Filek, el estafador que hizo creer a Franco que podía convertir el agua en gasolina en una dictadura chapucera y feroz
La trama y el personaje no pueden ser más novelescos y parecen más fruto de la imaginación desbordante y literaria de un buen escritor que de la amarga realidad de la posguerra española. Pero Albert Elder von Filek (Tschöran, Austria, 1889-Hamburgo, 1952), un aristócrata austriaco, militar derrotado en la Primera Guerra Mundial y encarcelado durante el conflicto español en una prisión republicana, llegó a convencer al general Franco y a varios de sus ministros de que había inventado una gasolina sintética a partir de agua del río Jarama, vegetales y “algunos ingredientes secretos”.
Decidido partidario de la sublevación franquista y con la aureola de excautivo, Filek logró acceder a altos cargos de la dictadura con sus engaños y sus estafas. Recién terminada la Guerra Civil, la obsesión del régimen por la autarquía y por contar con petróleo, jaleada sin descanso por la prensa del régimen, impulsó al estafador austriaco hasta que unas simples pruebas de laboratorio demostraron que se trataba de una farsa. Este asombroso y muy poco conocido episodio fascinó al escritor Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) que ha publicado una novela sin ficción o un reportaje de investigación, como se prefiera, titulado Filek. El estafador que engañó a Franco (Seix Barral).
“He dedicado cuatro años a la documentación y a la búsqueda en archivos y un año más a la escritura para relatar esta increíble historia en la que no invento nada, todo responde a la realidad. Es más, cuando no dispongo de hechos comprobados advierto al lector de que se trata de impresiones o de conjeturas mías”. Martínez de Pisón, que supo del alucinante caso de Filek al leer una breve referencia al estafador austriaco en la biografía de Paul Preston sobre el general Franco, se extrañó de la ausencia de libros sobre aquel supuesto inventor.
Apasionado por la historia española del siglo XX, con sus picos literarios de la República y de la Guerra Civil, Martínez de Pisón pensó que debía dar a la historia un tono de reportaje periodístico en la línea de una tendencia literaria en auge como es la llamada novela de no ficción.
Este fenómeno de los últimos años, que tiene uno de sus exponentes más brillantes en el francés Emmanuele Carrere (Limonov, El adversario) supone una original mezcla de géneros entre la narrativa, el ensayo y el periodismo. “No obstante”, aclara Martínez de Pisón, “yo aparezco mucho menos en mis relatos que otros autores. Prefiero mantenerme a cierta distancia y no convertirme en protagonista”.
“Con Filek me planteé –relata uno de los escritores más premiados y reconocidos de su generación– cómo fue posible que un engaño tan burdo alcanzara la cúspide del franquismo. Todavía me pregunto si hubo implicaciones de altos cargos en la estafa o si sencillamente los jerarcas franquistas fueron engatusados por el supuesto inventor austriaco. ¿Alguien borró más tarde las huellas del exmilitar del Imperio austrohúngaro o todo fue en definitiva muy chapucero? Una vez descubierta su trampa, Filek fue enviado a un campo de concentración en Álava y más tarde deportado a Alemania, donde murió en 1952”.
Así las cosas, este curioso personaje ha servido a Martínez de Pisón para retratar a través de la peripecia de Filek una panorámica de la historia de España y de Europa, desde finales del siglo XIX hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
“Esta fórmula literaria de novela sin ficción ya la practiqué –señala el autor– en Enterrar a los muertos, mi novela sobre el oscuro crimen de José Robles, el traductor de John Dos Passos, en medio de las disputas en el bando republicano. Pero, hoy en día, las posibilidades de investigar con rapidez y efectividad se ven muy aumentadas por Internet. Quizá hace una década no hubiera sido posible reconstruir la vida de Albert Elder von Filek, desde la Primera Guerra Mundial hasta llegar al entorno de Franco pasando por sus trapicheos en Austria o Italia en los años veinte”.
Con una sonrisa, Martínez de Pisón reconoce su atracción por los pícaros, de una calaña o de otra, y esta figura, tan arraigada en la tradición de la literatura española, está muy presente en algunas de sus novelas más famosas como Carreteras secundarias o Derecho natural. “No cabe duda –afirma– de que los pícaros y buscavidas, que muchas veces actúan en defensa propia para que no los engañen a ellos mismos, despiertan en cierto modo nuestra simpatía.
Además, en este caso, un pícaro que logró engañar a Franco siempre nos caerá simpático.
Por otra parte, es cierto que para conseguir sus propósitos tuvo gran influencia haber sido partidario de los golpistas y un excautivo de los republicanos. También jugó un papel importante haber conocido en la cárcel a gente influyente como Ramón Serrano Súñer, el cuñado del dictador y ministro de Asuntos Exteriores en los primeros años de la dictadura.
Pero, en cualquier caso, hay que reconocer la capacidad de persuasión de este Filek mujeriego, vividor y fantasioso que se marchaba sin pagar de los hoteles o registraba patentes, una tras otra, sin pagar la inscripción. Ahora bien, todo ello sucede en aquel ambiente de la posguerra manchado de una corrupción de casino de pueblo y de cuartel“.
Para ilustrar aquel cruel esperpento de los Consejos de Ministros del franquismo en los años cuarenta, Martínez de Pisón refiere una anécdota sin desperdicio. En sus memorias, José Larraz, un católico que fue ministro de Hacienda en la posguerra, dejó escrito que dos de sus colegas habían aprovechado una ausencia suya para ir al lavabo para repartirse subvenciones fiscales.
Cuando se le pregunta al autor de Filek por su predilección por el siglo XX español a la hora de elegir muchos argumentos de sus novelas, el escritor aragonés contesta sin pensarlo dos veces que “la Guerra Civil resulta un tema literario fascinante y, desde luego, las épocas más convulsas siempre aparecen como más interesantes para un novelista”.
Crecido en los años de la Transición, telón de fondo de varias de sus novelas, Martínez de Pisón sentencia que “conviene volver la vista atrás para comprender nuestro presente”.