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ENTREVISTA

Carlos Marqués-Marcet: “He visto a las escuelas de cine destrozar a mucha gente”

Carlos Marqués-Marcet (32 años), natural de Barcelona es montador de cine. Se formó entre las facultades de España y la famosa UCLA (Estados Unidos). El pasado sábado ganó el Goya al mejor director novel por su segundo largometraje 10.000 km. La película cuenta la historia de la inseparable pareja formada por Alex y Sergi, la cual verá truncada su relación cuando ella tenga que dejar Barcelona por una beca de estudios. Una historia sobre las relaciones a distancia cuyo único contacto es una videollamada diaria, hasta que esto deja de ser algo que puedas llamar relación.

Marqués-Marcet llega a la redacción de eldiario.es. Afirma leernos cada día y cuando entra a la sala de redactores, el aplauso que le baña es merecido. Él dice: “No, debería de aplaudiros yo a vosotros por el trabajo que hacéis cada día”. Conoce la edición y comenta sorprendido: “Parece mentira la que liáis siempre desde un sitio tan pequeño”. Cuando decidimos ponernos con la entrevista, prefiere tomarse unas cervezas en un mesón antes que ir a la típica franquicia de cafetería. “Es que echo mucho de menos esto”. Las primeras preguntas, por clásicas que sean, son indudables.

Lo primero de todo, ¿qué tal la resaca?

Bien, la verdad que un poco enfermo. Tampoco bebimos demasiado en la fiesta. Hemos estado dando una vuelta por Madrid.

¿Qué sientes al ganar tu primer Goya?

No sé, tampoco le doy la importancia que tiene. Te ayudará a hacer lo siguiente. Eso es lo bonito en realidad. Aun así, piensas que la película no es ni más ni menos bonita que antes o después de los premios. Te sientes feliz por compartirlo con tu gente y tu equipo. Pero a la vez de contento, centrándote y pensando ya en lo siguiente.

¿Se puede llegar aún más alto con 10.000 km?10.000 km

Para mí lo más bonito ha sido la reacción que he tenido de la gente. Ver el acogimiento que la película ha tenido en el público y sentir ese calor que también es muy importante. Respecto a los premios, no me gusta verlo como discursos de algo a lo grande o como lo más alto. Personalmente, ahora mismo de lo que tengo ganas es que la película siga su recorrido y empezar a moverme en lo siguiente.

¿Por qué hubiese sido la película una buena representante en los Oscar?

Lo primero de todo es gracias al contexto. Estrenamos en el festival de Austin y ya allí se empezó a hablar mucho de la película y empezó a dar vueltas (Seattle, Nueva York, Los Ángeles…) y consiguiendo entrar en el mercado norteamericano quienes han sido los que nos han permitido financiar el equipo y el próximo proyecto. Sabíamos que si nos daban la nominación, la distribuidora iba a poner toda su maquinaria en marcha. 10.000 km se trataba de una apuesta diferente. Si te fijas, desde los últimos años los Oscar están cambiando con cosas como Ida o Leviathan… esas películas que cuando comenzaban no considerabas de Oscar. Además, el hecho de que la productora (La Panda) o uno de sus miembros ya haya sido nominado era una buena baza. Pero sin duda un apunte bueno hubiese sido la posibilidad de haberse visto retratados en la película con esas pequeñas referencias [que no vamos a contar para no hacer spoiler] que nos diferencian a españoles de norteamericanos. Es una película que conecta mucho.

El otro día, cuando recogías el Goya decías: “Me fui a Estados Unidos porque pensé que hacer cine aquí no sería posible”. ¿Qué te hizo cambiar de idea?

Básicamente mi amigo Sergi Moreno (productor). Cuando estuve en Estados Unidos intentando moverlo, este me costaba mucho porque lo quería rodar en castellano o en catalán y era muy difícil encontrar un productor que se interesara. En medio de mi desesperación, él me dijo de intentar rodarlo aquí. Igual no teníamos financiación suficiente pero para rompernos al rodarlo allí, vinimos a España para grabar el proyecto.

