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Kate, Koldo y los hipocorísticos

26 de marzo de 2024 21:55 h

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La Princesa de Gales lleva unos días muy presente en la prensa de todo el mundo, desde que el pasado 22 de marzo anunció que padece cáncer y que está siendo tratada con quimioterapia.

Muchos medios españoles se refieren a ella como Kate, por el diminutivo de su nombre de pila, Catherine, seguido de su apellido de soltera: Middleton. Otros, los menos, prefieren Catalina, castellanizando su nombre como se hace por lo general con Papas y miembros de casas reales desde la noche de los tiempos. Lo curioso es que la mayoría de los que se refieren a ella como Kate, en inglés, castellanizan los nombres de toda su parentela. Y así, su marido, el Príncipe de Gales, es Guillermo en vez William; su cuñado, Enrique en vez de Henry; su suegro el rey, Carlos en vez de Charles. Es una anomalía; menor, pero anomalía. ¿Algún lingüista en la sala?

Decía antes que Kate es diminutivo de Catherine. En términos lingüísticos es también un hipocorístico. Define así el diccionario académico lo de hipocorístico: “1. adj. Gram. Dicho de un nombre: Que, en forma diminutiva, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística; p. ej., Pepe, Charo. U. t. c. s. m.” Y añade el diccionario que el término viene del griego hyporistikós, que significa “acariciador”. Puestos a ser cariñosos y a traducir el Kate, los medios también podrían decirle Cata, o Cati, o Lina a la Princesa de Gales.

Pepe ―por José― y Charo ―por Rosario―, los ejemplos que el diccionario cita como hipocorísticos, son dos de los más frecuentes entre nosotros. Con Paco y Paca por Francisco y Francisca; Concha por Concepción (en España, en Argentina mejor no le llames Concha a ninguna Concepción); Toño, Tony, Toni y muchos más por Antonio; Chema por José María; Carmela, Mamen o Menchu por Carmen; Fani por Estefanía; Lupe por Guadalupe; Isa o Chabela o Mabel por Isabel… Los hipocorísticos nos rodean. Rara será la familia o el colectivo profesional donde no haya alguno.

Otro de los hipocorísticos que se han puesto últimamente de moda ―y también por razones de salud, en este caso de (mala) salud democrática― es el de Koldo. Es hipocorístico del nombre vasco Koldobika o Koldovika, derivado de Clodovicus, nombre latino de origen germánico.

Según el INE (muy recomendable en su sitio web la sección donde se pueden consultar los nombres y apellidos más frecuentes), en el padrón vigente de España llevan el nombre de Catalina 51.368 personas; el de Kate, 297; el de Koldobika, 499; y el de Koldo, 1.664.

Tiene mérito Koldo García. Hay en España otras 1.663 personas que se llaman como él, pero pones Koldo a secas en un titular y todo el mundo sabe a quién te refieres. A Kate hay que añadirle aún el apellido. 

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