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“La culpabilidad de las mujeres por sentir placer es una reliquia heredada de la religión”

La escritora inglesa Sarah Hall

Laura García Higueras

“El ciclo menstrual es, en el mejor de los casos, un misterio”, espeta un médico en uno de los relatos que componen el libro Madame Zero y la hermosa indiferencia. Menstruación, sexualidad, maternidad y placer, son sólo algunos de los temas que la escritora Sarah Hall recopila en el volumen vertebrado por el concepto de identidad, abordando su veracidad, sus transformaciones y su complejidad.

“Una de las cosas que mejor se nos da a los seres humanos es engañarnos a nosotros mismos. Nos construimos una idea de cómo somos y de cómo son los demás”, explica la autora inglesa a eldiario.es. “Hay una parte que es verdad pero, ¿cómo podemos definir lo que lo es y lo que no?”. Este es sólo uno de los interrogantes que la escritora, de acorde a su concepción de la literatura que “da respuestas, pero también preguntas”, introduce en sus textos, y también durante esta entrevista. Se muestra ávida de ampliar los universos de sus piezas, y en busca de nuevos retos a los que enfrentarse en sus escritos, ya sean relatos cortos o novelas.

En la pieza La hermosa indiferencia, Hall rompe con una idea que se tiene preconcebida sobre la capacidad y ritmo de lectura de los escritores. “No, no soy buena lectora”, reconoce, “salvo cuando trabajo como jueza de premios”. La aparente contradicción, aunque como ella explica: “Son dos acciones que no tienen nada que ver, dado que escribir es creativo y activo, mientras que leer es pasivo”, es herencia de su infancia.

“Me crié en un espacio muy remoto en el campo, y no quería introducirme en otro mundo porque me daba la sensación de implicaría irme a un lugar todavía más remoto. Para mí leer era una actividad muy solitaria y yo no quería estar sola”, recuerda.

La zona alejada a la que hace referencia es el condado inglés Cumbria, donde nació en 1974. La naturaleza que le rodeó entonces se mantiene viva en las palabras que componen sus pasajes, despertando los sentidos del lector que se proyecta en los lugares, olores y ambientes que ella describe.

Su estilo le ha llevado a cosechar premios y reconocimientos a lo largo de su carrera, desde que en 2002 publicara Haweswater, con el que ganó el Commonwealth Foundation al Mejor primer trabajo. En 2004 fue nominada al Man Bookers Prize por su obra The electric Michelangelo y en 2013, el Premio Nacional de Relatos de la BBC por Señora Fox, una de las obras incluidas en el volumen Madame Zero y la hermosa indiferencia (Alianza Editorial).

Las escenas de sexo, difíciles de escribir

Uno de los temas que aparecen en varias de las piezas es el sexo. Ante la pregunta sobre si poco a poco la sexualidad tiene más presencia -y más libre- en la literatura, la escritora responde que piensa que sí, “como lectora lo he encontrado”. En su faceta de escritora también, de acorde a su interés por el cuerpo y sus posibilidades. No obstante, reconoce que en el caso del acto sexual, su descripción es muy complicada porque “es muy fácil hacerlo mal”. 

El conflicto viene de la mano de la falta de cronología que existe cuando se mantienen relaciones sexuales. “Tienes que romper con esa sensación de que estás contando algo coreografiado. Es un momento en el que tú estás y sientes, pero no piensas. El tiempo no funciona igual y es complicado de traducir en palabras porque el lenguaje no deja de ser una historia que avanza”, explica al respecto. Y añade, “es una forma artificial de representar algo, igual que la cultura, por ello es tan importante encontrar las oraciones correctas”.

A la espera de un universo literario femenino puro

Hall aborda la sexualidad femenina, y reflexiona sobre el sentimiento de culpa que muchas mujeres tienen arraigado a la hora de dejarse llevar en los instantes de clímax. “Forma parte de las reliquias heredadas de la religión, y de que se nos haya pedido siempre que cumplamos con un estándar de buena mujer, que solo practica el sexo para tener hijos”, clarifica.

Lo que, además de a la sexualidad, remite a la maternidad como otro concepto que se ha ido imponiendo y construyendo a lo largo de los años como una obligación. El camino a la exigencia de la misma parte de la menstruación. “De pequeña te lo cuentan como si fuera un secreto, algo de esconder y que realmente te convierte en fácil de controlar”, critica la autora.

Aun así, se muestra optimista porque piensa que “cada vez se habla de más cosas. Estamos abriendo puertas en cuanto a la experiencia femenina en la vida”. Comenta que “hasta ahora permanecían ocultas, porque como mujer tenías que llevarlo lo mejor que pudieras y comportarte”. 

La falta de información, de libertad para expresarse con naturalidad y de forma abierta, de replantearse la sexualidad de cada uno, afecta también a su representación. En este sentido, la inglesa lamenta que no se muestren determinados universos, como ocurre con las familias. “¿Cuántas veces se cuenta cómo son las familias rotas?”, lanza al aire. “Me interesan otros tipos de sociedades, otras formas de construir amistades y cómo eso nos afecta desde el punto de vista de la identidad”, comparte.

La consecuencia inevitable afecta a los personajes, su naturaleza, funciones y acciones. “Los personajes masculinos en la literatura pueden representar a casi cualquier hombre, porque pueden hacer lo que quieran”, exclama Hall. Y apunta la diferencia que ocurre en el caso de las mujeres, a las que “no se ha representado de ese modo. Todavía no tenemos un universo literario femenino puro”.

Compromiso político y con la resistencia

La autora se adelanta a ser preguntada por su opinión sobre el Brexit y la situación política de Reino Unido. “Espero que no ocurra”, reclama, “pero pase lo que pase somos una cultura que nace y crece por la mezcla de otras, y seguiremos interactuando y evolucionando así”. Además, llama la atención sobre la literatura y la responsabilidad intrínseca de representar esta realidad. “La escritura británica moderna ha de ser un reflejo claro de todos estos enlaces culturales”, concluye.

Sin embargo, se sorprende de cómo a pesar de haber alcanzado momentos de estabilidad en Europa, “de repente la ultraderecha vuelve a subir, sin entender muy bien de dónde viene”. Tampoco es admiradora del presidente estadounidense Trump. “Es terrible, no vamos a negarlo”, espeta. Se muestra incrédula ante el hecho de que una alguien como él haya sido votado para ocupar un cargo tan alto, pero aprecia que ha implicado que “muchas mujeres estén alzando la voz muy fuerte, exclamando que este va a ser el último dinosaurio”.

“Se enfrentan a una reacción mucho más fuerte que a las que se habían encontrado antes”, anuncia. La escritora reconoce que en la actualidad contamos con “una base mucho más fuerte y numerosa de resistencia”. Para conseguirlo, opina que los medios de comunicación han de ser los compañeros de viaje. Alude al ejemplo de Turquía, donde “están muy controlados”, porque sugiere que “cómo vamos a tener una resistencia fuerte sin medios de comunicación que planteen otras ideas”. Las combativas palabras de la autora dan fe de su compromiso político y social desde su profesión, que no tiene pensado dejar de seguir ejerciendo.

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