“Estoy pensando si tiene sentido que siga escribiendo del modo en el que lo estoy haciendo... si al final el lector no entiende nada. Aunque si le sigue gustando quizá valga la pena”, asegura el escritor y académico Pere Gimferrer, que acaba de publicar su último poemario en castellano “No en mis días”.
Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) poeta, critico literario y traductor, es una de las voces más importantes de la lírica de este país, que escribe en catalán, español, italiano, además de incluir en sus textos toda clase de palabras en los idiomas que domina, que son muchos.
Ahora, tras su poemario en catalán “Marinejant” regresa con “No en mis días” (Colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara) donde reúne 30 poemas escritos entre 2012 y 2016, un conjunto de versos barrocos, plagados de ritmos e imágenes brillantes.
Poemas ricos, llenos de citas, intertextualidad o referencias culturales que incluyen el chotis, Juan Ramón Jiménez, Greta Garbo, Heráclito, Octavio Paz, Neruda Pasionaría o Alberti.
Un poemario que se podría ver como barroco o posmoderno y por donde también merodean escondidos, el PSOE, Assange, Legarde (“aunque a mí Europa me da cien patadas-, dice el poeta) o hasta algún académico.
“El libro tiene muchas lecturas y está cargado de imágenes que se ven como un collage, pero no es necesario que el lector sepa de donde vienen éstas. Yo escribo como ahora lo hago y no voy a ir para atrás -precisa-, pero es una situación extraña en la que el lector que, variablemente respeta y admira con frecuencia lo que lee, no entiende nada”, subraya el autor de “La muerte de Beverly Hills”.
Y es que el poeta y académico cree que como consecuencia de sus innumerables lecturas, películas y la suma de los años, se ha producido en él una especie de saturación y sedimentación que le hace filtrar su visión de las cosas, y que luego éstas en algunos casos no pueden ser reconocidas por el lector.
“Pero veo que, por el momento, al lector le funciona, aunque no sepa de donde viene; lo preocupante es si llega un día que le sea todo incomprensible”, recalca.
Una posibilidad que de momento no se da porque lo que hace este poeta, algo excéntrico, teatral y cargado de sentido del humor, es ofrecerle al lector transitar por un camino infinito de experiencias y sonidos para que los paladee lentamente. Y un hacer poético que Gimferrer gesta a partir del sonido.
“Primero aparece el sonido y da lugar a un ritmo y esto da lugar a la palabra, sea cual sea el idioma, y la palabra va devolviendo una imagen. Puede haber excepciones en este orden; pero, normalmente es así: ritmo, palabra, imagen”, precisa.
El libro se abre con unas dedicatorias a Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Damaso Alonso, Octavio Paz, Emilio García Gómez y Martín de Riquer, gente, toda ella, de la que el poeta dice que se siente muy deudor.
Aunque para Gimferrer, sus principales influencias son Dante, Shakespeare y Virgilio, además de Rubén Dario, Garcilaso, Juan Ramón, la generación del 27 y Unamuno. “En el fondo este libro es una versión muy ligth, y lo digo en inglés de lo que hizo Don Miguel de Unamuno en su cancionero”, apunta.
En “No en mis días” hay dos poemas largos y centrales, uno de ellos, está dedicado a Juan Marsé “Too much Johnson”, un collage,lleno de todo, de citas, de cine, arte, música y ciudades y otro: “Teatro de sombras”, donde el Madrid de la guerra es el centro, y en el que todos los personajes de los que habla el poeta son comunistas, excepto Octavio Paz. Un poema que le llevo al poeta tres años de trabajo (2011-2015).
Pere Gimferrer incluye también en un breve poema, “Embarras de richesses”, a uno de los dos académicos que en las últimas han protagonizado una polémica a raíz de los sexismos en la Academia de la Lengua, Arturo Pérez-Reverte y Francisco Rico“.
“Esto está escrito antes de esta polémica de la que yo no quiero hablar en público; eso lo debe hacer el director de la RAE”, concluye el poeta antes de decir que le parece “extraordinario” que le hayan dado el premio Nobel de Literatura a Bob Dylan.
Carmen Sigüenza.