Los 20 mejores libros de 2024
2024 ha dado muestras de dejar atrás, o cómo mínimo encontrar alternativas, a la autoficción imperante de la última década, sobre todo entre los autores jóvenes. Y, aunque nos han dejado escritores de la talla de Paul Auster, Maryse Condé, Ismail Kadaré, Alice Munro, Edna O'Brien, Rosa Regàs, Francisco Rico, Antonio Skármeta o Julia Uceda, por suerte no falta savia nueva para revitalizar las librerías (y las mentes), ni plumas veteranas en plenas facultades.
Los 10 mejores libros de ficción española e internacional
‘Los Escorpiones’, de Sara Barquinero (Lumen)
Es un motivo de alegría que aparezca en el panorama nacional una novela como Los Escorpiones. Por su ambición. Por su revestimiento intelectual. Por conectar sin complejos con asuntos inherentes a este tiempo (internet, conspiraciones, salud mental, suicidio). Por su riqueza formal y estilística. Y, no menos importante, porque quien la forma es una autora joven con mirada propia que aporta frescura al mercado.
Se le puede reprochar cierto exceso (¿y a qué libro de más de ochocientas páginas no?), incluso una aparente falta de cohesión entre sus cinco partes. Ahora bien, sus méritos lo compensan con creces.
Se la ha llamado la novela de una generación, pero lo que aporta Sara Barquinero es mucho más relevante: por mucho que la trama principal remita a los fenómenos de la red, en el fondo plantea conflictos que nos atañen a todos, atemporales y universales (la soledad, la desesperanza, la manipulación), y de eso, ni más ni menos, va la literatura. He aquí una novela importante, un descenso a los infiernos de la mente humana que no busca la complacencia fácil y abre nuevas puertas. Celebrémosla.
‘Imposible decir adiós’, de Han Kang (Random House, trad. Sunme Yoon)
No, este segundo puesto no es porque este año le hayan dado el Premio Nobel de Literatura. No, porque Han Kang ya figuró en muchas listas de lectores con La vegetariana e incluso la menos conocida Actos humanos. No es una escritora sencilla, ni de leer ni de disfrutar –no será la mejor opción para quien busque evadirse, desde luego–; pero cuando se entra en su particular universo, impacta, enreda y ya no se sale indemne de él. Porque su literatura duele. Se adentra en zonas lúgubres. Evoca imágenes incómodas. Y nada de eso, nunca, es gratuito o insustancial.
El cuerpo como espacio de expresión del dolor colectivo, social. La memoria histórica, el pasado traumático del país, de la humanidad entera. La violencia. No: las violencias. Humanas. Cierta tendencia a la ensoñación, a la desconexión de la realidad para bucear en algo más profundo, soterrado. Explorar nuevas formas, reinventarse en cada novela sin perder la esencia. Amistad, también. Vínculos: la esperanza de la empatía en un mundo herido lleno de seres solitarios a la deriva. Introspectiva, extrema, perturbadora. Gran literatura para acompañar los días fríos…, solo que no para cobijarse de las inclemencias, sino para penetrar en la tormenta. Hasta calar los huesos.
‘Absolución’, de Alice McDermott (Libros del Asteroide, trad. Gabriel Insausti)
Ya sabíamos (En bodas y entierros, Un hombre con encanto, Alguien, La novena hora) que Alice McDermott es buena, muy buena. Ya lo sabíamos; pero ahora ha superado las expectativas, como dice su compatriota Ann Patchett. Firma una obra maestra cuando se halla en una etapa en la que ya no necesita premios que la avalen, ni eslóganes ruidosos. Ha hecho lo que sabe hacer, esa literatura intimista de claroscuros morales, elevada a la máxima potencia, con una voz más precisa y elegante que nunca.
La protagonista vivió la Guerra de Vietnam como esposa de un abogado al servicio de la Armada estadounidense. Habitaba, junto a las demás mujeres de su círculo, una especie de paraíso artificial en medio de la barbarie. Mirar atrás implica reconocer la culpa, la discriminación, los daños irreparables. Pero, más allá de eso, Absolución es una novela portentosa sobre la amistad entre mujeres, sobre la maternidad, sobre las renuncias que estamos dispuestos a hacer y sobre el valor de atreverse a vivir de acuerdo con nuestros principios. Literatura de hondo calado, de una sensibilidad y finura extraordinaria.
