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Javier Castillo, el último gran 'bestseller': “En España se le da mucha importancia a libros aburridos”

Javier del Castillo

Paula Corroto

1 de mayo de 2019 21:11 h

Hace casi un año, una riada de personas esperaba impaciente a que Javier Castillo (Málaga, 1987) culminara su charla en la carpa grande de la Semana Negra de Gijón. Había llegado para presentar el thriller El año que se perdió el amor, la segunda parte de El año que se perdió la cordura, ambos publicados en Suma de Letras en 2018 y 2017, respectivamente. Solícito, Castillo se encaminó hacia una mesa para firmar libros. No paró en varias horas. Fue la sensación del festival.

El pasado Sant Jordi volvió a ocurrir lo mismo en Barcelona. Castillo llegaba con su nueva novela, Todo lo que sucedió con Miranda Huff  (también en Suma) y se convirtió en uno de los escritores más buscados. Estuvo en la tripleta junto a Arturo Pérez-Reverte y Santiago Lorenzo, autor de Los asquerosos y otra de las grandes sorpresas del día del libro. Desde su editorial dicen que ha vendido más de 300.000 ejemplares de su primera novela, y la última, en la que narra la desaparición de una mujer (cuyo marido es el principal sospechoso) lleva ya seis semanas en el puesto de los más vendidos. No hace falta acudir a los números. Solo hay que ver a los fans. Castillo es el último gran bestseller.

“Está siendo todo muy abrumador. Durante todo el proceso de giras te ves como fuera: esto no te está pasando a ti”, confiesa este malagueño a eldiario.es en charla telefónica. “Por suerte, tengo gente que me acompaña emocionalmente y me hace abstraerme de lo que está pasando. Lo que controlas es lo que escribes, lo demás está totalmente fuera de tu control”, añade.

Hasta hace no mucho, Castillo era un asesor financiero que hacía cada día un trayecto en tren entre Málaga y Fuengirola. Desde los 13 años le había gustado escribir y aprovechaba su tiempo libre para crear relatos cortos. En 2014 se le ocurrió la idea de El año que se perdió la cordura y comenzó a escribirla en sus viajes en tren al trabajo. Cuando la terminó la subió a la plataforma de autopublicación de Amazon y sonó el campanazo: “Dos semanas después de subirla me metí para ver si tenía algún comentario, y aluciné. Tenía cientos, mi novela estaba arriba del todo y mi email lleno de ofertas de editoriales”, rememora el escritor. Era una época en la que en esta plataforma podía haber hasta 650.000 textos subidos por autores anónimos –ahora hay cerca del millón- y no era tan fácil destacar.

Los post-it y la regla de las 100 páginas

Pero, ¿qué tienen las novelas de Castillo para este éxito? Principalmente, son thrillers muy adictivos. Montañas rusas en las que continuamente pasa de todo, y con giros que hacen que el lector siempre quiera más. No extraña que le hayan comparado con autores norteamericanos del estilo como Stephen King, Paula Hawkings, la autora de La chica del tren, o Gillian Flynn, la creadora de Perdida.

“Más que saber qué contar hay que saber qué no contar. Y hay muchos libros que se pierden… Yo disfruto mucho más los libros en los que van pasando cosas. Intento que la descripción sea la necesaria. Si te digo que hay una copa de vino sobre la mesa no hace falta que te diga que es de cristal, la mesa de madera…”, explica.

Además añade cuál es otra de sus claves. “Yo tengo la regla de las cien páginas. Cuando llego a la página cien me digo, ¿sigo?, ¿me merece la pena? Y con muchos libros sigo, pero otros los abandono. Y conmigo intento no fallar mi propia regla”, explica sobre su propia fórmula. Afirma que estructura sus novelas con un método un tanto peculiar. “Yo soy muy friki planificándolo todo. Antes de ponerme a escribir ya sé lo que voy a escribir en la novela. Al principio, voy organizando cada capítulo en un post-it y cuando lo tengo todo organizado, lo elaboro más en el Excel, le pongo un color distinto a cada trama y desarrollo los personajes”, comenta.

La guerra “absurda”: comercial vs literatura

Para muchos, estos libros se encuadran dentro de la literatura comercial, un apelativo que a Castillo no le incomoda. “Siempre tenemos esa lucha un poco absurda de literatura contra los libros comerciales, por así decirlo. Hay lectores con gustos distintos que lee cosas distintas. No es ninguna guerra. Y que la gente lea siempre es bueno”, señala. De hecho, corrobora que a veces “se valoran mucho más” libros que no están en el circuito comercial que los que enganchan a miles de lectores, aunque estos también tengan un punto de creatividad como el cambio de perspectiva, las diferentes voces y narradores, como ocurre también en sus thrillers.

“Los lectores son soberanos. Los libros que triunfan son los que han elegido los lectores, no los que elige el director del suplemento literario de turno”, asegura, la vez que insiste en que “en España se la da mucha importancia a mucho libro aburrido”. “Es verdad que literariamente son libros muy buenos, pero ahora, cuando tenemos tantos estímulos fuera, cine, series, whatsapp… Yo cuando escribo pienso que leer sea tu única opción compitiendo contra las series, contra lo que nos roba el tiempo”, añade.

De hecho, Castillo cuenta una anécdota que vivió en el único taller literario al que fue: “Me levanté a los quince minutos, porque me aburrí”. Para él, el mejor profesor de escritura son los libros. “Se lo digo siempre a la gente que quiere escribir: cómprate los libros del género que quieres escribir y aprende”, recalca.

Con todo este boom, que se verá incrementado cuando sus novelas salten al género de las series, ya que El año en el que se perdió la cordura ya está en este proceso, Castillo abandonó su puesto de trabajo. Ya no trabaja más con las finanzas y se dedica a tiempo completo a sus libros. “Cuando llevaba diez ediciones y más de 100.000 libros vendidos tuve muchos eventos, muchas firmas y fue algo necesario. Después nació mi hija y apenas la podía ver entre el trabajo y toda la promoción.  Un día la cogí en brazos, empezó a llorar y ahí me dije, me lanzo al vacío y lo dejo todo”. Y no le ha ido nada mal. Es el último gran fenómeno, que no tiene visos de parar.

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