Tras el éxito de El trap: filosofía millennial para la crisis en España (Errata Naturae, 2019), Ernesto Castro empezó una etapa de revisión de sus publicaciones y textos que se transformó en Ética, estética y política: ensayos (y errores) de un metaindignado (arpa editorial, 2020). Una lectura estimulante que situaba al lector ante razonamientos del todo inesperados, como pensar el aborto desde un enfoque antiespecista o el golpe de Estado del 23F como una ciencia ficción política.
Sobre aquel libro la escritora y también filósofa Elizabeth Duval dijo que se podía entender como “una caja de herramientas para comprender los debates que se han dado desde el 15M hasta ahora”, pero que sobre el asunto dejaba al lector con tres opciones: ejercer “la Realpolitik, la guasa hedonista o la depresión masturbatoria”.
Ahora el Doctor en Filosofía, divulgador en su propio canal de YouTube con casi 100.000 suscriptores, publica precisamente Memorias y libelos del 15M (arpa editorial, 2021). Un ensayo dividido en dos partes: una narrada a modo de autobiografía en la que recuerda lo que vivió durante 15M, y evalúa críticamente cuál es el legado del movimiento indignado en la actualidad, la otra reedición de textos filosóficos publicados entre 2011 y 2013.
¿Cómo y por qué hacer un libro sobre el 15M por el décimo aniversario del movimiento?
Hace tiempo que quería reeditar Contra la postmodernidad [Libro originalmente publicado por Alpha Decay en 2011], que se publicó hace exactamente diez años y se escribió en fechas anteriores y posteriores al 15M. Para la reedición de aquel panfleto pensaba escribir un prefacio en el que contara las circunstancias históricas del momento, y un posfacio que revisara el debate filosófico sobre la cuestión de la posmodernidad desde el 2011 hasta hoy. Pero ocurrió que el prólogo se me fue hasta las doscientas páginas y finalmente decidí sustituir aquella idea inicial por lo que hoy es la parte memorialística del libro. El resultado es un mix entre esta parte nueva y los textos escritos durante el trienio indignado de 2011, 2012 y 2013.
El recuerdo del 15M es emocionante para los que éramos jóvenes y lo vivimos como un curso de iniciación a la política muy acelerado
En Memorias y libelos del 15M sostiene que “se ha creado una imagen distorsionada de los participantes en el 15M”, como personas entregadísimas que podían pasarse noches sin dormir debatiendo en comisiones de todo tipo. ¿Cree que el tiempo ha insuflado épica al relato de lo que fue el movimiento?
El recuerdo es emocionante, por lo menos para los que éramos jóvenes y lo vivimos como un curso de iniciación a la política muy acelerado. Esa generación siempre guardaremos la fecha en nuestro corazón, por decirlo de forma cursi. Pero no se puede omitir que después de su desarticulación, el 15M se convierte en una especie de santo al que todo el mundo le puede rezar y que tiene diversas interpretaciones dependiendo de la personalidad y las enseñanzas que cada uno recogiera de su paso por la acampada.
Muchos han convertido el 15M en un mito fundacional y, como todo mito fundacional, tiene interpretaciones de todo tipo. Por eso yo lo he comparado con el Mayo del 68, que según algunos autores es el comienzo del nuevo espíritu del capitalismo y según otros es el inicio de toda una serie de movilizaciones populares o movimientos sociales.
Hay mucho de reescritura retrospectiva. El mayo del 68 no fue ni tan feminista, ni tan ecologista, ni tan pacifista como muchas veces nos han hecho creer. Con el 15M, por ejemplo, se ha considerado que es el primer movimiento social de masas vinculado con el desarrollo de las tecnologías móviles, pero lo cierto es que en aquellos momentos en España solo el 50% de personas tenía smartphones. Fue después del 15M que se produjo ese desarrollo de los medios de comunicación y se creó esa especie de mito fundacional ambiguo, aunque realmente quienes tenían conocimiento de cómo funcionaban las redes sociales e Internet eran una minoría en la acampada.
Hay mucho de reescritura retrospectiva. Yo comparo el 15M con el mayo del 68, que no fue ni tan feminista, ni tan ecologista, ni tan pacifista como muchas veces nos han hecho creer
También señala como la mayor virtud y debilidad del 15M lo que llama el “metasamblearismo pacifista”. ¿A qué se refiere?
Es que del mes que duró la acampada Sol, dos semanas enteras se dedicaron a debatir y posteriormente a ejecutar el desalojo de las plazas en algunas ciudades. La acampada duró más tiempo en otras ciudades, pero en Sol se estuvo debatiendo muchísimo sobre la propia muerte de la acampada Sol.
Es normal que el 15M, queriendo convertirse en una sociedad aparte, tuviera como principal objeto de debate su propia configuración. Se trataba, al fin y al cabo, de configurar una especie de utopía real, de microcosmos de ciudad dentro de la ciudad a través del asamblearismo. Pero aquello tuvo como consecuencia un cierto onanismo donde tan solo se debatía acerca de la propia esencia y sustancia del 15M.
Hace unos días Elizabeth Duval publicó una columna en El País en la que contaba que ella tenía 10 años cuando sucedió el 15M y no se enteró de lo que pasaba, pero que por lo que ocurrió entonces “tenemos un presente que hoy no nos basta”. ¿Coincide con ella?
Diría que lo que nos demostró el 15M fue justo lo contrario: que el presente nos bastaba. Es decir, que basta con la gente tal cual, sin mediadores, ni intermediarios, sin necesidad de planes quinquenales, ni de proyectos a largo plazo, ni de planes para 2030 o 2050.