‘Theodoros’, de Mircea Cărtărescu (Impedimenta, trad. Marian Ochoa de Eribe)
No le han dado el Nobel (aún), pero una nueva novela de Mircea Cărtărescu (nueva de verdad: la última que ha escrito, publicada en rumano en 2022) siempre es sinónimo de fiesta. O, más bien, de festín, porque siempre hay algo (o mucho) de exceso, de frenesí, de embriaguez gozosa aunque no por ello menos inclemente. Su narrativa también es de las que revuelven, de las que no se sabe a dónde van a llevar. No lo sabe ni él: asegura que se sienta a escribir sin ningún plan por delante. Sin ningún plan entra el lector; pero sale, y eso ya lo puede anticipar, como de una montaña rusa. Mareado y extasiado. Y con ganas de repetir.
En esta ocasión da voz a un advenedizo valaco dispuesto a todo para conseguir el poder. Bandido, pirata, emperador. Una novela inabarcable en la que se funden religión, mito, épica, historia; que se inscribe en la tradición de los clásicos entre los clásicos (Homero, Dante, Cervantes, Las mil y una noches, la Biblia); que tiene aventuras, filosofía, amor, fondo real y alegoría; que es Cărtărescu en estado puro y a la vez un Cărtărescu que se renueva en cada obra. Hipnótico, exuberante, poético. Un espectáculo mágicamente siniestro. En un año en el que la literatura rumana ha brillado –país invitado en la Feria del Libro de Madrid, Premio Princesa de Asturias de las Letras para Ana Blandiana, nuevos libros de Gabriela Adameşteanu, Ioana Pârvulescu, Corina Sabău y Camelia Cavadia, entre otros–, él sigue siendo el rey. ¿Su obra maestra? Una de ellas.
‘El ángel de piedra’, de Margaret Laurence (Libros del Asteroide, trad. Miguel Temprano García)
¿Debe una lista de lo mejor de 2024 incluir libros del siglo pasado? Con Lucia Berlin y Angelika Schrobsdorff nadie tuvo dudas. Con esta novela de Margaret Laurence, quien la haya leído tampoco las tendrá: publicada en 1964, no solo es un libro extraordinario, sino que, además, entronca con las preguntas que nos hacemos hoy, con aquello de lo que pedimos más. Una protagonista nonagenaria. Humor negro. Y mucha mala leche.
Con una voz portentosa, la autora canadiense da vida a una anciana a la que el brío de su lengua viperina no va de la mano de un cuerpo que se marchita por momentos. Ley de vida; pero, ay, cuánto cuesta asimilarlo cuando se sufre en carne propia. Las tensiones de envejecer –la intervención / intromisión de la familia, los cuidados, la pérdida de facultades, la mirada al pasado, el temor ante la muerte, la soledad– se plantean con socarronería en un libro que, por si fuera poco, es muy entretenido.
‘El niño’, de Fernando Aramburu (Tusquets)
Casi parece una temeridad destacar una novela de quien se supone, en estas verdades tan cuestionables de la esfera literaria, que ya ha escrito su obra magna. O, al contrario, puede tomarse como un comodín: ahí va otro autor consagrado, que nadie lo discuta. El caso es que ni la trayectoria de Aramburu termina con Patria, ni todo lo que publique un escritor de renombre debe considerarse por sistema de lo mejor del año. Y resulta que El niño es buena, muy buena. Sin repetir otra fórmula que no sea la del oficio.
Inspirado en un accidente que tuvo lugar en los ochenta –la muerte de muchos niños a causa de una explosión de gas en un colegio–, el autor toma ese punto de partida como pretexto para hurgar en lo que se le da mejor: los entresijos de la familia, de una familia que se va desmoronando. El personaje del abuelo, que se niega a aceptar la pérdida del nieto, crece página tras página hasta convertirse en inolvidable. Sin sentimentalismo y con crudeza, pero a la vez con una gran humanidad. Hace poco el autor se despidió del columnismo por sentirse “desplazado” de su época. Si la “soledad creativa” le permite alumbrar más obras como esta, bienvenida sea.
