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Viñetas para que hasta Rajoy entienda por qué la filosofía es importante

Portada de 'Filosofía en viñetas'

José Antonio Luna

“No se puede aprender filosofía, tan solo se puede aprender a filosofar”, observaba Immanuel Kant sobre cómo instruir la materia. El objetivo no es memorizar una lista de teorías, sino aprehender el porqué de las cosas. De esta manera, el amor a la sabiduría es el único motor necesario para cuestionarse por aspectos tan esenciales como la existencia, la moral o el lenguaje que, a pesar de su antigüedad, continúan siendo tan importantes como siempre.

Filosofía en viñetas, publicado en España por la editorial Penguin Random House, propone un recorrido de más de 2.500 años para conocer los mayores exponentes del pensamiento occidental. “Al principio teníamos todas las respuestas a las preguntas de la vida. O, más bien, teníamos una que servía para todo: es cosa de Dios. Lo malo es que en realidad no nos decía nada útil”, comienza planteando una obra que invita a la reflexión en cada una de sus 170 páginas.

Michael F. Patton, catedrático y director de filosofía en la Universidad de Montevallo (Alabama), es el guionista de esta excepcional clase de filosofía ilustrada a través de ejemplos y metáforas, muchas metáforas. “Cuando hablamos de ideas abstractas en ética y metafísica, por ejemplo, no hay nada tangible que señalar, por lo que terminamos usando metáforas para aclarar nuestras ideas”, explica el docente refiriéndose a los recursos empleados en su obra.

De hecho, el libro en sí es una metáfora. El encargado de guiarnos por todo este viaje es el presocrático Heráclito, que valiéndose de su canoa nos invita a una travesía por el río de la filosofía. El sabio griego es para el libro lo que un buen profesor para sus alumnos: se detiene a explicar teorías, presenta cada filósofo que se incorpora al relato, o incluso aclara conceptos tan necesarios como cogito ergo sum (pienso, luego existo).

Pero Filosofía en viñetas no solo es una experiencia narrativa, también visual. De esa parte del trabajo, no menos importante, se encarga Kevin Cannon. El ilustrador previamente colaboró con grandes editoriales como DC Comics o Hill and Wang, aunque esta vez la técnica ha sido diferente. “Uno de los principales desafíos visuales ha sido crear caricaturas que ayuden al lector a diferenciar cada filósofo”, aclara el dibujante.

Un desafío que, según confiesa el artista, conoce bien por su etapa como estudiante: “Me resultó muy difícil distinguir a los filósofos occidentales. En mi cabeza todos parecían viejos blancos con barba”. Al exagerar los rasgos de estos pretende justo lo contrario: que sean reconocibles a primera vista, desde los pelos desaliñados de Demócrito hasta el gran bigote de Nietzsche.

Diseñado para educar, también para entretener

Uno de los principales retos de Filosofía en viñetas era el de explicar complejas teorías en un pequeño espacio y que, al mismo tiempo, fueran divertidas. Michael Patton asegura que “a veces fue difícil”, pero que al final alcanzaron “el equilibrio correcto” gracias, en parte, a su experiencia como profesor. “Siempre trato de dar clases entretenidas para que los alumnos sigan viniendo”, aclara.

La obra no pretende ser un manual detallado de cada autor, sino un acercamiento para familiarizar al lector con algunos conceptos básicos. De hecho, el propio Heráclito que hace de guía advierte en las primeras páginas que no es una sinopsis exacta ni desde luego completa. Pero, como en cualquier campo, siempre hay que partir de una introducción. “Espero que ayude a estimular el interés para aprender más”, menciona Patton.

Filosofía en viñetas es un trampolín hacia la sabiduría, pero no uno demasiado convencional. El libro prefiere contar la historia de forma no lineal y opta por dividir a los autores según conceptos como la lógica, la percepción o la ética. Su autor revela que en sus clases probó a enseñar filosofía de dos maneras: fragmentada en periodos históricos o como un solo problema abordado filósofos de diferentes épocas. Para Patton, el último enfoque es el ganador: “Creo, quizás erróneamente, que funciona mejor para los estudiantes y su nivel de interés”.

Otro aspecto que el propio libro destaca es la ausencia de mujeres filósofas por estar infrarrepresentadas en el canon establecido. Patton considera que debería existir “una mayor representación” de estas autoras, pero que “hasta hace poco habían muy pocas históricamente influyentes”, algo que “afortunadamente está cambiado a medida que los analistas revelan sus contribuciones”.

El docente sostiene que este es “un libro breve”, y que por eso tuvieron que “tomar decisiones sobre cómo proceder con la narración”. Simone de Beauvoir, Hipatia, María Zambrano… son solo algunas de las que se quedan en el tintero. “Una obra similar dentro de diez años tendrá una mayor representación de pensadoras”, mantiene.

Lo que no aprendemos sin filosofía

Desde que entró en vigor la LOMCE (2013), el gobierno de Mariano Rajoy eliminó Historia de la Filosofía como asignatura troncal para 2º de Bachillerato e hizo desaparecer Ética y Educación para la Ciudadanía en la ESO. “Tenemos que entonar el 'mea culpa'”, admitió en 2017 la portavoz de Educación en el Congreso, Sandra Moneo, sobre la ley educativa que su propio partido aprobó.

“Nos encontramos con chicos y chicas que no tienen ni idea, que no se hacen preguntas porque no les hemos enseñado”, afirmó a este periódico la Red de Profesores de Filosofía. En la misma línea se sitúa Patton, al que le preocupa cómo “los campos que muchas personas creen mejor para conseguir trabajo son bastante malos para modelar y enseñar un pensamiento crítico”.

El profesor de la Universidad de Montevallo confiesa que “no tenía ni idea” de que filosofía era una asignatura troncal en España. Aun así, le parece “devastador que el requisito ya no esté vigente”. Continúa diciendo que en los Estados Unidos “nunca ha existido la enseñanza obligatoria de la filosofía en las escuelas públicas”, algo que considera “una pérdida terrible para nuestros estudiantes”. Una pérdida que libros como Filosofía en viñetas tratan recuperar, al menos en parte, para demostrar cómo de necesario es hacerse preguntas para encontrar respuestas.

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