No solo hablando de cineastas, ahora mismo hay muchos jóvenes que están saliendo fuera a buscarse el futuro, ¿crees que están equivocados?

Todo depende de lo que hagas o a lo que te dediques ¿no? Si te vienes a Los Ángeles yo te diría “si eres actor no vengas, no lo pienses”. “Si eres un director de cine de género…” [duda] te diría que vengas a probar suerte, porque es lo que ahora se busca. Para ser director nada más llegar, no. Yo en mi caso, entré por la vía del montaje, que me encanta. Todo depende de a lo que te quieras dedicar. Para mí, lo más heroico es la gente que se ha quedado, se ha sacado las castañas y se han montado sus cooperativas y sus grupos. Son formas de hacer las cosas de otra manera y que pueden romper los esquemas que de hecho también merecen admiración. Es algo que te nutre a la vez que te arraiga. Poder ser dueño de nuestro trabajo y trabajar para nosotros. A pesar de esto, es una pena que la gente se marche así. Tendría que ser una decisión y no una obligación.

¿Cómo te has formado más como cineasta: en la escuela o en la práctica?

Tuve la mala o la buena suerte de ir a una universidad (Pompeu Fabra). Pero claro, lo bueno de una universidad es que te enseñarán muchas cosas, habrán muchos profesores de teoría muy buenos, pero no te dirán cómo has de hacer cine. Una situación en la que te encuentras a ti mismo. Entonces no había los programas que tenemos ahora, te metías en los laboratorios y te ponías a montar tú solo: que si el vídeo de un amigo, que si alguien que ha hecho un corto… perdía todas las tardes allí, aprendías tu solo. Además, pasábamos mucho tiempo en videotecas que traían material importado que no encontrabas en cualquier sitio. Iba a la filmoteca. Incluso acababa yendo al cine solo y me encontraba casi siempre con la misma gente con la que al final trabajé.

Irme a la UCLA fue una excusa para irme a Estados Unidos. Sí, sí que aprendí cosas pero, por otro lado, creo que estar en una escuela de cine es muy peligroso. Se establece como un ecosistema social y emocional entre los estudiantes de querer gustar y acabas condicionando lo que quieres hacer. Acabas perdido. He visto a las escuelas de cine destrozar a mucha gente que tenía mucho talento. Aprender el sentido que tiene poner una imagen detrás de otra, qué querrá decir y qué quieres contar. Luego hay que hacer ejercicio de dejar un poco de lado lo que has aprendido para seguir mejorando. Yo aun así, estoy aprendiendo, acabo de empezar.

David Pinillos (Goya al director novel en 2011) dijo cuando recogió su premio: “El montador es el segundo director y el tercer guionista”. ¿Tiene que ser la relación montador-director tan intensa como la de Alex y Sergi (personajes de 10.000 km)?10.000 km

[Ríe] Cuando he trabajado de montador con otros directores, lo primero que eres es psicólogo. No, no creo que sea equivalente, hay alguien que siempre manda: el director. Por eso me gusta tanto trabajar de montador porque tienes que meterte en la cabeza del otro, eres un servidor. Meterte en su cabeza y entender lo que quiere decir, que muchas veces no sabe cómo estructurarlo y entender desde su punto de vista. Cuando no eres capaz de conseguir eso, por mucho que sepas de montaje, has fracasado. El director es el que planta esa semilla, la idea de la película y tú lo que haces es cogerla y la expandes. Primero, lo que haces es montar lo que el director tiene en la cabeza. Segundo viene el momento de la depresión, porque nunca nos gusta el primer montaje, y hay que asistirle psicológicamente. Por eso es bueno siempre montar acompañado, porque así tienes a quien echarle las culpas [ríe].

¿Cuál es la fase más dura de producción: rodaje o postpo?