‘Balcón al Atlántico (otra novela sin héroe)’, de María Luz Morales (Amarillo Editora)
La sorpresa: una novela de 1955 de una escritora que, pese a su larga y nutrida carrera –como periodista, traductora, editora, dramaturga, editora y autora de literatura infantil–, sigue siendo una desconocida para muchos. La historia de siempre: pionera del periodo de entreguerras, habitual del Lyceum Club barcelonés con Aurora Bertrana, Elisabeth Mulder, Carme Montoriol y otras tantas, fue represaliada por el franquismo y, tras su muerte, cayó en el olvido.
Gallega de nacimiento y barcelonesa de adopción, no se consideraba de ninguna parte, pero en esta obra, la más importante que escribió, rinde homenaje a sus orígenes, a esa tierra de mar y viento y leyenda. Nos habla una mujer que, de vuelta de todo, regresa a su localidad muchos años después, para recordar aquella edad entre dos mundos, el de los niños y el de los adultos, el de la imaginación y el de la realidad. Un bellísimo relato de iniciación que pide una lectura atenta, pausada, no por difícil, sino para apreciar los matices de una prosa evocadora que gusta de detenerse en el detalle, de captar la musicalidad y las sensaciones. Preciosa.
‘Día’, de Michael Cunningham (Lumen, trad. Miguel Temprano García)
Michael Cunningham es otro de esos autores que, tras escribir la que se considera su obra maestra (Las horas, Premio Pulitzer en 1999 y adaptada al cine con gran éxito), parece que todo lo que viene después tiene que ser, por fuerza, menor. Y no. Con Día vuelve a firmar una novela sensacional, que además recupera un recurso que ya le fue bien entonces: concentrar la acción en una jornada, eso sí, de tres años diferentes.
Brooklyn, 5 de abril de 2019, 2020 y 2021. Mañana, tarde y noche. Un mismo núcleo de personajes de la clase media-alta cultivada estadounidense que se adentra en la mediana edad. Un matrimonio heterosexual con hijos pequeños, un hermano profesor que desea cambiar de rumbo, una madre soltera lesbiana. Profesiones ilustradas, redes sociales, la provisionalidad de la época. Antes, durante y después de la pandemia. El autor capta los conflictos del primer mundo con sutileza y hondura psicológica, una narración pulcra y precisa que deja un poso conmovedor.
‘Linden Hills’, de Gloria Naylor (Nórdica, trad. Shannel Julius y Blanca Gago)
Que el hecho de haberse publicado a principios de año no la haga caer en el olvido: esta novela de 1985 fue, es y será un acontecimiento literario. Inspirada en la estructura de la Divina comedia, los protagonistas descienden, capítulo a capítulo, a los infiernos de un barrio donde reside, desde hace generaciones, la comunidad negra distinguida, la que ha logrado algo, ha logrado llegar. Pero solo encuentran sombras, cada vez más oscuras.
La autora, deudora reconocida de Toni Morrison, Zora Neale Hurston y Alice Walker, levanta un novelón en el que la crítica social se imbrica dentro de la propia comunidad afroamericana, que sin necesidad de ponerse en relación con los blancos tiene su propia hipocresía: jerarquías, racismo, misoginia, homofobia, desigualdades sociales. El sueño del capitalismo que destruye al que no se deja asimilar y al que se pierde por el camino. Es cruel, es violento; pero también hay luminosidad en las vidas de los muchachos que sostienen el hilo conductor, en su amistad, sus sueños. Sobre todo, el de uno, trasunto de Holden Caulfield, un joven desencantado y perspicaz que despierta conciencias.
‘La península de las casas vacías’, de David Uclés (Siruela)
Otro acontecimiento del panorama español ha sido sin duda esta novela, que ha puesto a David Uclés, que ya contaba con un par de libros publicados, en primera fila. No es para menos: una colosal recreación de la Guerra Civil en clave de realismo mágico, algo que ningún narrador patrio se había atrevido a intentar hasta ahora. Se dice que a los nacidos en los noventa no les interesa el pasado. O que la narrativa contemporánea nacional ha aborrecido el realismo mágico. Bien, aquí llega él dispuesto a reinventarlo todo.
