Como en su temperamento no cabía celebrar sus 35 años de carrera como si fuera una “estrategia profesional”, el cantante Javier Ruibal hizo que su disco “35 Aniversario. Javier Ruibal” fuera una “fiesta” en la que compartir sus canciones con esos amigos que le han demostrado una “altísima complicidad”.
Artistas de la talla de Miguel Ríos, Carmen Linares o Tomasito acudieron a la llamada de Javi Ruibal, el hijo del cantante gaditano y el artífice de este trabajo que fue grabado en Cádiz el año pasado en cuatro conciertos, según cuenta a Efe este “vocero de la belleza manirroto” que nunca ha codiciado el éxito profesional, sino darle al “respetable público” lo mejor de sus canciones.
En este “regalo” que le hizo su hijo, y que él hace a sus seguidores, el artista gaditano (Puerto de Santa María, 1955) ha incluido entre las 36 canciones que componen este trabajo (que también incluye un DVD) seis temas inéditos que acompañan a los otros ya tarareados por el público, como “Cine Macario”, “Esta hora de los besos” o “Un ave del paraíso”.
Seis composiciones que, según confiesa, eran para el “siguiente disco”: “Es un guiño al respetable (como llama a su público), no quería ser cicatero porque al público siempre es mejor que le sobre a que le falte”, apunta sin desprenderse de esa sonrisa gaditana siempre protegida por la sombra de su inseparable gorra.
En “35 Aniversario. Javier Ruibal”, el protagonista y sus invitados, entre los que también se encuentran Juan Echanove, Kiko Veneno o Pasión Vega, están rodeados de músicos de “generaciones más jóvenes” que son “tan buenos” como “aquellos otros” de su generación.
Y es que, desde hace unos años acudir a un concierto de Ruibal es descubrir también a jóvenes artistas como el percusionista Javi Ruibal, su hijo; el guitarrista José Recacha o Diego Villegas, un virtuoso que ha conseguido hacer de la armónica un instrumento más de cualquier cuadro flamenco.
“Yo toqué siempre con músicos galácticos, gente con muchísima altura musical que enriquecía mis canciones y mis conciertos, y ellos están en la misma tónica. Les digo, venid, tocad como queráis y colaborad conmigo para que el público se emocione”, reconoce este artista que ha hecho de sus canciones una guía turística por los rincones más bellos de Cádiz.
Porque es la búsqueda de la belleza el fin que persigue Ruibal en la “expresión, la melodía, la armonía”, es su “compromiso inicial” al ponerse a trabajar.
Aunque en sus letras, tanto en las ya conocidas como en las seis nuevas que ofrece en este trabajo, producido por “Lo Suyo Ediciones”, la carga reivindicativa sigue siendo otro santo y seña.
“Reivindicar un poco la justicia me parece que es lo que hay que hacer, pero si vas a hacer una canción, procura que sea una buena canción y no una buena reclamación”, matiza.
Durante los cuatro conciertos que dieron lugar a este trabajo, Ruibal y sus amigos grabaron un total de 80 canciones, ocho decenas de temas que se quedaron en menos de la mitad, así que es consciente de la crueldad que toda selección acarrea a sus seguidores.
Por eso, reconoce, está preparado para que la frase que continuamente escucha al término de sus conciertos -“no has cantado mi canción”- se convierta en un penoso “la mía no está”.
Con este nuevo trabajo debajo del brazo este juglar ha sumado a su gira de pequeños espacios otro espectáculo en el que fusiona el baile, la percusión y su música junto a sus hijos, la bailora Lucía Ruibal y su hijo Javi: Casa Ruibal.
Un ejemplo de espectáculo en el que pone de manifiesto la frase con la que concluye la entrevista: “El arte, que tiene tanto de conmovedor y de deslumbrante, tiene la obligación de hacer propuestas en las que el ser humano aspire a crecer en algún sentido”.