Madrid, 24 ene (EFE).- La escritora Isabel Allende está esperanzada con los cambios que ve en su país por el proyecto de nueva Constitución y la llegada al Gobierno de Gabriel Boric y considera extraordinario que Chile pueda preguntarse qué país quiere ser y cuáles son las normas para llegar “a ese país que queremos”.
En una entrevista con Efe, Isabel Allende señaló que ve muchos cambios en Chile, ya que antes de la victoria de Gabriel Boric el país se había ya propuesto reemplazar la que impuso la dictadura por una Constitución democrática que saliera del pueblo.
“Y lo que plantearon como guías para esta nueva Constitución es que tenía que ser inclusiva, que hubiera paridad de género, mujeres y hombres iguales en el Gobierno y la Administración del país; respeto por la naturaleza, preocuparse por el cambio climático; diversidad: que los recursos naturales del país pertenezcan a la gente, no estén en manos privadas”, dijo Allende.
Puntos que, indicó, plantea el centro y centro izquierda frente a la extrema derecha: “¿Cómo no voy a estar esperanzada si se puede llevar a cabo lo que sueñan y lo que quieren para ser un país mejor?”.
Solo la idea “de que un país como Chile se haga la pregunta ¿qué país queremos y cuáles van a ser las normas que se tienen que establecer para llegar a ese país que queremos?, es extraordinario”, recalcó la escritora.
Isabel Allende aseguró que ve el idealismo en la juventud a pesar de que se hable “de una generación indiferente, floja, agarrada a las redes sociales y al consumismo. Pero hay una bola de gente, de mujeres jóvenes que están en el movimiento MeToo y le han dado nuevos bríos al feminismo, como Boric en Chile, que está planteando una alternativa”.
Para la escritora “no todo tiene que ser de izquierdas o de derechas, eso ya pasó”: “Ahora tenemos que pensar en qué tipo de futuro queremos y para eso hay que inventar nuevas organizaciones, nuevos partidos políticos y hay que revisar las instituciones”.
Recordó que en Chile las encuestas demuestran la escasa confianza de los ciudadanos en el Gobierno, la justicia, la iglesia católica, o el Congreso y por eso consideró que “hay que empezar con instituciones que funcionen. Esas instituciones llevan funcionando 200 años, ya no sirven”.
“Tiene que moverse todo, cambiarse todo. Yo desgraciadamente no voy a verlo, porque tengo 80 años, pero creo que mis nietos sí lo van a vivir”, confió.