardi, Baudelaire, Lorca y Anna Ajmátova, quienes quieren comentar el suceso de esa muerte.
“En el libro se reúnen varias circunstancias, algunas de tipo personal, social o literario -argumenta el autor-. En las del tipo personal, está mi sensación de que cada vez que acabas un poema no sabes si volverás a escribir más poesía, aunque luego continúas. Y en lo social, me refiero a que siempre son malos tiempos para la lírica, como decía ya el poema de Bertolt Brecht”.
“Vivimos en una sociedad mercantilista donde se ha instalado el cinismo, donde se pierde la memoria -continúa-. Todo es relativo y las palabras han perdido su honor; hoy se dice una cosa y mañana otra. Una sociedad del espectáculo que contrasta con los valores de la poesía, como la conciencia y la lealtad a uno mismo y a la verdad”.
Pero después de todo, García Montero añade que “tras anunciar millones de veces que la poesía ha muerto, en los últimos tiempos ha habido un gran éxito de libros de poesía, gracias a cantautores y a internet, y el peligro ha cambiado de lugar. Esto es, del 'no vende' se ha pasado a la sociedad del espectáculo, que lleva a hacer creer a la gente que lo que vende mucho tiene calidad”.
García Montero lleva más de 35 años dedicado a la poesía. Es profesor, ensayista y critico literario y autor de títulos fundamentales par entender la lírica de la última parte del siglo XX, como “El jardín extranjero”, “Habitaciones separadas”, “Vista cansada” o “La intimidad de la serpiente”.
Ahora, tras cuatro años de silencio poético y mientras estaba tejiendo su libro “Puerta cerrada”, otro poemario que saldrá presumiblemente en 2017, según avanza, se ha cruzado esta “Balada en la muerte de la poesía”, que nació tras su participación en un encuentro sobre la situación de la poesía en la isla de Lampedusa (Italia).
García Montero se plantea aquí su propia incertidumbre y la incertidumbre en la que vive la poesía, “siempre en lucha contra lo acomodado y lo previsible”, añade.
En el libro, el poeta, cuando asume la noticia de que la poesía ha muerto, decide ir a su entierro y cruza una sociedad hostil y mercantilista, donde la gente no tiene rostro e imperan los cajeros y las claves de la cajas fuertes.
Ese camino se convierte también en un paseo por la ciudades que han dado poetas, como el París de Baudelaire, el Buenos Aires de Borges o la Granada de Lorca - el autor también adelanta que en primavera publicará el ensayo “Federico García Lorca desde el punto de vista de sus lecturas”.
Luis García Montero abandonó por un tiempo la literatura para dedicarse a la política cuando fue candidato de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid en las pasadas elecciones municipales. Ahora solo es un mero ciudadano observador al que le gustaría -dice- que “se llagara a un acuerdo para tener un gobierno progresista”.