Azaña, Carrillo, Negrín y Pasionaria, los grandes perdedores del Diccionario Biográfico
Todo depende del cristal con el que se mire... y de a quién se mire. Si necesitan más pruebas que un manido refrán, echen un vistazo al Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia (RAH). Un megaproyecto de 50 tomos, financiado con dinero público, cuando menos controvertido y polémico por la parcialidad de muchas de sus entradas.
Esta semana nos hemos desayunado con unas glosas benevolentes y prácticamente inmaculadas –pocos problemas o traspiés y contados de forma muy aséptica– hacia el presidente del Gobierno Mariano Rajoy y el exministro de Economía, exdirector gerente del FMI y expresidente de Bankia e imputado por la Audiencia Nacional, Rodrigo Rato, tal y como reveló El Confidencial. Dos biografías recogidas en el recientemente publicado tomo 42 –hasta el momento han salido 43 de los 50 y está previsto que los siete restantes vean la luz en lo que queda de año– que no han hecho más que ahondar en lo tendencioso de esta obra.
La polémica en torno al Diccionario Biográfico no es nueva. Surgió con Franco: el dictador no salía reflejado en su biografía como tal, sino como impulsor de un “régimen autoritario, pero no totalitario”, según detalla su biógrafo Luis Suárez, quien fue un alto cargo de la administración franquista y miembro de la Fundación Francisco Franco.
El diccionario no solo recoge que “pronto se hizo famoso por el frío valor que sobre el campo desplegaba”, sino que también “montó un régimen autoritario, pero no totalitario, ya que las fuerzas políticas que le apoyaban, Falange, Tradicionalismo y Derecha, quedaron unificadas en un Movimiento y sometidas al Estado. Una guerra larga de tres años le permitió derrotar a un enemigo que en principio contaba con fuerzas superiores. Para ello, faltando posibles mercados, y contando con la hostilidad de Francia y de Rusia, hubo de establecer estrechos compromisos con Italia y Alemania”. Y aún hay más: “Al poco tiempo, en julio, un pronunciamiento militar fallido y el desmoronamiento de la legalidad republicana desembocaron en una guerra civil”.
Por el contrario, el Gobierno de Juan Negrín, presidente de la II República, se presenta como “prácticamente dictatorial”. Así lo argumenta el autor, Carlos Seco: “[Azaña] se vio anulado por la iniciativa revolucionaria de las sindicales obreras armadas, pero se le mantuvo en el poder para que llenase, de cara a Europa, la imagen de un republicanismo democrático. [...] Su situación se agravó durante el Gobierno, prácticamente dictatorial, del socialista Negrín, en coalición con los comunistas”.
A Santiago Carrillo, exsecretario general del PCE, se le atribuye una “política de terror revolucionario” y los “asesinatos de Paracuellos y Torrejón de Ardoz […]”. Y sentencia el texto: “Carrillo nunca ha asumido su responsabilidad en estas matanzas”.
Mientras que de Dolores Ibarruri, La Pasionaria, se dice: “Abandonó el catolicismo pero siempre se mantuvo en una actitud de cerrada fe religiosa, en adelante consagrada al socialismo y, a partir de 1920, al comunismo [...]. La combinación de elocuencia y pasión, el tono de una voz rica en matices, su estatura alta, su imagen de mujer siempre vestida de negro… Todo se combinaba para formar una imagen ampliamente difundida por el aparato propagandístico del partido y de la Internacional como la comunista española más conocida de la Guerra Civil y luego la española más famosa del siglo XX”. El texto también sostiene “el gran golpe para ella” que supuso “el XX Congreso del Partido Comunista soviético, en que se denunció el culto a la personalidad de Stalin y los grandes crímenes del dictador fallecido”.
Autorías desiguales
La biografía de la exministra Bibiana Aído fue copiada de su página web, las de los Príncipes de Asturias y las infantas fueron escritas directamente por la propia Casa Real y la minuciosa entrada sobre Esperanza Aguirre –accidente de helicóptero y atentado de Bombay incluidos y destacados como episodios que demostraron “una capacidad especial para adoptar decisiones rápidas en situaciones críticas o para adaptarse a lo inesperado”-, que ocupa mucho más que la de Rajoy (nada menos que ocho columnas y media frente a cinco y media), fue redactada por Manuel Jesús González González, quien fue secretario de Estado con ella.
