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El 'matrimonio sin hombre' que inspiró a Isabel Coixet: la historia real detrás de 'Elisa y Marcela'
La de María Dueñas es la clásica historia de éxito editorial que alimenta sueños de escritores durante años. Una desconocida profesora de Filología Inglesa que, a los 45 años y tras haberse dedicado durante dos décadas a la vida académica, decide escribir una novela ambientada en el lugar en el que nació su madre. Más tarde presenta la obra a una editorial no precisamente pequeña, sin esperar grandes resultados.
La pura casualidad quiso que aquel manuscrito, uno de los muchísimos que llegan a manos de los profesionales de un gigante como Planeta, llamase la atención de una editora. Y sorpresa: 10 años después su primera novela ha vendido 5 millones de ejemplares, lanzado 70 ediciones y sido traducida a 40 idiomas. Ha tenido su propia adaptación televisiva de la mano de Antena 3 y, gracias a todo eso, ha podido construir una carrera literaria que sigue hoy con novelas como Misión Olvido (2012), La Templanza (2015) y la más reciente Las hijas del capitán (2018). Todas con una más que buena acogida entre crítica y público, pero ninguna capaz de repetir el arrollador éxito de la primera: El tiempo entre costuras (2009).
Una década después, recorremos los escenarios de la particular historia de la costurera y espía. Acompañados de la autora, caminamos por las calles de Tetuán intentando descubrir qué convirtió su primera novela en uno de los fenómenos editoriales más sorpresivos de los últimos tiempos en nuestro país.
“Mi relación con Tetuán es una herencia”, describe María Dueñas. “No nací aquí, pero tengo una legado sentimental que me es imposible obviar: siempre quise hacer justicia a las historias que, con mucha nostalgia, me había contado mi madre desde que yo tenía uso de razón”.
Las raíces de Dueñas se enmarcan en esta ciudad marroquí que, no hace demasiado tiempo, estaba llena de españoles. Su familia vivió en el norte de África durante los años del Protectorado español de Marruecos en Tetuán, ocupación que España mantuvo en territorio africano durante más de cuatro décadas.
Nuestro país ejerció un régimen de protectorado gracias a unos acuerdos franco-españoles surgidos tras las injerencias francesas que desembocaron en el Tratado de Fez. Sucesivos regímenes mantuvieron su poder en la región hasta el 7 de abril de 1956, cuando el Gobierno de Franco se vio obligado a reconocer la independencia de Marruecos.
Entonces se inició un éxodo que aún anida en la memoria de la madre de la escritora: cerca de 40.000 españoles que vivían en Tetuán 'volvieron' a la península. Muchos de ellos la pisaban por primera vez pues habían nacido en Marruecos y España les era una nación prácticamente ajena.
“Mi madre había estado en nuestro país dos veces en toda su vida, así que en 1957 ella no emprendió ningún regreso”, cuenta la escritora. “Tenía 17 años y nunca entendió por qué la sacaron de lo que era su ciudad natal. Así que convirtió todo esto en su propio paraíso perdido”, describe recorriendo las calles de la ciudad marroquí. “Mi abuelo vivió aquí la mar de bien y, si le hubiesen dado a elegir, se hubiese quedado en Marruecos segurísimo”, añade.
“Cuando empecé a escribir no sabía si iba a ir sobre espionaje o robos, no tenía la menor idea. Lo único que sabía era que quería volver la mirada a Tetuán y descubrir la ciudad de la que había oído hablar prácticamente todos los días de mi vida”, confiesa la autora.
Desde un rigor propio del estudio académico, El tiempo entre costuras descubre la historia de muchos españoles que tuvieron un hogar en Marruecos. Sus protagonistas recorren lugares con un pasado vinculado al devenir histórico de la España del siglo XX. Como prueba, aún se pueden ver los nombres que tenían calles y plazas durante la ocupación: el anterior recinto de la Alta Comisaría de Tetuán hoy es el Palacio Real del sultán, la glorieta que aún muchos ciudadanos conocen como Plaza Primo -por Primo de Rivera-, se llama actualmente plaza Moulay El Mehdi, y la avenida en la que vivió la familia de María Dueñas se llamó sucesivamente Alfonso XIII, Avenida 14 de abril, Calle del Generalísimo y actualmente Avenida Mohamed V.
Lugares, todos, en los que miles de españoles hicieron su vida con total naturalidad mientras en España acontecía la Guerra Civil o se padecía el hambre y la represión de la posguerra. Escenarios que el lector recorre entre las páginas de El tiempo entre costuras como algo más que un pintoresco telón de fondo: como reflejo de una España que fue y muchos han olvidado.
“Aquí convivían musulmanes, hindúes, judíos y cristianos. Aquí, de hecho, hizo la comunión mi madre”, cuenta la autora de El tiempo entre costuras. “Aunque la convivencia de españoles y musulmanes no era como la entendemos hoy en día”, comenta, “sí permanecía pacíficamente una doble administración: la española ejercida por el Alto Comisario por un lado, y el Halifa ejerciendo de autoridad del sultán por otro”.
