El homenaje que ha recibido este miércoles en San Sebastián Raúl Guerra Garrido con motivo del cincuentenario de su novela “Cacereño” ha atendido tanto a su faceta de escritor como a la de testigo ético de los años del terrorismo en Euskadi, y le ha llegado junto a la Gran Cruz de la Orden Ciil de Alfonso X El Sabio, otorgada por la misma doble razón.
En el palacio de la Diputación de Gipuzkoa, en la ciudad en la que vive desde hace más de medio siglo este escritor y farmacéutico, ha tenido lugar el primer reconocimiento que una institución pública le rinde en Euskadi, impulsado por el diputado de Cultura, el socialista Denis Itxaso, segundo en el gobierno que preside Markel Olano, del PNV.
El salón del trono del palacio foral se ha abierto para autoridades y amigos y también para la ministra de Educación, Isabel Celaá, que ha viajado desde Madrid para entregar a Guerra Garrido esa condecoración que lleva el nombre de Alfonso X El Sabio, concedida por “toda su trayectoria literaria y su ejemplo moral”.
Políticos como la secretaria general del PSE-EE, Idoia Mendia, el también socialista Odón Elorza, y el popular Borja Sémper han acudido al acto, al igual que el viceconsejero de Cultura, Joxean Muñoz, los escritores Felipe Juaristi y Ángel García Ronda o el filósofo Fernándo Savater.
El grupo de baile del Centro Extremeño del barrio de Intxaurrondo ha recibido en la entrada al autor de “Cacereño”, en la que aborda a través del personaje de Pepe Bajo el fenómeno de la inmigración a Gipuzkoa en los años 60.
Junto al homenajeado, la ministra e Itaxo, se encontraba otro escritor, Fernando Aramburu, el autor de “Patria”, a quien se ha encomendado la “laudatio” de Guerra Garrido, del que ha destacado su “integridad moral” en una sociedad vasca “encogida por el miedo”.
Ha recordado a Albert Camus cuando al recoger el Premio Nobel aseguró que el escritor está “al servicio de quienes padecen la historia” para subrayar que Guerra Garrido ha dado a las víctimas en sus novelas de temática vasca “el papel protagónico”.
“Tu apuesta intelectual contra el terror no se redujo al escritorio, te implicaste en la acción cívica, fuiste miembro fundador del Foro Ermua y no es un secreto que pagaste un alto precio por ello. Te quemaron la farmacia que regentabas junto a tu mujer, Maite Espinosa, y tuviste que llevar escolta”, ha recordado.
Pero Aramburu ha alabado también los méritos como escritor del autor de “Cacereño”, del que ha dicho que, “lejos de girar en torno a un único eje temático, ha tocado palos muy diversos” y experimentado “estructuras novedosas”, aunque haya sido un hombre “invisible” en la literatura española.
Celaá, por su parte, ha recalcado que este reconocimiento “tiene tanto una dimensión literaria innegable, como atestiguan los innumerables premios que ha recibido el novelista, como una dimensión ética, al poner en valor el coraje cívico y la claridad de ideas que tuvo Guerra Garrido para enfrentarse al sectarismo y la intolerancia como tantas personas que llegaron desde otras tierras de España para construir el País Vasco”.
“La obra literaria y humanista de Guerra Garrido ha construido el contrarrelato de la violencia y ha retratado las consecuencias humanas del miedo y la parálisis moral que ha vivido el País Vasco durante muchos años”, ha destacado.
Un miedo, según ha manifestado después el propio literato, que probablemente sea “el protagonista esencial” de sus novelas, entre ellas “Lectura insólita de 'El capital'”, con la que ganó el Premio Nadal en 1976, treinta años antes de obtener el Premio Nacional de las Letras.
Guerra Garrido ha dicho que ahora, en el tiempo posterior a ETA, en el que se habla de la necesidad de construir el “relato” de lo ocurrido, cree que lo que procede es la autocrítica “y la literatura tiene que hacer algo sobre esto”, para llegar a “una reflexión” y que no se produzca “el olvido”. “El proceso de cicatrización de las heridas será largo y doloroso”, ha apostillado.
Denis Itxaso ha subrayado que por ese “compromiso ético e intelectual en los años más oscuros del terrorismo de ETA” se le debía este homenaje “que se ha demorado demasiado”.
“Un reconocimiento que es también muy necesario para la sociedad vasca y guipuzcoana, porque hoy necesitamos las enseñanzas y los valores del relato literario y vital de Raúl más que nunca; los necesitamos para conocernos mejor, para dar testimonio de los sucedido, para que las nuevas generaciones conozcan lo que no puede volver a suceder, para que podamos construir nuestra convivencia en libertad en nuestra sociedad diversa y plural”, ha enfatizado.