Con una documentación exhaustiva, pero mezclando ficción y realidad, despliega un arsenal literario de supervivencia y ensoñaciones, de épica y de intimidad, de historias dentro de historias, de una familia que se rompe, de un país que se (cor)rompe. Si en Sara Barquinero tenemos a una novelista-filósofa, hay en David Uclés un narrador genuino, apegado al pueblo, a la sonoridad de la gente de la tierra, a los mitos que se funden con lo terrenal, y no por ello menos sofisticado. También puede pecar de exceso, de algún pasaje, digamos, descarriado. Pero ¿quién no disfruta con las digresiones y los antojos de sus autores de cabecera? Él lo será de muchos, si no lo es ya.
Los 10 mejores libros de no ficción española e internacional
‘Ni una, ni grande, ni libre. La dictadura franquista’, de Nicolás Sesma (Crítica)
Se ha escrito mucho sobre el franquismo, pero los avances en investigación, junto con la creciente conciencia de todo lo que aún pervive del régimen en la sociedad actual, hacen imprescindible que las nuevas generaciones de investigadores y lectores vuelvan a mirar aquellas décadas con perspectiva. Este ensayo del historiador Nicolás Sesma aporta una mirada actualizada, rigurosa y exhaustiva que no debe pasarle desapercibida a nadie.
Del golpe de Estado de 1936 a la incipiente Transición, el autor expone diferentes capas de la época (la dimensión política y económica, pero también social, con la irrupción de la clase media, la situación de los colectivos marginados, fenómenos culturales como el cine o la novela gráfica), siguiendo un orden cronológico. Además, sitúa la dictadura en el contexto europeo y derriba mitos. Nicolás Sesma, nacido en 1977, ya no nació en el franquismo y su punto de vista es el de un investigador joven, crítico y erudito, del que aprenderán tanto quienes sí vivieron bajo la tutela de Franco como los que llegaron al mundo después. Un ensayo instructivo y de lectura apasionante.
‘Un corazón furtivo. Vida de Josep Pla’, de Xavier Pla (Destino, trad. Ana Ciurans Ferrándiz, Olga García Arrabal y Francesc Ribes)
El gran prosista de las letras catalanas del siglo XX, con el permiso de Mercè Rodoreda, ya tiene biografía canónica: Xavier Pla ha hecho un trabajo colosal de inmersión en el prolífico periodista, diarista, narrador, ensayista y viajero sin el que no se entiende la vida cultural de la época. He aquí el escritor, pero también el hombre, con sus vaivenes, sus polémicas, su nutrido círculo de relaciones afectivas, políticas, laborales. Una vida de entrega absoluta a las palabras, con luces y sombras.
El autor, que no es familia de Josep Pla, desentraña los misterios y las controversias que rodearon al intelectual y que le han granjeado antipatías, como su colaboración con los servicios secretos del franquismo. Josep Pla fue un observador minucioso de lo ajeno que guardaba con celo su intimidad, lo que añade dificultades para el investigador. Para Xavier Pla tampoco ha sido fácil lidiar con una figura con quien no siempre simpatiza, a quien no siempre comprende; esa relación entre biógrafo y biografiado también tiene interés. Mil quinientas páginas de biografía compleja de un personaje complejo.
‘La llamada. Un retrato’, de Leila Guerriero (Anagrama)
La argentina Silvia Labayru era una joven militante de izquierdas cuando se produjo el golpe de Estado de 1976. Ella, que formaba parte del sector de inteligencia de un grupo armado de extracción peronista, lo pagó caro: tras la instauración de la dictadura fue secuestrada por militares, que la retuvieron, torturándola y violándola. Durante ese tiempo dio a luz a una niña que le fue arrebatada hasta su liberación, dos años después. Se marchó a Madrid para retomar su vida, pero le quedaba mucha batalla por delante.
Leila Guerriero ejemplifica lo que puede ser el periodismo de investigación al tomar los mimbres de la textura literaria: una radiografía brillante de un personaje en el que se funden el compromiso político, la violencia, el trauma, la resistencia, el amor y la lucha contra el olvido. Es a la vez una lectura de aquel periodo de tinieblas, de lo que se silenció, de lo que no se ha reparado. Un retrato magnífico escrito por una de las mejores cronistas contemporáneas, en español y en general. La autora tiene estilo, pero sobre todo tiene instinto, una mirada bien orientada hacia lo que de verdad importa.