El 15M nos dijo que la gente que existe a día de hoy es lo bastante inteligente, ingeniosa, valiente y tolerante como para ponerse a escuchar y debatir en común acerca de en qué mundo quieren vivir. Puede que sí, que fueran un poco ingenuos y que la dinámica de asamblea terminase matando su espontaneidad inicial, pero yo diría que el 15M nos demostró que el presente bastaba. Que la sociedad actual se puede valer por sí misma, y que la opinión pública no es lo mismo que la opinión publicada.
En el 15M descubrí que la política institucional no transforma la realidad, sino que se apunta los tantos que la realidad misma lleva a cabo
Sobre la comparación entre el Mayo del 68 y el 15M, decía usted que el mayo francés no fue ni tan feminista ni tan ecologista como se nos ha contado en repetidas ocasiones. ¿Cuáles fueron, por decirlo de algún modo, los puntos ciegos del 15M?
Creo que el principal punto ciego, algo que no se tocó entonces y que ahora es urgente, fue el asunto de la España vacía en conexión con el ecologismo. Es cierto que algunos de los ideólogos principales del 15M tenían en su agenda el asunto del decrecimiento, como Stéphane Hessel o José Luis Sampedro. Pero no es algo que tuviera desarrollo dentro del movimiento, y sin embargo hoy se ha vuelto un asunto vital.
Me refiero a lo relacionado con la deslocalización, la posibilidad del trabajo a distancia y cómo eso llega a la vez que el repunte de la burbuja inmobiliaria y los desorbitados precios del alquiler en las grandes ciudades. Ahora se está planteando, realmente, la cuestión de la repoblación de la España vacía, no solamente como algo necesario, sino como algo inevitable a largo plazo, por la necesidad de decrecer.
El 15M tomó las plazas y las calles, pero no se le ocurrió tomar el campo, ni tampoco el monte. Algo que descubrí en Sol es que la política institucional no transforma la realidad, sino que se apunta los tantos que la realidad misma lleva a cabo.
Antes del 15M los desahucios y la dación en pago ni estaban ni se les esperaba en la agenda política, después han sido un tema fundamental
¿Qué huella cree usted que dejó en 15M en la política institucional?
Depende de como entendamos el 15M. Si lo entendemos como un movimiento que se define esencialmente por la horizontalidad asamblearia, Más Madrid y Podemos serían la antítesis, porque son partidos jerárquicos que además rinden culto a la personalidad y a sus líderes. Por contra, si el 15M tiene que ver con la invención de nuevas formas de hacer política, de crecer haciendo justo lo opuesto de lo que se había hecho hasta entonces en nuestro país, entonces sí que vemos la huella del 15M en Podemos y Más Madrid.
Y luego está lo que podemos llamar la micropolítica: la concienciación y el hecho de que los asuntos principales que debatimos no sean estrictamente políticos sino muchas veces ético-morales, como el feminismo o el ecologismo. También está la idea de que el 15M marcó la agenda de lo que más adelante fue digno de ser disputado y debatido en el Congreso. Por ejemplo, antes del 15M todo el asunto de los desahucios y la dación en pago ni estaba ni se le esperaba en la agenda política. Y después de 2011 ha sido un tema fundamental.
Igual que el trap aspiró a convertirse en el nuevo pop, pero terminó siendo 'música urbana', Podemos aspiró a tener la centralidad del tablero y al final se transformó en la nueva Izquierda Unida
En este libro en ocasiones, transitando el tono irónico y abiertamente cómico, se permite escribir algunas boutades, por llamarlo de alguna forma. Una de las más destacadas es la que dice, cito textualmente: “El 15M sigue vivo como un modelo de inclusividad y concienciación; Podemos desaparecerá en cuanto se pire su macho alfa”. ¿Cree que Podemos va a desaparecer?
En El trap: filosofía millennial para la crisis en España comparaba el trap con Podemos, afirmando que igual que el trap quiso salirse de su nicho para aspirar a convertirse en el nuevo pop y terminó asimilado en la categoría de 'música urbana', así Podemos aspiró a tener la centralidad del tablero y al final terminó transformándose en la nueva Izquierda Unida. Esto lo escribí, firmé y mandé a imprenta antes de la firma del pacto Sánchez-Iglesias. Y a mi parecer se ha cumplido en el sentido de que el pacto ha convertido a Podemos en la vieja muleta del PSOE que antes eran los partidos comunistas. Así que sí, se podría aventurar que en los próximos meses se va a materializar el desmembramiento y desmantelación, por luchas internas, de un partido muy vinculado a la presencia del hombre que lo fundó.
Al margen de esa política más institucionalizada, Memoria y libelos sostiene que el 15M también cambió el lenguaje político con la irrupción de lo que llama “izquierda lacaniana”, formada por Slavoj Žižek, Ernesto Laclau o Alain Badiou entre otros. ¿Cuál fue el legado filosófico del 15M? ¿Qué lecturas perviven hoy de aquel terremoto de hace diez años?
Pues por ejemplo, libros como La trampa de la diversidad, de Daniel Bernabé, no se entienden sino como una reacción a esa izquierda definida en términos éticos y morales, pero indefinida en términos políticos. O en el campo estrictamente filosófico y de la crítica cultural tenemos el debate sobre lo neocastizo de comienzos de la década de 2010, con libros como el España de Santiago Alba Rico, Indies, hipsters y gafapastas de Victor Lenore, o Sociofobia de César Rendueles. También están todos los libros de Marina Garcés. Desde el 15M ha habido muchos filósofos que, de no haber sido por este movimiento, no ocuparían el lugar que hoy tienen en las estanterías de las librerías.