“Aquí muchos españoles criaron a sus hijos sin saber si la situación política del territorio tendría una solución de continuidad”, cuenta Dueñas mientras recorre la ciudad junto a varios medios de comunicación en un viaje que conmemora los diez años de su bombazo editorial. “Entiendo que fue muy doloroso para ellos, ese dolor yo lo viví a través de los recuerdos de mi madre y mi tía, pero tenía todo el sentido del mundo que el Protectorado terminase”.
La memoria sentimental de la familia de la escritora contagia su primera novela de dos formas distintas. Por una parte, Tetuán se presenta al lector desde la cercanía de la historia familiar, surgida de la urgencia propia de hacer pervivir algo que le tocaba muy de cerca. Por otra, cumple con el cometido de describir minuciosamente una época de la historia de España bastante desconocida.
“Más allá de mi relación personal con esta ciudad necesitaba un anclaje, digamos, documental. Entonces di con la vida de Juan Luis Beigbeder”, afirma. El tiempo entre costuras parte de lo íntimo para llegar a la historia colectiva: gran parte de sus personajes secundarios son reales y sus vidas se entrelazan con la de la protagonista, redescubriendo figuras clave de la época.
Es el caso de Juan Luis Beigbeder y Atienza, agregado militar en París y Berlín, y más tarde Alto Comisario en Marruecos. Tras la Guerra Civil fue nombrado Ministro de Exteriores franquista por recomendación Serrano Suñer -conocido como 'el cuñadísimo' por ser hermano político de Franco, el generalísimo-. Resultó que cuando Suñer se empezó a acercar a los alemanes de cara a posicionarse del bando nazi en la Segunda Guerra Mundial, Beigbeder -conocido por sus amistades británicas- le llevó la contraria para intentar mantener a España fuera de la contienda. Le costó el puesto y mucho más.
“Suñer me atrajo por su capacidad de seducción: era un encantador de serpientes con muchos claroscuros, que había servido diligentemente a los militares franquistas, pero que fue considerado un apestado por no simpatizar con los nazis”, cuenta la escritora. Junto a él, Dueñas fue descubriendo otros personajes, como el de Rosalinda Fox, que fue amante de Beigbeder y firme defensora del bando aliado durante la Segunda Guerra Mundial. “Las biografías de ambos fueron realmente lo que impulsó la novela. Ellos me llevaron hasta Sira Quiroga”.
El tiempo entre costuras es, como hemos dicho, la memoria sentimental de los antepasados de María Dueñas, al tiempo que un retrato histórico de una extensa ocupación en el norte de África. Pero, ante todo, es la historia de Sira Quiroga.
Cuando la conocemos, Sira es una joven modista de clase trabajadora a punto de casarse en el Madrid de preguerra. Todo cambia cuando conoce a un galán del que se enamora perdidamente y con quien se mudará a Marruecos, decidida a empezar una nueva vida en pareja. Hasta que un buen día descubre que su amante le ha robado todo el dinero que tenía y se ha esfumado. Sola, en un país que no conoce, y con problemas legales importantes, la joven empezará a construir de cero un futuro que la llevará a conocer a gente muy importante e, incluso, trabajar para el bando aliado como espía para el Servicio Secreto británico.
“Es un personaje femenino que no juega a ser una heroína de acción al uso”, cuenta María Dueñas. Bien es cierto que, a lo largo de la novela, Sira Quiroga ejerce de narradora e hilo conductor, pero su perfil heroico no se ajusta a los cánones obvios. Es un personaje profundamente poliédrico, contradictorio en ocasiones, que descubre sus valores junto al lector. Que aprende sus capacidades a base de caerse y levantarse. “Es alguien con sus tropiezos y sus remontadas, alguien como tú o como yo”, describe su creadora.
“No lo vi venir: solo sabía que a través de sus ojos iba a descubrir el Protectorado. No fui capaz de prever que Sira tuviese la entidad literaria que terminó teniendo”, confiesa la escritora. “Fue como alzar una cometa que cada vez es más grande y más difícil de manejar. Hubo un momento en el que se me fue de las manos porque era incapaz de retenerla”.
Como le pasó con Sira, María Dueñas tampoco fue capaz de prever ni retener el fenómeno que acompañó a la publicación de El tiempo entre costuras. En 2009, la novela se convirtió en un best-seller imparable que figuraría en las listas de lo más vendido durante casi dos años. En 2013, Antena 3 estrenaba una adaptación televisiva por todo lo alto. Diez años después, aquella profesora de inglés es hoy una autora superventas con cuatro novelas a sus espaldas. Y en su haber cuenta con un hito cada vez más raro en nuestro país: asaltar las librerías sin tener un apellido ilustre, con una novela personal e histórica a partes iguales.
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