‘Sangre y ruinas. La gran guerra imperial. 1931-1945’, de Richard Overy (Tusquets, trad. Francisco García Lorenzana)
Del mismo modo que el franquismo necesita aproximaciones frescas, la Segunda Guerra Mundial pide lo mismo. El historiador británico Richard Overy, especializado en los totalitarismos europeos y autor de ensayos como Por qué ganaron los Aliados (19959) o Dictadores. La Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin (2004), emprende la ingente tarea de construir un nuevo relato total del gran conflicto del siglo XX.
Con una capacidad extraordinaria para integrar las fuentes, el autor fundamenta su línea de investigación en el paso del final de los grandes imperios a la guerra de dimensiones globales que habría de marcar el inicio de una era diferente, en la que esta característica, las relaciones, las redes, sería distintiva. Con una organización que divide la crónica de los años de la guerra, sus ejes temáticos principales y sus consecuencias, no elude la peliaguda cuestión de los ciudadanos que se hicieron cómplices de la matanza. Un libro estremecedor que sugiere que el Holocausto no fue algo tan puntual como se cree, sino otro genocidio, con más magnitud técnica, de cuantos ha cometido y sigue cometiendo el ser humano cuando determinadas fuerzas toman el poder.
‘Una mujer afortunada. Historia de una médica rural’, de Polly Morland (Errata Naturae, trad. Vanesa García Cazorla)
La escritora y documentalista británica Polly Morland, antigua directora y productora de documentales para la BBC, Channel 4 y Discovery, se trasladó durante un tiempo a un pequeño pueblo rural inglés para conocer de primera mano la rutina de una médica en una localidad, una mujer de su quinta. Había leído el fascinante Un hombre afortunado (1967), de John Berger, que lleva a cabo un proyecto similar. Cuando descubrió que la doctora también lo conocía, todas las piezas parecieron encajar.
Así fue: durante una temporada, que alcanza hasta la pandemia, la investigadora acompañó a la médica en sus visitas, paseos y costumbres por la comunidad en la que llevaba años trabajando. Mucha observación y aprendizaje, muchas horas de larga conversación. La doctora está ahí por vocación, vive en armonía con el medio y su gente, con su familia; la profesión no está reñida con lo demás. Su testimonio es una reivindicación tranquila y sin aspavientos del trato con el paciente a lo largo del tiempo, de la atención primaria, de la dedicación sin prisa, de la necesidad de saber escuchar. Del afecto de los pacientes, que al conocerla le tienen más confianza. Y de conciliación, de la posibilidad real de vivir a otro ritmo, de que hay formas de realizarse sin aspirar al salario más alto, al puesto más reconocido. Un libro inspirador, delicado y humano.
‘Querido maestro. Correspondencia de Pau Casals (1893-1973)’, con edición y trad. de Anna Mora y Anna Dalmau (Acantilado)
Demasiado poco se ha hablado de este acontecimiento editorial, para la cultura española e internacional, porque hablamos de una de las figuras más importantes de la música del siglo XX. Esta compilación abarca por primera vez la correspondencia de toda la vida de Pau Casals, setecientas páginas de diálogo con músicos y compositores; también con intelectuales, políticos y personas más humildes que le expresaron su admiración. Su carisma iba más allá del arte.
La primera carta corresponde a su etapa de formación; la última, de poco antes de morir, se dirige a su médico. Dos puntos bien elegidos para enmarcar una existencia que se lee a su vez como un recorrido por el convulso siglo XX. Es asimismo una declaración de amor al género epistolar: de acuerdo con las editoras, se calcula que, durante el exilio, llegó a dedicar entre tres y cuatro horas al día a la correspondencia. Por gusto, porque le satisfacía. Era un interlocutor gentil y generoso. Se han escrito muchas biografías sobre él, pero no hay mejor forma de conocerlo que leyendo lo que él mismo escribió en el momento, convirtiendo sus cartas en una suerte de autobiografía involuntaria.
‘209 rue Saint-Maur, París. Autobiografía de un edificio’, de Ruth Zylberman (Errata Naturae, trad. Elena Pérez San Miguel)
Es una máxima literaria: a través de lo minúsculo se llega a lo global, lo trascendente. La microhistoria, cuando está bien contada, no se limita a recopilar hechos, sino que teje un relato que se lee como la materialización de unos procesos más amplios, enclavados en el seno de una sociedad. Por no hablar de la fuerza de la crónica personal para llegar al público de manera más persuasiva que un reportaje común: es la narración de esa experiencia llana, en palabras sencillas, la que despierta empatía, la que deja poso.