Para el expresidente José María Aznar, en cuyo mandato se encargó a la RAH el Diccionario, también hay buenas palabras. Tanto que con él España “trata de conseguir y consigue dejar de ser un país de segunda en el concierto internacional. Y en esta estrategia se inscribe la decisión presidencial de apoyar la actuación norteamericana en Irak, lo cual junto a la huelga general contra la reforma laboral, y el aprovechamiento, desde la oposición socialista, del hundimiento del petrolero Prestige, desgastan ante la opinión pública el segundo Gobierno Aznar”. La loa que ha escrito el académico de la Historia Manuel Jesús González González no acaba aquí, y quedan en dos líneas los motivos por los que el PP perdió las elecciones de 2004. “En un clima social traumático, tras el atentado terrorista del 11-M, el Partido Popular pierde las elecciones del 14 de marzo de 2004”, dice sin entrar en más detalles.
Otro personaje que sale bien parado es el expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán. Su biografía acaba muy convenientemente en 2007, por lo que no recoge los litigios de Viajes Marsans ni su detención por supuesto alzamiento de bienes y blanqueo de dinero ni su ingreso en prisión el pasado diciembre por orden del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, que investiga en la operación Crucero el vaciamiento patrimonial del Grupo Marsans.
Polémica tras polémica
Pero no solo destacan los textos del diccionario. El director de la RAH, Gonzalo Anes, también ha dejado perlas antológicas. En una entrevista en El País aseguró no haber leído la biografía de Franco a los pocos días de la polémica publicación de la entrada. Y cuando se le preguntó si fue un dictador, respondió: “Tuvo varias épocas y actuó de manera distinta según las épocas. Hubo varios francos. Y ninguno de ellos me gustó”.
Pero más allá de destacar una u otra frase, la plasmación diaria de lo que puede suponer estas biografías más tendenciosas que realistas se puede ver en ejemplos como el texto que acompaña una pieza de una reciente exposición del Museo del Ejército del Alcázar de Toledo y que la describe como “máscara mortuoria del Generalísimo D. Francisco Franco Bahamonde”: Gobierno justifica tal definición superlativa con el argumento de que es lo que recoge el Diccionaro Biográfico Español.
Hay que recordar que el Diccionario Biográfico fue aprobado en 1999, cuando Mariano Rajoy era ministro de Educación y Cultura del Gobierno de Aznar, asignándole un presupuesto de 6,4 millones de euros. Tras las polémicas derivadas de las biografías de muchos nombres clave de la historia reciente de España, en especial del dictador, Francisco Franco, muchas voces pidieron rectificaciones.
El Gobierno de Rodríguez Zapatero, con Ángel Gabilondo al frente del Ministerio de Educación, decidió en 2011 congelar las ayudas públicas a esta obra hasta que se corrigieran dichos errores pero, en 2012, se volvió a establecer una partida de 163.790 euros y otros 100.000 euros más este año para esas actualizaciones. Según informó Educación y la RAH, el plan es revisar seis entradas, añadir datos en otras diez y matizar otras 30 ya publicadas, pero no han especificado qué entradas en concreto se van a tocar.
Eso sí, si lo quieren consultar solo tienen dos caminos. Ir a la Biblioteca Nacional, en Madrid, u otras bibliotecas u organismos de consulta que lo hayan adquirido, o comprarlo. 50 señores tomos (cada uno de los dos cajones de 25 volumenes pesa 60 y 66 kilos, respectivamente) que cuestan 3.500 euros con posibilidad de fraccionar el pago.
Las 43.000 entradas del Diccionario Biográfico Español, según palabras del director de la RAH, están siendo elaboradas por comisiones de académicos. Cada autor es reponsable de su biografía y, después, una comisión de documentalistas las lee para unificar tipos de imprenta y corregir erratas, contaba Anes a El País.
En el lado opuesto, y como obra excelente dentro de los diccionario biográficos internacionales, se encuentra el de Oxford: 60 volúmenes y 54.922 entradas que son sometidas a una minuciosa y múltiple revisión (hasta 14 veces), que además se escribe elegiendo a biógrafos contemporáneos de los protagonistas pero no lo suficientemente cercanos para ser objetivos. “Animábamos a los autores a que fueran críticos con el personaje. Eso era muy importante. De otra manera, no quedaría reflejada toda su realidad”, explicaba el profesor Lawrence Goldman en Público hace un par de años.