Ninguna. Escribir. Lo odio. Aunque cada vez me gusta más, estoy aprendiendo a que me guste. Pero sin duda son las peores dudas y las peores angustias. Vale, el trabajo en set también puede ser duro pero tienes tanta adrenalina que estas como drogado, la vida se te para y solo vives para eso. Sin embargo, cuando escribes, también tienes que vivir una vida y cuando vuelves al escritorio todavía tienes una página en blanco. No voy a escribir nunca más solo porque me parece una mierda lo que hago y quiero suicidarme en ese momento. Hay gente que es muy buena en poner una palabra después de la otra y tienen un oído bueno para el diálogo. De hecho me encantaría poder rodar sin guion o al menos rodar algo menos guionizado. Pero bueno, de momento el que lo hace es muy valiente y puede que yo sea un cobarde.

[Algunos diálogos de ‘10.000 km’ son obra de la propia improvisación de los actores]

Tras la tremenda vapuleada al cine independiente en los premios Goya, ¿es justo que existan más nominaciones técnicas que puedan favorecer a otras superproducciones?

Yo creo que muchas veces las técnicas siempre están mal votadas. Por ejemplo, el año de Blancanieves estaba nominado Fernando Franco, su montaje me parecía un prodigio increíble, una cosa espectacular. Y sin embargo que se lo llevase Lo imposible porque está bien montada, creo que supone una mala concepción de que mucha gente no sabe qué significa lo que es un buen montaje. O respecto a la fotografía, se conforman con votar un paisaje bonito. Con todos mis respetos a Ocho apellidos vascos, que esté nominada a fotografía es un poco extraño, con la cantidad de películas que hacen una función más clara que esta, que destaca quizá por su guion y actores.

Estaría bien que en el año en el que se dice que las nominaciones son tan buenas, que estuvieran más repartidos como es Loreak o Magical Girl, todo esto sin quitarle mérito a La isla mínima, que es una película cojonuda. No nos engañemos, la Academia sigue siendo la industria y tiene lógica que se vote así. No seamos naifs ahora. Aun así ves que hay permeabilidad poco a poco y que se va abriendo y va habiendo cosas nuevas en la Academia.

¿Estás contento con la limitada distribución que haya podido tener la película?

Sí claro. Cada película necesita la distribución que necesita en tanto al público que puede generar. Me parece un poco locura esta gente que estrena películas en 300 salas cuando apenas tiene dinero para mantenerlas. Creo que es mejor salir con pocas copias y si rinden bien, ir subiendo. Es cierto que me hubiera gustado estrenar en más ciudades. Antes habían otras salas que estrenaban cosas más exclusivas y con un público más asiduo pero ahora que te lo han cerrado, ¿dónde vas a estrenarlo? ¿Qué cine va a tener ese público asiduo a ver otro tipo de cosas? Lo que hay que hacer es, poco a poco, educar a un público. Una idea un poco perversa la verdad: educar en tanto a qué y en tanto a quién decide lo que es buen cine.

Entonces, ¿no crees que hubieses sido necesaria una distribución del tipo Ocho apellidos vascos?Ocho apellidos vascos

A mí me encantaría pero también soy realista. Quiero que la película, al menos, no pierda dinero y recupere la inversión. Que se estrenase y la gente la pudiera ver al menos en internet que cuesta cuatro duros y pagar: bien. Y si no quieren pagar que se la descarguen y ya está. [Ríe] Si oye esto mi productor, me mata. Pero lo que de verdad quiero es que llegue porque así las películas tienen más vida.

¿Cuál va a ser la nueva hoja de ruta de Marqués-Marcet?

Yo creo que lo bueno que tengo es que no tengo hoja de ruta. Estoy escribiendo algo. También tenía un proyecto que me está costando mucho sacarlo. Entre ir y venir de Los Ángeles, por las mañanas monto una película y por las noches escribo, ahora tengo un encargo en Barcelona, he estado dos meses en Berlín con una beca y sigo mirando otras… todo con calma, sin prisas. Como la película se vendió bien, todavía tengo un poco para sobrevivir con lo mínimo para ahorrar con lo máximo. Pero bueno, mejor no hablar mucho de estas cosas que luego dan mala suerte y yo soy muy supersticioso.

Y la última, la pregunta estrella de eldiario.es: ¿tortilla de patata con o sin cebolla?

Con. Con cebolla. Con mucha cebolla. Y quien diga lo contrario miente.