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“Justin”, un cómic necesario para no olvidar a las víctimas del Nazismo

"Justin", un cómic necesario para no olvidar a las víctimas del Nazismo
Madrid —

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Madrid, 28 feb (EFE).- Alrededor de 650.000 franceses fueron obligados por el gobierno de Vichy a trabajar a la Alemania nazi, y uno de ellos fue un familiar del guionista francés Julien Frey, así que su historia no podía quedar en el olvido y ha sido plasmada en el cómic “Justin”, ilustrado por el dibujante Pep Domingo.

Tras trabajar juntos en el cómic “El cineasta”, donde abordaban la obsesión de Frey por encontrar “Le Grabuge”, la película rodada en 1968 por el cineasta francés Édouard Luntz, ahora regresan con el primer cómic dedicado al Servicio de Trabajo Obligatorio (STO), un episodio oscuro de la Francia de la Segunda Guerra Mundial.

“Julien siempre me plantea cosas que no conozco, me pasó con Lunzt. Pero este caso es curioso porque es una historia familiar suya”, cuenta a Efe Nadar, como se conoce al historietista castellonense Pep Domingo.

En concreto se trata de la historia de un familiar de la esposa de Frey, uno de esos franceses que se fueron, obligados por el Gobierno francés de Vichy, a un campo de trabajo nazi con la promesa de regresar en un año y así, a cambio, el Reich devolvía a Francia un campesino prisionero (por cada tres trabajadores regresaba al país galo un apresado por los nazis).

“En Francia este pasaje de su historia se conoce, pero está en los márgenes, como todas las cosas de vergüenza nacional, y no se ha tratado mucho el tema, por eso a los editores les interesaba mucho”, explica el ilustrador.

Una historia que le gustó “muchísimo”, así que se pusieron manos a la obra para resucitar a Justin en este cómic (Astiberri).

Un trabajo en el que el lector recorrerá el París de esos años en los que su protagonista se enamoró de Reneé, así como el campo de Henningsdorf donde trabajó en circunstancias extremas mientras soñaba en volver con su amada.

Sensaciones que narran estas páginas, así como descubre todos los pensamientos, miedos y frustraciones que le acompañaron hasta los años 80, cuando fallece en París después de que muchos años antes consiguiera escapar de ese infierno.

Narrada con “mucho rigor”, en esta historia de libertad Nadar ha tenido “muy poco espacio para la imaginación” para ser fiel a todo lo que abordan. Por eso viajó a París y, de la mano de Frey, recorrió la cafetería que tenía la familia de Julien, su barrio y otros sitios que aparecen en cómic.

Eso sí, en cuanto al diseño de los personajes, pese a contar con una foto “borrosa” de Julien y Reneé, se tomó “más libertad” porque ambos autores tienen claro que cuando dibujas “hay que hacer propia la historia”.

En cuanto a las páginas dedicadas al calvario nazi, Nadar explica que gracias a la ayuda de Frey ha podido recrear este espacio donde las chinches, el hambre y el frío eran los compañeros de estos trabajadores franceses a los que se les ha tachado históricamente de “colaboracionistas” con el régimen nazi.

“Julien ha sido muy exigente y nos lo hemos tomado muy en serio para que sea lo más fidedigno posible”, matiza sobre el objeto del cómic, sacar del olvido a esa “generación del silencio” que llevó su pasado con “una dignidad sorda y rara”.

Pese a estar dibujado en blanco y negro con el fin de seguir la línea comenzada con “El cineasta”, en las páginas de “Justin” hay mucho color, ese del París de las fiestas, el de los besos de los enamorados o de las risas que llenaban sus pequeños cafés.

“Cuando comencé con la historia Julien me decía que todo lo que dibujaba no tenía que ser muy gris, pero piensa que en esa época la gente se reía y bailaba, la gente era joven y era feliz y me puso en la dirección correcta. Estos personajes que parecen muy duros solo tenían 20 años cuando les pasó esto, se hicieron adultos antes de tiempo”, lamenta.

Porque cuando a estos hombres les arrancaron de sus sueños la vida era “a color”, dice.

En la actualidad Nadar (Castellón de la Plana, 1985) y Frey (Lagny-sur-Marne, Francia, 1977) se encuentran inmersos en otro cómic a cuatro manos que “tiene que ver con el cine mudo” y que será “a color”, adelanta Nadar.

Afianzan así ambos una relación de amistad y de trabajo porque será la tercera obra que salga de esas mentes y de esas manos. Una alianza que a Nadar (autor total de otras obras como “Papel Estrujado”) le parece “interesante” porque “los guionistas cuando te plantean historias te plantean retos que por ti mismo no te plantearías”.

“Como dibujante estoy aprendiendo muchas cosas, y su forma de narrar se mezcla con la mía. El guión lo ponemos en común y hay una simbiosis de dos formas narrativas. Los cómics están trabajados al 50%”, concluye el castellonense.

Pilar Martín

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