Eddie Balchowsky, el pianista que perdió un brazo en la Guerra Civil y fue pionero de la contracultura
La historia parece increíble, pero es cierta de principio a fin. La biografía de Eddie Balchowsky (1916-1989), un músico, pintor y poeta estadounidense que perdió su brazo derecho en la batalla del Ebro, luchando con las Brigadas Internacionales y, tras regresar a su país, siguió tocando el piano sólo con su brazo izquierdo. De hecho, Balchowsky se convirtió con el paso del tiempo en un pionero de la contracultura y en un referente temprano de los movimientos beats y hippies de las décadas de los cincuenta y sesenta.
“Fue una lección ambulante de enorme superación”, señala el periodista catalán Toni Orensanz, que firma ¿Cómo perdiste el brazo, Balchowsky? que acaba de publicar la editorial Navona, una biografía de periodismo narrativo que recorre buena parte de la historia española y norteamericana del siglo XX. “Fue un personaje muy vitalista y contradictorio”, añade el autor del libro, “que realizó un viaje extremo a las virtudes de la solidaridad y el compañerismo y, al mismo tiempo, un descenso a los infiernos de las drogas. Por donde pasaba Balchowsky sucedían cosas que influyeron en muchos artistas de la contracultura”.
Nacido en Frankfort (Illinois), en el seno de la única familia judía del pueblo, Balchowsky sufrió acoso y discriminación desde bien niño por ese motivo. Esas injusticias padecidas en su infancia, lo predispusieron para pelear por la libertad de tal modo que se enroló con apenas 20 años en las Brigadas Internacionales que combatieron en la guerra civil española en el bando republicano.
“Era un idealista puro, casi naif”, opina Orensanz, “un libertario que se alistó para frenar la amenaza fascista y antisemita en Europa. El perfil de Balchowsky nos indica también que las Brigadas Internacionales estuvieron integradas por jóvenes de orígenes e ideologías muy diversas. Hay que romper con esas visiones maniqueas de los brigadistas que, o bien son considerados comunistas perversos por la historiografía de derechas, o bien fueron calificados de héroes absolutos por la propaganda republicana. En realidad, integraron un bloque de una gran diversidad que incluía a versos libres como Balchowsky”, dice.
“En España gané más de lo que perdí”
En septiembre de 1938, en uno de los bombardeos de la batalla del Ebro, este joven pianista formado en Chicago perdió su brazo derecho por debajo del codo, aunque la fortuna y una odisea rocambolesca de rescate evitaron que la gangrena le causara la muerte. Los horribles dolores de la herida solo pudieron ser calmados con morfina, una circunstancia que encaminó a Balchowsky al consumo de drogas constante hasta convertirse en un yonqui. “No obstante”, sostiene Orensanz, “su experiencia en la guerra civil significó un antes y un después en su trayectoria y, al igual que tantos otros brigadistas, vivió en esa época el momento culminante de su vida”, dice. “En España gané más de lo que perdí”, afirmó un artista que conmovió a miles de asistentes al homenaje que se rindió a los brigadistas en varias ciudades españolas en 1986, cuando se cumplió medio siglo de la contienda.
La Guerra Civil significó un antes y un después en su trayectoria, al igual la de que tantos otros brigadistas
En un concierto en el Palacio de Congresos de Madrid, en el que intervinieron destacados artistas como Joan Manuel Serrat o Ana Belén, fue Balchowsky quien arrancó las mayores ovaciones de un público enfervorizado al escucharle interpretar al piano, solo con su brazo izquierdo, algunas piezas clásicas y el himno Freiheit (Libertad) de los brigadistas alemanes.
Un barbudo y melenudo Balchowsky, con aire de anciano profeta, exhibiendo el muñón de su brazo derecho, que había podido viajar a España gracias a la ayuda de amigos y colegas, se dirigió aquel día a un auditorio emocionado para explicarles su filosofía. “No soy un héroe ni un cobarde”, dijo, “yo era solo un pianista que conoció la opresión a una edad muy temprana, porque durante años fui el único niño judío de mi ciudad natal. En aquellas circunstancias, era poco práctico hacerle frente; así que con el ascenso del fascismo en España encontré la oportunidad de luchar contra todo lo que no había podido combatir en casa”.
Después de su paso por España, de regreso a casa los miembros de la Brigada Lincoln, fueron víctimas del anticomunismo de los Estados Unidos de la posguerra y, más tarde, de la caza de brujas por “sospechosos de actividades antiamericanas”. Entretanto, Balchowsky aprendió pronto a escribir y a tocar el piano con una sola mano y se fue ganando la vida de manera precaria con sus actuaciones como pianista o con sus colaboraciones en clubes, si bien con frecuencia salió adelante por la ayuda de los amigos.
Con el ascenso del fascismo en España encontré la oportunidad de luchar contra todo lo que no había podido combatir en casa
“Con su lado luminoso y con sus facetas oscuras”, explica el periodista, escritor y guionista Toni Orensanz (Falset, Tarragona, 1970), “su figura marcó la contracultura de la segunda mitad del siglo XX tanto en Chicago como en California, donde Balchowsky también pasó largas temporadas. Fue un auténtico precursor de movimientos alternativos en Estados Unidos y un tipo que supo sacar lo mejor de la gente de la bohemia que lo rodeaba. Así pues, se erigió en un gurú de la contracultura aunque no pretendía serlo y desde la posguerra se convirtió en un difusor de filosofías orientales, como el zen, el budismo o el I ching, libro clásico del confucianismo. Por encima de todo fue una persona curiosa en busca de caminos para entender la vida”. Balchowsky se casó cuatro veces, tuvo incontables parejas ocasionales y fue padre de tres hijos de otras tantas mujeres.
La biografía se impuso a la novela
Toni Orensanz, que ha dedicado tres años a la investigación sobre Balchowsky en archivos estadounidenses y españoles y a través de entrevistas con familiares y amigos y de una extensa documentación, tuvo la tentación en algunos momentos de escribir una novela y no una biografía de periodismo narrativo.
“Me considero más periodista que escritor”, comenta, “y, ¿para qué iba a fabular si la historia real es tan impresionante? En definitiva, quise hacer una apuesta de periodismo documental y atractivo en una época en la que parece que la propaganda lo invade todo. Por ello, en unos tiempos en los que, a veces, da la sensación de que la verdad no existe, conviene intentar aproximaciones honestas a la verdad”.
Publicado en catalán (Columna) y en castellano (Navona), el libro de Orensanz presenta una estructura narrativa de novela, pero ceñida a los hechos y a los datos y reflejada de una manera rigurosa, pero muy amena. Reconoce este periodista free-lance, que ha colaborado y colabora en diversos medios de prensa, radio y televisión, un todoterreno que ha publicado ensayos, novelas y obras teatrales, su admiración por libros que enlazan con el enfoque de ¿Cómo perdiste el brazo, Balchowsky? y cita como ejemplos Limonov y El adversario, de Emmanuele Carrere, o El impostor, de Javier Cercas.
3