Y lo que ocurre en una comunidad de vecinos desde sus inicios da mucho de sí. Ruth Zylberman, cineasta y escritora francesa, investiga la historia de un edificio de París, la de los inquilinos de antes y los de ahora, a menudo emparentados. Desde el siglo XIX, al estilo de Georges Perec en La vida instrucciones de uso (1978), pero con un periodo, la Ocupación, que se lleva el protagonismo: muchos de ellos eran judíos, y conocieron tanto la complicidad como la traición de sus vecinos. La memoria familiar de la autora también entronca con ello. Un ejercicio de periodismo literario a la altura de Svetlana Aleksiévich que conmueve por su humanismo, su empatía y su verdad.
‘Crímenes pregonados. Causas célebres españolas de los siglos XVIII y XIX’, de Rebeca Martín (Contraseña)
La autora examina en detalle, con rigor documental, cinco casos que conmocionaron a la sociedad española de los siglos XVIII y XIX: del homicidio triple perpetrado por un aduanero al crimen de un liberto en la Manila colonial, pasando por una instigadora en la sombra o un “licántropo clínico”. Lejos del sensacionalismo, nutriéndose de fuentes históricas, psiquiátricas, judiciales y literarias, no solo analiza el pasado, sino que señala patrones comunes en nuestro presente que ayudan a comprender mejor las corrientes históricas y la complejidad de estos sucesos.
Se suele decir que un escritor digno de tal nombre no sigue ninguna moda, sino que escribe lo que le apetece y, si acaso, es él quien acaba creando tendencia. Lo mismo se puede decir de los ensayistas: su hazaña es dar con un tema o punto de vista que hasta el momento no se haya tratado, que además ataña al lector, al momento. ¿Y quién iba a decir que un true crime nacional pretérito iba a resultar tan estimulante? Solo queda dar las gracias a Rebeca Martín por escribir el libro que no sabíamos que necesitábamos.
‘Españolas en los campos nazis’, de Amalia Rosado Orquín (Catarata, prólogo de Baltasar Garzón)
El primer estudio exhaustivo de las mujeres internadas en los campos de concentración de Francia. Hasta ahora, sus historias eran poco más que una nota a pie de página de las investigaciones que se centran en la situación de los españoles en conjunto, sobre todo de hombres; o llegaban con cuentagotas, en forma de memorias, novelas o filmes sobre una vida en particular (como la de Neus Català). Este compendio ilumina estos hechos como un “calvario colectivo e íntimo” que afectó a centenares de españolas.
Eran republicanas exiliadas, muchas de ellas colaboradoras de la Resistencia francesa. El precio que pagaron fue la detención e internamiento en campos donde sufrieron las vejaciones más crueles que cabe imaginar: torturas, violencia sexual, experimentación médica y ese tormento menos conocido de ser separadas a la fuerza de sus hijos. Eran dobles víctimas, del franquismo y del nazismo; eran luchadoras antifascistas que, aun sobreviviendo, sufrieron un trauma irreparable. Un libro importante que demuestra por qué sigue siendo fundamental la memoria histórica.
‘El futuro de la revolución. El cambio climático y la búsqueda de una insurrección democrática global’, de Matthew T. Huber (Errata Naturae, trad. Silvia Moreno Parrado)
Muchos estudios sobre el cambio climático presentan dos problemas: por un lado, se centran en describir los hechos, a analizar causas y consecuencias, sin tratar de poner luz más allá de las recomendaciones acostumbradas (reducir el consumo individual, apostar por políticas de proximidad y presionar a los líderes para tomar medidas a gran escala); por otro, caen en un pesimismo que, más que promover la acción, puede llevar a una parálisis resignada. Si hemos llegado tarde, si las medidas son insuficientes, ¿para qué pelear?
He aquí una aproximación novedosa, escrita por un especialista en las relaciones entre la economía y la geografía histórica con el capitalismo y las políticas climáticas, que además posee claridad expositiva y poder de persuasión. Su propuesta replantea el conflicto desde la perspectiva de la lucha de clases: a grandes rasgos, argumenta que el sistema está fallando al no saber comunicar la relevancia de la emergencia con las preocupaciones urgentes de la clase trabajadora. Y, recordando los logros de las masas cuando se rebelan, apela al movimiento colectivo.
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